08/03/2024 – El padre Javier Soteras, director de Radio María TV, y el rabino Marcelo Polakoff, referente de la comunidad judía de Córdoba, presentaron la historia de Tamar en el Diálogo de Hermanos. El relato comenzó desde la lectura del libro del Génesis en el capítulo 38, versículos 24 al 26: “Unos tres meses más tarde, notificaron a Judá: Tu nuera Tamar se ha prostituido, y en una de sus andanzas quedó embarazada. Entonces Judá exclamó: Sáquenla afuera y quémenla viva. Pero cuando la iban a sacar, ella mandó decir a su suegro: Estas cosas pertenecen al hombre que me dejó embarazada. Averigua quién es el dueño de este sello, este cordón y ese bastón. Al reconocerlos, Judá declaró: Ella es más justa que yo, porque yo no le di a mi hijo Selá. Y no volvió a tener relaciones con ella”. Tamar en la Biblia fue dos veces la nuera de Judá, así como la madre de dos de sus hijos, los gemelos Farés y Zara. El Génesis relata el episodio de Judá, el hijo de Jacob, con su nuera Tamar. Judá se casó con la hija de un cananeo llamado Súa, quien le dio tres hijos en este orden: Er, Onán y Selá.
Er, el esposo de Tamar, murió sin tener heredero, por lo que Onán se casó después de su muerte con su viuda Tamar, según la Ley del levirato, pero, sabiendo que debido a esa ley los hijos de esa unión no serían suyos, si no de su hermano fallecido, evitó eyacular dentro de ella al mantener relaciones sexuales. Esa conducta de Onán motivó su muerte, pues fue castigado por Yahvé al incumplir la norma de tener descendencia. Luego del fallecimiento de Onán, Judá le pidió a Tamar que se quedara en la casa de su padre, hasta que cumpliera la mayoría de edad su tercer hijo, Selá, quien entonces la desposaría. Tamar, pasando el tiempo y pensando que Judá nunca le daría a su último hijo por esposo, se disfrazó de prostituta, sedujo a su suegro y fornicó con él. Como Judá no tenía dinero para pagar el servicio sexual recibido, Tamara logró que Judá le entregara su sello y su bastón como prenda hasta que le pagara el cabrito prometido como precio. Tamar quedó embarazada, y a los tres meses sus vecinos se lo informaron a Judá para ordenase que la ajusticiaren por ello; ante ello, Tamar probó, exhibiendo el sello y el bastón de su suegro, que era él quien la había embarazado. Por tal acción, Judá la perdonó, ya que se sentía culpable por no haberle dado en matrimonio a su hijo Selá. Tamar dio a luz a dos gemelos: Farés y Zara.