24/01/2022 – En “Levántate y resplandece” el tema fue el vínculo indestructible que hay entre una madre y un padre con su hijo. Mariela Ziraldo, coordinadora de Grávida en Santa Fe e integrante de Raquel, y el padre Luis Anaya, asesor del programa Raquel, hablaron de esto desde el corazón. “El vínculo madre-hijo se establece antes de nacer, nace como una unión biológica que se desarrolla hasta convertirse en una unión simbólica que será referente para vínculos posteriores. Existe un inicio fisiológico de este vínculo como base del vínculo emocional. Este vínculo del hijo con la madre y del hijo con el padre, es único e indestructible, ni siquiera la muerte puede romper. A partir del primer momento del embarazo, cuando el embrión atraviesa las trompas de falopio materna y envía mensajes moleculares y celulares a los tejidos del útero, la madre percibe estar embarazada, la existencia de su hijo, la presencia de otro ser, sin tener conocimiento por la ausencia del período, solo lo intuye. Estos mensajes de interacción, este diálogo, van generando el vínculo materno- filial. El apego se va fortaleciendo con las nuevas experiencias, las primeras pruebas diagnósticas y los movimientos del bebé en su seno o los cambios físicos”, aseveró Ziraldo.
El padre Luis indicó que “la vida es un entramado de relaciones. La relacionalidad es un constitutivo metafísico de la persona humana. Por eso más que esencial, por así decir, que lógicamente se muestra en todos los aspectos de la persona: en su dimensión biológica, psicológica, espiritual, etc. Esto se hace presente de muchas maneras en la Palabra de Dios: el misterio de Dios es una razón principal de ello, también expresado en la creación: varón y mujer los creó. Dios hace Alianza con el hombre en un Pueblo: Israel. Jesús llama a doce discípulos y forma la Iglesia, que es comunión de vida. Todo expresa esta relacionalidad. Pero, sobre todo, se muestra en nuestra condición de hijos: vinculo esencial con el Padre. Viene a cuento la historia de Menapace: “El hilo esencial”. Parafraseando su cuento, cuando pretendemos cortar el hilo esencial, todo pierde su sentido y la culpa nos cubre con sus sombras”.
Mariela añadió: “En el padre, el vínculo se inicia desde el conocimiento de la existencia del hijo, desde lo cognitivo-emocional, generándole cambios en sus emociones, en lo conductual y social, al igual que la madre que además se le suman los físicos y psíquicos, los cambios hormonales, que favorecen al vínculo. A medida que el embarazo avanza, el hijo llega a ser amado como extensión del yo y como un sujeto independiente, abrazándolo para luego soltarlo a la vida. Sin embargo, hay situaciones en la vida de algunas mujeres que pueden entorpecer o limitar este proceso de vínculo de apego, por su estado emocional, crisis o niveles patológicos de ansiedad o depresión. Es uno de los momentos más vulnerables de la mujer, los que estamos cerca de la mamá debemos proveer seguridad para que ella pueda enfocarse en lo que está, construyendo su nido”.
“La relacionalidad siempre va a estar presente. El vínculo nace a partir de nuestros gestos. Como quien estrecha la mano. En este caso el gesto es el amor conyugal, el abrazo de los esposos que expresa su relación esponsal y también se abre a un nuevo vínculo, que es la posibilidad de un hijo. Todo expresa el amor de las personas. Pero claro, un gesto solo no acaba y culmina el abrazo del amor. Yo debo seguir cultivando, cuidando eso que iniciamos. La mujer como tal y el varón en su condición propia. A los dos es toca construir el nido de modo específico. Cada uno pone los tejos y sigue entrelazando ese vínculo día a día, gradualmente según cada etapa gestacional. Es la pedagogía del amor que requiere de la paciencia y laboriosidad del artesano, como es nuestra historia de salvación”, sostuvo el padre Anaya.
“El vínculo no se crea por el deseo del hijo, se crea desde el inicio, independientemente si se busca, espera o no. No depende de cuánto vivió el hijo en el vientre, ni como ocurrió la pérdida, el vínculo se construyó. Es un vínculo único de esta relación materno/paterno-filial. El vínculo es para siempre”, dijo Mariela. “El deseo del hijo no establece el vínculo, sino que acompaña en todo caso un vínculo que no depende de mi deseo, sino que expresa un gesto humano. El hombre y la mujer son relacionales y sus gestos lo expresan y constituyen. Es la fuerza del amor expresado en un apretón de manos, una mirada, una relación sexual. Todo en nosotros está y es apto para vincularnos o, de modo contrario, agredirnos, destruirnos. Así lo vemos en la Palabra de Dios. Miremos dos momentos: la encarnación. El acontecimiento en el cual el Hijo se hace hombre ocurre en el seno de una familia, por la acción del Gran vinculante: el Espíritu. Él es el Vínculo de Amor entre el Padre y el Hijo. Pero también podemos mirar a la Pascua: Al pié de la Cruz estaba María, la madre de Jesús y el discípulo amado: He ahí a tu madre, he ahí a tu hijo. La Pascua establece el vínculo por excelencia porque nos hace hijos en el Hijo y hermanos entre nosotros”, cerró el padre Luis.
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