Los límites (2º parte)

lunes, 29 de agosto de 2011
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A veces, cuando pensamos demasiado, damos vueltas, digamos ‘tenemos un huesito atragantado’. Probablemente sea algún conflicto, alguna culpa, alguna bronca. En la mayoría de los casos –esto está estudiado- las personas que piensan demasiado, que dan vueltas a los problemas demasiado en su cabeza, lo que logran no es resolverlo sino lo contrario: magnificar cada vez más el problema, o perderse en el laberinto de sus pensamientos y de su cabeza. La tentación es que pensando el problema se va a resolver. Pero en la mayoría de los casos, el problema se resuelve si se piensa poco y bien, y se actúa.

Cuando uno , en cambio, se distrae, hace descansar el pensamiento, logra otras perspectivas, otros puntos de vista que permiten a veces actuar con mayor fluidez.

Y lo que nos lleva a que la cabeza de vueltas y vueltas es la ausencia de limites: límites para con nosotros mismos, límites para con la realidad, límites para con los demás. Este no preservar de alguna manera lo bueno, lo bello, lo verdadero, lo noble o el propio corazón, llega a que muchas veces lo malo del entorno o lo malo de las cosas nos quede adentro en lugar de dejar adentro lo bueno. Entonces, mientras sonreímos, somos amables o mantenemos actitudes displicentes, compasivas y tolerantes, por dentro nos vamos llenando de un hollín y de un humo negro, contaminando nuestra mente y nuestro corazón y terminamos sin dormir y a veces incluso enfermos.

“No den las cosas sagradas a los perros ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.” (Mt 7,6) Esta es una expresión inspiradora, es una necesidad de revisar nuestra puesta de límites. Cuando se habla de cosas sagradas no se habla solamente de instrumentos religiosos. Todos nosotros somos un templo del Espíritu. ¿qué cosas son sagradas en nosotros, porque son el territorio del encuentro con nosotros mismos, con Dios, con los valores del Reino, con la felicidad, con la vida, cosas que son verdaderamente importantes para nosotros? ¿por qué se las damos a los perros? Es decir ¿por qué permitimos muchas veces que los cerdos hagan de nuestro territorio sagrado un chiquero o los perros mordisqueen, tironeen rabiosamente de esas áreas de nuestra alma que para nosotros son sagradas? Los perros muerden, los chanchos pisotean, y nosotros seguimos con dificultades para poner límites. Eso no lo quiere Dios, aunque muchas veces es en su nombre donde encontramos las dificultades para poner límites, para decir NO, NO QUIERO, NO LO HARÉ, para decir ESTO ESTÁ MAL, para decir ME DUELE, para decir NO ESTOY DE ACUERDO, para decir NO ME TOQUES ALLÍ, NO HAGAS ESO CON MI CUERPO. Esto y muchas cosas mas a veces nos cuesta mucho expresar.

Todos tenemos distintos tipos de dificultades con relación al tema de los límites. Las personas que tienen problemas para poner límites, que ponen lo bueno por fuera y se quedan con lo malo por dentro, muy erróneamente a veces se las llama ‘falsas’ o ’no auténticas’. Y no se trata de falsedad sino de dificultad para poner límites. Ellas mismas no tienen bien definidos sus límites y por eso se funden con las exigencias y necesidades de los demás. Les cuesta diferenciar sus necesidades de las de los demás y por lo tanto también les cuesta diferenciar sus propias características de las de los demás. Es un problema con la independencia emocional. Son en general complacientes, dicen –por ejemplo- que les gustan las mismas cosas que a sus amigos y los demás en general, y ni siquiera saben si le agradan porque nunca se han detenido a pensar. Son personas que nunca causan ningún problema, a todo dicen que sí. Van adoptando el color y el tono de lo que las rodea, y al cabo de un tiempo es casi imposible diferenciarlas del medio. Aunque hayan estado antes en otro medio totalmente distinto y hayan sido exactamente igual de integradas.

En este momento, hay una incapacidad primero para reconocer lo que está mal y diferenciarlo de lo que está bien, y luego de decir NO a lo malo. Tenemos una batería de argumentos para seguir confundiéndolo más. Y después, aunque lo reconozcamos, hay una inhabilitación para tomar conciencia de la necesidad de decir NO, ESTO ESTÁ MAL, NO LO QUIERO HACER.

Algunas personas, además de esta dificultad cultural, tienen una dificultad personal. El radar ético está un poco dañado en nuestro pueblo y en nuestra cultura. Y las personas también tienen a veces dañado su radar emocional personal, y no saben cómo cuidar su corazón, y su propia ira, porque tienen miedo a herir los sentimientos de los demás, miedo a ser distintos, porque tienen deseos de ser plenamente dependientes de otros, tienen miedo al enojo y al castigo de los demás, miedo a pasar vergüenza, a ser considerados egoístas o malos. O tienen una conciencia demasiado estricta y culpógena sobre ellos mismos. Estas personas suelen tener problemas con la culpa, se condenan por cosas que Dios mismo no las estaría condenando. Como dice San Pablo, su conciencia se contamina por ser débil –no por ser mala-. Por temor a enfrentarse con esa parte crítica, interna. Entonces refuerzan límites inapropiados, que no son realmente los necesarios. Estas personas tienen que resistir los sentimientos de culpa, y además, de formar una conciencia más amplia, más profunda, más viva. A veces por temor a desobedecer esa conciencia severa, son incapaces de enfrentarse con otros, con lo malo, con sus amigos, o de enfrentar o de confrontar para evitar ese sentimiento de culpa que aparece en ellas naturalmente.

Esta es una de las dificultades. En el otro extremo están los que no respetan los límites ajenos, los controladores o manipuladores.

‘RESISTIRÉ’ Ataque 77

Cuando pierda todas las partidas, cuando duerma con la soledad
cuando se me cierren las salidas y la noche no me deje en paz.
Cuando tenga miedo del silencio, cuando cueste mantenerse en pie
cuando se rebelen los recuerdos y me pongan contra la pared.

Resistiré para seguir viviendo, me volveré de hierro para endurecer la piel
y aunque los vientos de la vida soplen fuerte ser como el junco que se dobla
pero siempre sigue en pie.
Resistiré para seguir viviendo, soportaré los golpes y jamás me rendiré
y aunque los sueños se me rompan en pedazos, resistiré, resistiré.

Cuando el mundo pierda toda magia, cuando mi enemigo sea yo
cuando me apuñale la nostalgia y no reconozca ni mi voz.
Cuando me amenace la locura, cuando en mi moneda salga cruz
cuando el diablo pase la factura o si alguna vez me faltas tú.

Resistiré para seguir viviendo, me volveré de hierro para endurecer la piel
y aunque los vientos de la vida soplen fuerte, soy como el junco que se dobla
pero siempre sigue en pie.
Resistiré para seguir viviendo, soportaré los golpes y jamás me rendiré
y aunque los sueños se me rompan en pedazos, resistiré, resistiré.

Los controladores ni ven ni se dan cuenta que existen límites ajenos. No solamente no los respetan. Son ‘un erlefante en un bazar’. Topadoras. Como no pueden asumir la responsabilidad de sus propias vidas, necesitan controlar las vidas de los demás. Ejemplo: un jefe que durante muchos años se había abusado –con ‘buena onda, con argumento- de alguno de sus empleados, lo hacía trabajar fuera de hora sin ser reconocidos, o que no respetaba sus horarios de vida familiar, sin tener en cuenta que su empleado tenía límite y se estaba cansando, llegado el momento en que éste le dijo NO, que puso su límite, ¿qué le dijo? ‘no podés hacerme esto a mí’. Típica respuesta de estas personas que no tienen el más mínimo registro de las necesidades de los demás. Pero no hay que enojarse tanto. Esta es una problemática humana. No sé por qué nosotros somos tan indulgentes con las personas que ponen la violencia en sí mismos y somos tan duros con los que ponen la violencia afuera. Para Dios, los que se violentan o son agresivos consigo mismos y los que son agresivos o violentan a los demás, están igualmente fuera del orden que El pensó para nuestras vidas. El no quiere la destrucción del territorio propio ni el de los demás. Sin embargo nosotros, cuando una persona se violenta a sí misma tenemos compasión por ella, pero cuando trata mal a los demás no lo podemos soportar. De alguna manera esto es cultural, pero a los ojos de Dios, de lo que se trata es de ser responsables tanto con nosotros mismos como con los demás. La fórmula de ‘amar al prójimo como a nosotros mismos’ es una fórmula de serenidad total. Por supuesto que es fácil decirlo pero no es fácil vivirlo. Entonces, no hay que pensar que quienes son controladores o manipuladores son malditos que intentan hacer daño a los demás. Simplemente no se dan cuenta, no registran el límite y las necesidades de los demás. Hay un problema serio de empatía tan grave como el de aquellos que no se dan cuenta de sus propias necesidades ni registran sus propios límites porque hay un problema serio de contacto consigo mismos.

Estas personas son como las de ese chiste que dice que en el ámbito de los vendedores, si el posible comprador “si te dice NO, significa PUEDE SER, si te dice PUEDE SER, significa SI”. A mi, particularmente, me molesta mucho cuando digo NO y me insisten. Esto da por hecho de que las personas no saben decir NO, o que cuando dicen NO sus límites son lábiles. Esto, trasladado al ámbito de las relaciones personales, puede hacer estragos, porque los controladores son considerados manipuladores y hasta agresivos. El problema principal de estas personas es que son ‘sordas’ al NO. Y tienden a atribuir la responsabilidad de sus fracasos y de sus vidas a otros. Y utilizan diversos medios de control para motivar a los demás a llevar la carga que Dios pretendió para ellos solitos. Y eso los deja con un sentimiento de víctima, que los demás han sido malos o injustos para con ellos. No hay lugar en sus vidas para el NO ajeno. Y muchas veces el No ajeno suele ser para aumentar su apuesta y volver a la carga. Pueden ser abusadores verbales o incluso abusadores físicos. Pero la mayor cantidad del tiempo ni siquiera se percatan de los límites ajenos. Es como si vivieran en un mundo permanentemente en ‘luz verde’ para ellos, permanentemente ‘habilitados’. Intentan permanentemente cambiar el mundo para que se adapte a su idea de cómo debería ser. Descuidan su propia responsabilidad de aceptar a los demás como son.

Pedro es un ejemplo de controlador. Jesús estaba hablándole a sus discípulos acerca de sus próximos sentimientos, y Pedro lo llevó aparte y le recriminaba. Consideraba que no podía existir el sufrimiento, la muerte. ¿Qué le dijo Jesús en ese momento? “Aléjate de mí, SATANÄS, porque no piensas las cosas como Dios sino como los hombres”. Pedro no quería aceptar los límites, la cruz, el sufrimiento. Y Jesús lo encaró duramente y le recrimina la violación de los límites que Jesús sí había aceptado. A juzgar por el enojo con el que Jesús le contestó, parece que es grave esta actitud.

Si Jesús fue firme, contundente cuando Pedro quiso controlar el límite que él había asumido, hay a veces controladores, manipuladores que son más difíciles de limitar porque no son francos, honrados, honestos. No son agresivos, no van de frente como Pedro. Son más sutiles, insisten hasta que uno accede. Manipulan las circunstancias para salirse con la suya, con insinuaciones. Seducen a otros para que lleven sus cargas, se hacen las ‘víctimas’, a veces manipulan desde depresiones, desde dolores, desde enfermedades. A veces una persona, desde su enfermedad manipula a toda una familia, a todo el mundo y no se da cuenta ni el manipulador ni los manipulados.

– DIABLO Y ALCOHOL RICARDO MONTANER

Comprendo que han cambiado algunas cosas; el color de mi pelo, de mi voz,
los juegos, ya no son los mismos juegos, si no hay secretos entre vos y yo.
Comprendo que no siempre estés dispuesta a darme libertad para sentir,
yo me la tomo igual y te aseguro, que es una buena forma de vivir.

Podrás decirme que querés tocar el cielo, podré decirte que me quedo aquí.
Son tantos días los que forman una vida, no me condenes a vivirlos sin amor.
Todos tenemos un infierno en la cabeza, que no se lleva bien con este corazón.
Hay emociones que no pueden compararse, como te explico que me duele igual que a vos.

Si estoy pensando te vestís de diablo, si estoy en carne viva en alcohol.
Vos siempre estás a borde del desmayo; y yo siempre estoy llamando a atención.
Comprendo que no puedas con tu vida, pero yo también tengo que vivir.
No existe ningún punto de partida, si no se sabe a donde ir.

Podrás decirme que querés tocar el cielo, podré decirte que me quedo aquí.
Son tantos días los que forman una vida, no me condenes a vivirlos sin amor.
Todos tenemos un infierno en la cabeza, que no se lleva bien con este corazón.
Hay emociones que no pueden compararse, como te explico que me duele igual que a vos

Hay un personaje bíblico, Jacob, (cuyo nombre significa ‘engañador’), el gran líder de Israel y también el receptor de la promesa, que es un manipulador: consigue quitarle la primogenitura a su hermano. Aprovechando la ceguera de su padre se hace pasar por su hermano y recibe la bendición que le correspondía a su hermano (Gn 27, 1-25). Usó su astucia para evitar los límites. Otro cargará sus límites. Solo pudo cambiar su actitud manipuladora y ponerse límites a sí mismo después de su enfrentamiento con Dios en forma humana. Parece que la iniciativa divina en torno a quienes no aceptan los límites es dura. Luego de luchar cuerpo a cuerpo, Dios le disloca la cadera, queda rengo, y Dios le cambia el nombre por Israel’, que significa ¨”él lucha con Dios”. Entonces en lugar de ser un manipulador deshonesto, sutil, Jacob aprende a luchar de manera más transparente, y por eso recibe un nuevo nombre. Pasa de ser ‘el engañador’ a ser ‘el que lucha’. De pasar de ser un manipulador a ser un luchador. Y ahora sí, con esa transparencia, pasa a tener un espíritu combativo.

Hasta que el controlador manipulador no se enfrenta con su falta de honradez, con su ira, con su agresividad, y se hace responsable, o se arrepiente, o paga los costos de su agresividad, hasta que no toca el límite, no hay forma de que cambie.

También están las personas que evaden sus propios límites: no controlan a nadie ni tampoco se puede decir que sean complacientes con los demás. Es el caso por ejemplo de algunos líderes o algunos coordinadores o responsables de grupos que arman o abren espacios para la sanidad, el compartir, la liberación, la oración, de mucha gente, pero nunca ponen ellos su propios conflictos. Y no es orgullo. Es evasión. Muchas veces, en los grupos, las personas se dan cuenta de que este rol de liderazgo, de conducción, de habilitación a los demás, los va dejando solos a sus líderes, y les hace un espacio o intentan también asistir, compartir, acompañar a quien desarrolla el rol de líder, pero el líder se evade. Típico, por ejemplo, cuando le toca compartir, tienen estas expresiones a veces abstractas: ‘después de escuchar todo los que les pasa a ustedes creo que el Señor me está hablando, me está diciendo que confíe en El, porque comparados con los problemas de ustedes, mis problemas no tienen importancia. Sería egoísta de mi parte robarles tiempo para contarles los pequeños contratiempos que tengo…’ Y las personas se quedan sin la posibilidad de ayudar, Y estas personas que se evaden de sus propios límites, no pueden pedir ayuda porque tiene dificultad para reconocer sus propios límites, para mostrarse también vulnerables, necesitados de apoyo. A veces, hasta que no nos estrellamos contra la pared de nuestros límites, creemos que esos límites no existen cuando en realidad sí están
¿Por qué es un problema de límites? Porque confunden los límites con muros. Los límites tienen que ser ‘vallas con puertas’, que permitan ingresar lo bueno y salir lo malo. Las personas cuyos límites son muros, no pueden permitir el ingreso del bien que está afuera ni el egreso del mal que está dentro.

Dios diseñó nuestros límites con puertas. Tendríamos que ser capaces de disfrutas con relaciones sanas y evitar las destructivas. Y pedirle a Dios que nos de la libertad de dejar afuera lo que nos daña, pero al mismo tiempo de dejar entrar lo que nos hace bien. Ayuda, consuelo, consejo, cariño, misericordia. “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta entraré y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20)

Creeré, creeré…

Cuando sientas desmayar y que ya no hay fuerzas para continuar

Has pensado abandonar ese sueño, ese anhelo que en tu alma está

La mente dice no, nada puedes hacer, pero tu corazón no para de creer

Y la montaña, se encuentra frente a ti, mas yo sé que la cruz harás si lo puedes creer

Creeré, creeré, creeré

Cuando parezca como si no puedas pelear más y se ve como si el camino llegó a su final

Cuando nadie en ti crea, cuando te cierren las puertas, por favor no te detengas porque debes continuar

La esperanza te hará mirar más allá y la fe te dará fuerza de creer que vencerás

Ahora es tiempo de avanzar y del pasado olvidar y celebrar lo que vendrá, juntos cantar

Creeré, creeré, creeré

Y las palabras que vendrán intentando apagar, el fuego que hay en ti, las debes olvidar

Y el viento soplará pero no te detendrás. si DIOS está a tu lado, tú tienes todo lo necesario

Para levantarte y creeré. Creeré, creeré, yo creeré

Y al final todo saldrá bien, yo lo sé, yo lo sé. Yo creo sí, en mi futuro

Porque DIOS es el que nos da las fuerzas. Confía, confía, confía, confía, confía, confía

Canta conmigo sí. Sé que llegará, yo creo sí, yo creo sí

Creeré, yo creeré. Tercer cielo

Participan los oyentes
– Creo que también esto tiene que ver, tiene un enlace con la dificultad que tenemos en Argentina por el cumplimiento de la ley en general. Porque la ley ordena y el cumplimiento hace bien. No es que la ley no exista sino que las violamos.
GL: los argentinos somos transgresores y a veces hasta intentamos a hurgar en nuestro folklore, sobre esa matriz transgresora que hay en nuestro criollaje. Sobre todo cuando uno viaja se da cuenta de lo transgresores que somos los argentinos y además siempre estamos la culpa a los demás: al Fondo, a las Multinacionales, al presidente…No digo que no las haya, digo que la tendencia siempre es poner afuera y no asumir nuestras propias responsabilidades.

– Tengo familiares con problemas de discapacidad y nunca puse límites, Ahora estoy enferma y siempre me pareció que no era de cristianos eso de abandonarlos.
GL: Tampoco la alternativa es el abandono. Debe haber otras instancias, otras posibilidades que esas dos extremas: o me hago cargo o lo abandono’. Cuando uno dice ‘poner límites’ suena a veces como decir ‘basta, lo abandono’. En realidad, más que ‘poner’, sería ‘reconocer límites’. Los límites están: vos estás enferma, y lo que estás haciendo es ‘traspasar tus propios límites’, es decir, empezaste a vivir no de los intereses de tu capital sino de tu capital mismo hasta que el cuerpo no dio mas. Entonces: no se trata de poner límites como si el otro fuera un invasor o alguien que viene a atropellarte. Se trata de reconocer cuáles son tus límites. El Señor nos ha dado una parcela de espacio, de posibilidades, de talentos y de energía, y que es peligroso vivir traspasándola. A partir de ese reconocimiento humilde, cariñoso, sereno de lo que la realidad es, con otros, buscar las mejores alternativas.
– Yo culpaba a mi marido, porque era él quien no quería que dejáramos ese familiar en otro lugar donde pudieran ayudarlo
GL: pero las culpas son como ‘brasa caliente’ que uso se la va tirando a otro, y nos enfermamos todos. Hay que buscar soluciones sin culpar a nadie.

Yo no te pido que me bajes una estrella azulsolo te pido que mi espacio llenes con tu luzYo no te pido que me firmes diez papeles grises para amarsolo te pido que tú quieras las palomas que suelo mirarEn lo pasado no lo voy a negar el futuro algún día llegaráy en el presente que me importa la gente si es que siempre van hablarSigue llenando este minuto de razones para respirarno me complazcas, no te niegues, no hables por hablar Silvio Rodriguez- Soy muy confrontativa porque percibo conductas, soy intransigente también conmigo y después me lleno de culpasGL: Será tu cruz, que por el momento tienes que seguir llevando, en lo posible con aceptación. Todos tenemos alguna: uno por ser confrontativo, otro por ser manipulador, otro por sentirse omnipotente… Todos tenemos alguna sombra en nuestra personalidad. Cuando una se da cuenta ya tiene buena parte de territorio ganado justamente porque puede pedir ayuda, pedir perdón, consuelo, y puede pedir tolerancia. Entonces eso que aparentemente nos hace tan intransigentes es en todo caso la ‘espina’ –como dice San Pablo- para la cual nos basta su gracias NO ME CREAS Alberto PlazaNo me creas cuando digo que el cansancio esta venciéndome. No creas
Si por un momento dejo de nadar en este río nada manso
No me creas cuando el mundo se derrumba ante mis ojos y no aguanto
No me creas cuando sientas que este frágil corazón se ha vuelto de metal

Dame un beso cuando veas que la fuerza se me fue
Y veras que me levanto pues un beso tuyo cura todo

Cuando el aire cruza raro entre los árboles de mi alma tu no creas
Se podrán mover algunas hojas pero siguen firmes las raíces
Dame un beso y alíviame el dolor de estar tan vivo
Y verás que es pasajero pues un beso tuyo cura todo
Dame un beso y aférrate conmigo al paso de los años
Y abrígame que hay frío el resto del camino
Y solo un beso tuyo puede ser mi abrigo

– Yo no tengo límites para amar a los demás dejándome siempre a mí para último y cuando cometo algún error me juzgan. Ahora estoy pasando por una separación del amor de toda mi vida. Producto de la desesperación le dije que quería morirme. Necesito de sus oraciones porque no puedo dormir ni dejar de pensar a mil por hora.
GL: todos en algún momento nos dejamos arrebatar por la preocupación, el miedo. En algún momento tenemos que parar y si no podemos, hay que pedir ayuda. Ningún cuerpo resiste sin dormir y sin enfermarse. Son momentos oscuros, de crisis, de tormenta. Hace muy bien rezar y calma si uno tiene una fe madura. También hacer algún deporte, caminar, jugar, hacen muy bien. En definitiva hacerte un espacio en medio de todos tus fantasmas para comenzar a pensar con un poquito de paz y de calma. Hay un libro: “Cómo conservar la paz en medio de las dificultades” del padre Yamut, que te puede ayudar.