24/12/2020 – Esta semana finalizamos el ciclo “Enseñanzas desde el Magisterio de la Iglesia” concluyendo también nuestro recorrido por la Carta Encíclica del Papa Francisco “Fratelli tutti”, sobre la fraternidad y la amistad social.
Junto al padre Javier Soteras profundizamos, en esta ocasión, en los últimos apartados de este documento donde nos recordó el método que marcó el magisterio de la Iglesia en América Latina y que es el “ver, juzgar y actuar” para abordar la cuestión social, en clave eclesial.
Algunos de los puntos abordados en la reflexión fueron:
“La llegada de personas diferentes, que proceden de un contexto vital y cultural distinto, se convierte en un don, porque «las historias de los migrantes también son historias de encuentro entre personas y entre culturas: para las comunidades y las sociedades a las que llegan son una oportunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral de todos». Por esto «pido especialmente a los jóvenes que no caigan en las redes de quienes quieren enfrentarlos a otros jóvenes que llegan a sus países, haciéndolos ver como seres peligrosos y como si no tuvieran la misma inalienable dignidad de todo ser humano».
“Por otra parte, cuando se acoge de corazón a la persona diferente, se le permite seguir siendo ella misma, al tiempo que se le da la posibilidad de un nuevo desarrollo. Las culturas diversas, que han gestado su riqueza a lo largo de siglos, deben ser preservadas para no empobrecer este mundo. Esto sin dejar de estimularlas para que pueda brotar algo nuevo de sí mismas en el encuentro con otras realidades. No se puede ignorar el riesgo de terminar víctimas de una esclerosis cultural. Para ello «tenemos necesidad de comunicarnos, de descubrir las riquezas de cada uno, de valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de todos. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás”.
En el apartado “La mejor política” dice Francisco:
“Hace falta pensar en la participación social, política y económica de tal manera «que incluya a los movimientos populares y anime las estructuras de gobierno locales, nacionales e internacionales con ese torrente de energía moral que surge de la incorporación de los excluidos en la construcción del destino común» y a su vez es bueno promover que «estos movimientos, estas experiencias de solidaridad que crecen desde abajo, desde el subsuelo del planeta, confluyan, estén más coordinadas, se vayan encontrando” (FT 169)
Te invitamos a escuchar el programa completo en el audio al inicio de esta nota.
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