Este decimotercer domingo nos trae nuevamente el concepto de la vocación, del llamado y como Jesús también vive su llamado, la característica de la respuesta de Jesús al Padre, a su proyecto. Es lo que vamos a estar contemplando un poco esta mañana y mirando cosas de nuestra vida desde la palabra de Dios, para escuchar y mirar adentro y desde adentro. Despertar la escucha, llamada y respuesta, dos palabras que son matrimonio en la experiencia del hombre que camina. Hoy también tenemos una memoria muy linda, se celebra hoy a San José María Escrivá de Balaguer el fundador del Opus Dei, este hombre extraordinario que un 17 de Mayo del año 1992 el Papa Juan Pablo II canonizara. Un modelo de santidad, un hombre de Dios y un sacerdote extraordinario. San José, decía el Papa Juan Pablo fue elegido por el Señor para anunciar la llamada universal a la santidad y para indicar que la vida de todos los días, las actividades comunes son camino de santificación. Se podría decir que fue el Santo de lo ordinario. Invocamos ahora la gracia del Espíritu Santo para anunciar el evangelio de Lucas cap 9 donde el Señor nos muestra como se vive la respuesta al llamado del Padre
Debemos pedir siempre la gracia del Espíritu porque donde no lo hago presente en definitiva yo me creo el creador de las emociones y de las realidades. Entonces yo me fabrico un mundo personal donde el Espíritu no puede entrar como si fuera un sector solo mío donde me creo libre, señor de mi mismo pero no me doy cuenta que si lo aparto a El de algo allí terminará entrando la debilidad, la muerte y el fracaso porque solo de El viene la vida. Esa falsa libertad, ese apoyarme solo en mi mismo, no es más que una esclavitud que me arrastra a la muerte. Lo que vivo fuera de su presencia de amor poco a poco se va convirtiendo en fuente de dolor, de ansiedad, desgaste y cada vez brinda menos la felicidad de antes. En cambio si yo voy construyendo mi felicidad con el Espíritu Santo, si le permito que guíe mi libertad y me sane de mis esclavitudes, cada vez soy mas libre, cada vez puedo más ser dueño de mi vida sin que me dominen las tristezas ocultas, las angustias sin sentido, los nerviosismos, los cansancios, las necesidades obsesivas
“Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente a Jerusalén y envió mensajeros delante de El. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos, Santiago y Juan, vieron esto le dijeron, Señor ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos? Pero El se dio vuelta y los reprendió y se fueron a otro poblado. Mientras iban caminando alguien le dijo a Jesús, “te seguiré adonde vayas”. Jesús le respondió “los zorros tienen su cueva, las aves del cielo sus nidos pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” y dijo a otro, sígueme, el le respondió “permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre” Jesús le respondió “deja que los muertos entierren a sus muertos, tú ve a anunciar el reino de Dios” otro le dijo, “te seguiré Señor pero permíteme antes despedirme de los míos” Jesús le respondió “el que a puesto las manos en el arado y vuelve la vista atrás no sirve para el reino de Dios” Palabra del Señor
En esta mañana podemos darnos cuenta del llamado que el Señor nos está haciendo. Aquí vemos dos cosas, por un lado el llamado y por otro lado la respuesta, el testimonio viviente de Jesús, como vive su respuesta al Padre, este es el primer punto. El segundo es muy importante, testimonios del llamado del Señor y de las ocurrencias nuestras y nos muestra la palabra como debe ser nuestra respuesta al Señor. Y otro aspecto de este segundo punto es que el que llama es El no nosotros. No somos nosotros los que decidimos es El que decide sobre nosotros. Ese llamado que el Señor hace a la persona es muy importante verlo hoy y ver nuestras resistencias, como también nosotros vamos a ir respondiendo al llamado de Dios desde nuestro lugar, donde Dios nos pide, desde nuestra experiencia personal, desde nuestra vocación. El Señor va a terminar y culminar su obra ascendiendo hacia Jerusalén. Este encaminarse, como dice San Lucas tan claramente. Esta es una palabra que quizás debamos subrayar y ahondar y en ella debamos reposar en la escucha
En esa palabra “Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén” insisto, debamos reposar en la escucha, debe ir resonando nuestro oído interior esta expresión del Espíritu, esta descripción acerca de los pasos que Jesús va dando en su vida. En esta palabra hay una manifestación clara del Señor. Jesús dirá en su momento, “el que me ve a mí, ve a mi Padre” Verlo a Jesús es ver no el rostro del Padre sino el proyecto del Padre, el corazón del Padre, es ver aquello que hay que amar, como hay que amar, el estilo, las maneras, la característica de ese amor, de esa respuesta al amor del Padre. Ver a Jesús es ver como hay un proyecto del Padre y como se vive ese proyecto y ver que siempre el Padre da la fuerza para vivir ese proyecto. Hoy Jesús nos vuelve a indicar una vez más, cuanto Dios nos elige, cuanto nos ama y cuanto quiere necesitar de cada uno de nosotros. Se encaminaba a Jerusalén con decisión, que lindas estas palabras! Es como para pararse a mirarlo a Jesús. Mirarle más que lo de afuera, lo de adentro, mirarlo al Señor adentro, en su ser íntimo, ver sus inquietudes, su ansiedad
Hay algunas expresiones que lo pintan en relación a esto, con esta expresión “se encaminó decididamente” Por ejemplo cuando el Señor dice “he venido a traer fuego a esta tierra y cuanto desearía que ya estuviera ardiendo” Hay como una ansiedad, una serena ansiedad que lo carcome al Señor, más que ansiedad una urgencia. Jesús está urgido por el Espíritu, necesita cumplir con lo que el Padre le ha marcado y es impresionante porque este ascenso a Jerusalén está precedido de momentos de búsqueda muy intensos del Señor, donde la oración ha marcado su experiencia de vivir en el camino. Jesús hace el camino desde la experiencia de la escucha. No encara, no inventa caminos, acepta la proposición del camino. Ese aceptar muestra la nobleza del Señor, la grandeza, la magnanimidad de su espíritu, de su alma, de su corazón y la amplitud de su mente. Por otro lado conmueve ver la obediencia de Jesús, que fuera de estar por sobre las cimas del poder y ver como acomodar los asuntos según conveniencia y proyectos particulares, sobre los cuales el tendrá derechos porque es Dios, sin embargo todo lo contrario, elige el camino de la obediencia y de la sumisión.
El camino del amor profundo que nos plantea el Señor. Así nos manifiesta como El vive el llamado. Hoy me cautiva el Señor entonces, mostrándome ese lado profundo de su interior, su capacidad de escucha, su tiempo de recepción, de dejarse decir el camino. Jesús es ese ser entrañable que tiene esta belleza interior. Se hace bello porque se hace manejable. Se hace bello, atractivo, se manifiesta convincente porque es dócil y se deja conducir por el Espíritu. Jerusalén es la ciudad santa, sería la meta final de su misión, Jesús camina entonces en clave de Pascua porque allí en Jerusalén es donde va a realizar el misterio pascual, donde se va a cumplir definitivamente la posibilidad de que nosotros seamos la iglesia del Señor, seamos los hijos de Dios, seamos redimidos, seamos salvados, seamos portadores del Espíritu, nos hagamos partícipes del misterio intratrinitario siendo así en el tiempo, iglesia del Señor, casa de Dios, seamos ungidos, seamos en definitiva, otros Cristo en lo que la misericordia de Dios se manifiesta también porque somos partícipes de la Pascua del Señor
En clave de Pascua camina el Señor. Esto sería el sentido profundo teológico de esta expresión en la que Lucas está pintándonos al Señor para este fin de semana y para esta semana. Al terminar esta pequeña y breve mirada sobre el Señor me hago esta pregunta ¿y yo como me encamino hacia lo que Dios me ha regalado como camino en la vida? Porque vos tenés un camino, una opción de vida que la sentís en algún momento, sentiste un llamado especial, estas sintiendo el llamado. Mirá que Jesús para sentir el llamado, abría la oreja como un siervo obediente, se dejaba decir en el oído del corazón el designio para su vida que respondía al deseo del Padre. Que lindo cuando nosotros abrimos el oído en la oración particularmente, preferencialmente, porque abriendo el oído en el encuentro personal con Dios, subiendo a la montaña de la oración, el alejarnos del activismo, de la preocupación y del agobio permanente, sabiendo encontrarnos en comunión, en rebaño con el Señor donde El no va indicando sus designios entonces nos disponemos para poder escuchar tantos signos de la presencia de Dios indicadores de su voluntad, tantos caminos que el Señor quiere que caminemos. Jesús nos deja un modelo, camina desde la intimidad, camina desde la escucha, camina desde la obediencia filia, seguro y gozoso, camina decidido. Nosotros ¿Cómo caminamos?
Realmente este es un mundo que necesita del anuncio del evangelio como nunca. Por eso como nunca, es importante la presencia de los testigos, los testigos son los que viven. Nosotros no tenemos que hablar de Dios, tenemos que anunciarlo, si, pero tenemos que vivirlo. Una cosa es que uno hable de la salud y de la importancia, de cómo cuidarla, dar consejos sobre la salud y estar enfermo. Que bochorno tener que hablar de la salud y estar enfermo pero que importante que la persona pueda hablar de su salud, desde su salud. No es lo mismo hablar de la salud que estar sano. Lo que hace falta en el mundo de hoy es estar sano, lo que hace falta en el mundo de hoy no es hablar de Dios y dar consejos. Lo que tenemos que hacer es anunciar desde lo que vivimos de Dios, estar sanos, estar en comunión con el Señor, estar con el corazón puesto en el proyecto de Dios y estar decididamente allí, como cuando la palabra lo describe a Jesús “se encaminó decididamente hacia Jerusalén” La pregunta que nos hacíamos ¿Cómo encamino yo mi vida, decididamente?
Que significa este decididamente ¿será que estoy realmente aceptando lo que digo, estoy caminando porque quiero, será porque cada día me levanto para crear lo que tengo que caminar, crear mi camino, soñarlo cada día? ¿estás soñando tu vida, estas creando? La pregunta es importante, estoy apelando a tu responsabilidad, a tu capacidad, a la gracia que Dios te ha regalado, estoy apelando a tu talento, a tu elección de vida. Dios está golpeando la puerta de tu corazón en este día para mostrarte a Jesús, quiere que abras tus ojos, míralo al Señor y deja de dar vueltas y de echarle la culpa a otras personas o a otra circunstancia. Muchos no vivimos la desición de vivir lo que hemos elegido y vivimos a medias, con un sabor amargo muchos momentos y cuando uno no pone toda la carne en el asador, cuando uno no se encamina decididamente, en definitiva termina mendigando, comiendo las migajas que caen de la mesa del Señor. Nos queremos satisfacer con migajas o buscamos compensaciones indebidas muchas veces.
El que no elige vivir lo que eligió vivir termina comiendo porquerías termina satisfaciéndose con pequeñas cosas conformándose, achicando su alma, ya no puede decirse que su corazón podrá ser magnánimo, es mezquino, se acostumbra a la mezquindad, es más, no solo se acostumbra se instala en la mezquindad si no que se anula para un crecimiento y es más, empieza a creer que todos los demás no pueden vivir lo que el vive, no puede creer que otros vivan. Porque en esto se cumple lo que dice el viejo refrán “el ladrón juzga a los demás según su condición” Verdaderamente es así. La persona, por ejemplo, que nunca cambia no cree en los cambios de los demás. La persona que no evoluciona, que no se analiza, que no se convierte, que no da vuelta su tierra, que no se dispone a nuevos momentos no puede creer que los demás hayan cambiado. Muchas veces hay desconfianza, incredulidad acerca del avance de otros y en el fondo esa incredulidad es incredulidad en mi mismo porque yo no estoy dispuesto a algo mejor. Encaminarnos decididamente.
Fíjense como ese encaminarse, ordena nuestro pensar, nuestro sentir, nuestro relacionarnos, nuestro mirar la vida, hacer el camino, nuestro creer en los demás. Ves que la persona se revitaliza y eso depende de vos, no depende de Dios, ni del prójimo, ni de tu comunidad, tu pasado, ni de las dificultades que tenés en el presente. Es fácil a veces, y también complicado encerrarse en falsas excusas, en chivos expiatorios. Encaminarse decididamente hacia algo no significa esperar tener todos los elementos o recursos para poder crecer en la vida, para poder vivir una opción de vida. No hay que engañarse a sí mismo, no te mientas. Donde estás, como estás es posible vivir a pleno, poniendo todo y entregando todo. No solo es posible, es necesario. ¿He puesto toda mi carne en el asador, toda?A veces se siente más la angostura o la apretura y se siente más cuando uno especula, cuando uno mide. Creo que lamentablemente, una de las cosas de nuestra cultura, nuestra sociedad, es que nos va acostumbrando a la mediocridad y ese es un tema desgraciado porque se enferma el alma.
Las personas realmente nos enfermamos cuando nos ponemos a medir todo. Que desgracia vivir diciendo, a ver que hago, que va a pensar aquel, que va a hacer este, no, este no hizo lo que tenía que hacer, no, yo no voy a ser loco, cuando el otro no hace lo que tiene que hacer yo no me voy a sacrificar. Con ese estilo nos estamos muriendo en vida, es la cultura de la muerte. Que manera de entender la vida, es un posicionamiento infantil, hasta estúpido y caemos en eso. Nos va enredando ese mal espíritu que parece que esta actuando con mucha eficacia en nuestra cultura, no necesita vernos caídos ni desparramados le encanta vernos encerrados en nosotros mismos, satisfechos, encerrados en nuestras cuatro paredes. Creo que hay que levantar la cabeza. Hay más alegría en el dar que en el recibir. Cuidado con la mediocridad, la tibieza, es el ámbito que crea un caldo de cultivo para todos los males, todas las insatisfacciones, donde maduran todos los vicios. Es como una tibieza y abandono simultáneamente por que no es ni si, ni no, es ni y ese ni es la tibieza
Encaminarse decididamente. Voy a recordarles lo que ya les recordé muchas veces las palabras del Papa Juan Pablo “vivir el pasado con agradecimiento, vivir el presente con pasión” no se si pueden entender algo de esta palabra, vivir el presente con pasión es ser un poco apasionado en lo que creemos, en lo que hemos elegido. No puede uno permitir responsablemente que la rutina se adueñe de nuestro sentir, de nuestro mirar. Creo que la rutina, la mediocridad, la tibieza son cosas que pierden la dignidad, inhabilitan, nos inhabilita. Por eso, si hay una cosa linda de la educación que recibí, es que siempre es bueno disciplinarse, tener exigencias en la vida y tener superación. Yo soy de la época cuando el buen alumno o el que lograba algo en la vida era el que se esmeraba. Quizás ese concepto tenía sus deficiencias pero no era malo completamente, aspirar a algo más, nivelar por lo alto, no nivelar por lo bajo en nuestra vida. Encaminarse decididamente a Jerusalén. El llamado a la santidad, a la plenitud, en entrega intensa en lo concreto, en lo cotidiano de nuestra vida
Y no se trata de cosas grandes ni extraordinarias, salvo que Dios claramente te las pida, pero Dios lo que nos pide es algo cotidiano, el hacer de mi casa, de mi estudio, de mi labor, de mi libertad o de mi compromiso, lo que yo estoy en condiciones de vivir. Hoy recordamos a San José Escrivá de Balaguer, un hombre que habló al mundo de la importancia de vivir con intensidad lo concreto. El santo de la cotidianidad, el santo que, como decía Juan Pablo II, es el santo de lo ordinario, de lo normal de la vida y es que la santidad se juega en la intensidad de la entrega no en la magnitud de la obra. No es más santo porque hace cosas más grandes, es más santo porque es grande en el hacer aunque sea pequeño, como dice la expresión “no es hacer lo extraordinario sino vivir de modo extraordinario lo cotidiano, lo pequeño, lo ordinario” La advertencia del Señor es que caminar en la profundidad de la vida significa plantearse una clara actitud de despojo, de desprendimiento y de dejar de vivir de la estupidez de la seguridad.
Si vos estás buscando algo para asegurarte ahora y te da un infarto y morís y tenés 2.000.000 de dólares en la mano porque trabajaste 15 años para eso ¿Y? Es como ese que dice cuando me jubile voy a viajar, cuando me jubile voy a hacer esto y cuando se jubiló se enfermo y le dio un cáncer y además no tenía el habito de viajar entonces tampoco tenía ganas porque ya estaba viejo. Y así nos pasa en la vida, hay que vivir cada momento con intensidad. La carne en el asador, ese encaminarse decididamente hacia Jerusalén es una manera de saber que el discípulo de Jesús es un tipo concreto. El buen cristiano, el buen discípulo de Cristo vive pasos concretos desde la escucha de un llamado y sin mirar lo que dejan, mirando siempre y tratando de estar atento a ver donde se entrega la vida y esa es la alegría del corazón. Cuando un hombre entiende donde se le pide la cosa y se pone de cuerpo entero allí, lo demás es cuento. En este sentido, la expresión del Señor “busquen el reino de Dios y su justicia y lo demás les vendrá por añadidura” nos viene muy bien en la mañana de hoy. Como resumen de este día podemos decir, lo pequeño, lo cotidiano, lo concreto, no volar, guarda con la imaginación, cuidado con la tibieza, la mezquindad. Poner la carne en el asador, encaminarse decididamente en lo concreto de cada día
Padre Mario José Taborda