04/03/2022 – Recomenzamos esta semana el ciclo “Historias de santidad” y lo hicimos con la vida y obra de los Siervos de Dios Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote diocesano y Juan Antonio Solinas, sacerdote profeso de la Compañía de Jesús, y que se los conoce como los Mártires del Zenta.
A principios de febrero tuvimos la alegría de que el Santo Padre confirmara la fecha de la beatificación de los Siervos de Dios, la cual será el próximo 2 de julio en la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán, en Salta.
Para compartir cómo se está viviendo este tiempo de preparación a ese acontecimiento de gracia y para traernos una semblanza de los mártires nos contactamos con el padre Rubén Gutierrez que acompaña pastoralmente dos comunidades en Salta: la Parroquia San Jorge, en Pichanal y la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en Hipólito Irigoyen.
El padre Rubén participó activamente en la investigación de todos los hechos y fue notario en el proceso de preparación de la causa de beatificación.
La Parroquia San Jorge en Pichanal se encuentra a unos 5 km del santuario de los mártires, un lugar que reúne a los fieles con gran devoción:
“Ese lugar lo fuimos construyendo bien desde abajo -nos contó el padre Rubén- un predio muy sencillo que fue creciendo a medida que se encendió de nuevo la devoción. Es un espacio que tiene la sencillez de nuestra gente pero que es muy significativo”.
“Los 27 de cada mes se reúne mucha gente a compartir la Eucaristía, la adoración al Santísimo, a compartir la fe. Y los 27 octubre, que es la fecha de la entrega de la vida de los mártires, se convoca toda la diócesis y se peregrina desde la ciudad de Pichanal hacia el santuario, una peregrinación llena de fe y de esperanza. Allí va creciendo el número de peregrinos hacia este espacio sagrado para nosotros. Lo vamos haciendo a pulmón ya que carecemos de servicios esenciales pero esto es un signo bonito de que Dios se hace presente en humildad y en la pobreza con todo su amor.”
El padre Rubén destacó dos virtudes en los futuros beatos: “La caridad sin duda, porque si no es por amor no se hacen estas cosas. El amor es la fuente de la santidad. Al faltarnos el amor aparecen otras miserias y para soñar una Iglesia sinodal y en salida hace falta el amor, sino queda solo en palabras lindas”.
“Y, por otra parte, la fortaleza. Cuentan de Santa Teresa que un día se quejaba ante Jesús de lo mal que la trataba el Señor con enfermedades y problemas. A lo que Jesús le dice ‘Teresa, así trato yo a mis amigos’, a lo que ella, con mucha gracia, le responde ‘Ah!, Señor, por eso tienes tan pocos’.
Para ser amigos de Jesús hay que tener un amor fuerte. Pero no es una fortaleza que depende de los músculos sino una fortaleza del saber poner el corazón como dice San Pablo: ‘Todo lo puedo en Cristo que me fortalece'”.
“No hay misión que se pueda hacer si no arde el amor y la caridad y está la fortaleza que nos viene de Dios para enfrentar todos los retos de la misión”.
Te invitamos a escuchar el programa completo en el audio que acompaña esta nota