17/08/2022 – Desde Campo Gallo, en la diócesis de Añatuya, el padre José María Di Paola, referente de la pastoral villera y coordinador de la Comisión Nacional de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, compartió su testimonio mariano. Visitando al padre Juan Ignacio Liébana, párroco local, el padre Pepe recordó. “Hace varios años atrás, cuando me tuve que ir de las villas de Capital Federal, me vine a Campo Gallo para no perjudicar a la gente que me rodeaba. En ese momento comencé a recibir amenazas de muerte y junto a mi entonces obispo, el cardenal Jorge Bergoglio, discernimos que era lo mejor. Había dos provincias donde ir y elegí Santiago del Estero, donde monseñor Adolfo Uriona me invitó a estar en esta parroquia de Añatuya”.
Mientras lo escuchaba atentamente, el padre Juani sostuvo: “Providencialmente la Virgen del Carmen nos trajo la presencia de Pepe por estos pagos y lo estamos disfrutando”. Quien hoy está como párroco en la Villa La Cárcova de José León Suárez, en el Gran Buenos Aires contó parte de su vida. Después de casi dos años de misión pastoral en Santiago del Estero, el padre Pepe volvió al AMBA. Durante 13 años fue párroco de la villa 21-24 y Zavaleta, en el barrio porteño de Barracas, de donde debió irse tras ser amenazado de muerte por su trabajo en la prevención del consumo de drogas.
Levantada sobre basurales, esa villa toma el nombre de una de las calles que marcan su límite y responde al apellido del pintor argentino Ernesto de la Cárcova, cuya obra más conocida, paradójicamente, es “Sin pan y sin trabajo”, un óleo que muestra la impotencia de una familia pobre. Pintada hace más de un siglo y medio, es una de las más valiosas del patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes, y parece una fotografía actual de la situación de esas barriadas. “Ver a la Virgen es como estar un día de retiro., me pasa con la Virgen de Luján. Me encanta peregrinar a su casa”, acotó.
“En la Villa 21-24, en Barracas, cuando me la ofrecieron, nadie quería ir por la violencia entre pandillas que había. Y la Virgen de Caacupé, la mayor devoción que había en el lugar por la presencia mayoritaria de paraguayos, fue la que nos unió para hacerle frente a la muerte y a la separación que había en la zona. Tajimos una réplica de esa devoción desde Paraguay y así comenzó una historia hermosa”, dijo Di Paola.
“Me encantaría volver a peregrinar a Huachana, nunca vi una movida tan grande en medio del monte de Santiago del Estero. Y también la fiesta del Carmen en Campo Gallo es impresionante. Tengo 60 años y en mi familia hay mucha devoción a María desde siempre. Cada 15 de agosto siempre fue una fiesta en casa. Mis abuelas trajeron a María a mi corazón. Con mis primos y sus hijos, todos son lujaneros”, agregó el sacerdote que también destacó el rol fundamental de María en la obra de los Hogares de Cristo. “La religión no es el opio de los pueblos, sino que es el motor que puede cambiar la realidad”, reflexionó Pepe.