26/02/2021 – En el ciclo “Aire fresco y brisa suave”, fray José “Pepe” Guirado manifestó que “necesitamos el silencio en nuestra vida tanto como nos hace falta la comida o el aire para respirar. El silencio es una actitud ante la vida que nos permite salir de la repetición compulsiva para ser creativos. Es como la puerta de entrada a tu casa. Porque tu casa es identidad, es estar en vos mismo, es estar cómodo con la vida tal como es, es no vivir desde la superficialidad. Estar en casa es responder a quien sos, es algo vital. El silencio te vuelve creativo hasta para barrer, te vuelve creativo en el trabajo intelectual o en el manual”.
“Nuestra vida pasa por como tratamos a las otras personas. A mayor silencio, mayor y mejor encuentro tendremos con nuestros seres cercanos y queridos. Esta es una hermosa paradoja. El silencio nos conecta con nuestra esencia más viva, con el amor. Cuando te zambullís en el silencio, es meterse mar adentro, como lo dijo Jesús a sus discípulos. En tierra firme, vos tenés el control de todo, pero no experimentás el navegar, el estar mar adentro. Por eso preguntate: ¿En qué orilla vivís? Zambullite en vínculos profundos. El silencio nos conecta con un nivel profundo de encuentro y de comunicación. Es bueno desprivatizar el silencio, sacarlo de ámbitos de elite religiosa, ya que pertenece a la vida cotidiana. Es que aún una persona religiosa que se dedica a meditar durante su jornada está tentada de no zambullirse en el silencio y quedar orrilleando por alló”, sostuvo fray José.
“El silencio es como una inmensa llave para ingresar a la cultura del encuentro, tal como lo propone el papa Francisco. Es impresionante como en nuestra vida diaria discutimos desde lo político, lo cultural, lo religioso. La discusión es un grito desesperado de la ansiedad que no tiene centro. La trampa de la discusión es una especie de desafío o carrera para ser más fuerte que los demás, si discuto y gano entonces siento que soy alguien en el mundo. La discusión es un polo que tiene la cultura del choque, el otro es la indiferencia. La indiferencia es estar ausente. El silencio, en cambio, no lo es. El silencio es presencia y cercanía con el otro, con Dios y conmigo mismo”, resumió.
“El fallecido sacerdote, pensador, escritor y académico católico alemán Romano Guardini decía que amar no es un gran acto heroico sino que consiste en la capacidad de dar un paso atrás frente al otro. Es descalzarse frente al hermano. Para que haya una cultura del encuentro es necesario que muchos den ese paso para atrás. En el camino de acompañar a otros necesito chequear siempre dónde está mi corazón. Debo silenciar la mente, los sentimientos y el alma, y descalzarme para dejar ser al otro. Necesito dar un paso atrás para escucharlo, para reverenciarlo y para recibir su palabra como algo sagrado. Necesito estar vacío frente a él acogiendo desde el silencio lo que es. Poner en descanso nuestra voluntad, es un buen ejercicio. En nuestra cultura pasamos las cosas por la cabeza pero sin discernimiento y eso es un problema. Estamos llamados a ser presencia en medio de nuestro mundo, eso es compartir e irradiar. Pero hay que hacerla desde una actitud de saber estar presente”, dijo el religioso que vive en las montañas tucumanas.
“Hay que acoger la realidad, estar vacíos frente a Dios para ser llenados por Él. Eso es estar conectado con el centro amoroso que está en vos. Esto se puede lograr incluso con una intensa actividad por fuera. Buscar las cosas que consumen tus energías vitales y lograr disfrutar de la vida. Estar presente es lo que te hace sabio. La sabiduría es estar conectado con la fuente sabia, que viene de Dios. El equilibrio entre quietud y movimiento es lo que logramos con el silencio. Y allí descubrimos nuestras fuerzas vitales dormidas, porque reprimimos lo positivo en nosotros. Si querés grandeza, metete en los senderos del silencio. Parafraseando a san Francisco de Asís, el hermano silencio va de la mano de la hermana sabiduría, de la cultura del encuentro”, expresó fray Guirado.
Y sobre el tiempo de Cuaresma que estamos viviendo afirmó: ““El arrepentimiento lo tenemos que pensar en un sentido amplio y humano. No podemos enviar dolor objetivo sobre nuestros sentimientos. Sentir culpa no es arrepentirse. El arrepentimiento depende donde estoy mirando, es mirar más allá de mi realidad, es ver el Reino de Jesús. El arrepentimiento no debe reducirse al orden psicológico de la culpa, porque hay culpas que son morbosas, que fueron generadas por mi inconsciente“. Y agregò: “Estoy llamado a amar más, y desde allí es donde tengo que trabajar el arrepentimiento, no desde lo culposo. El arrepentimiento no puede depender de un sentimiento, eso es una reducción psicológica. La conversión ni el llamado del arrepentimiento depende de la culpa. El que asume su realidad la descubre por el encuentro con Jesús y su propuesta, desde allí se arrepiente“. De esta forma finalizó su alocución fray Pepe, a unos metros de su ermita en el paraje Las Carreras de los Valles Calchaquíes.
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar | Incrustar
Suscríbete: RSS