24/04/2025 – La visita del Papa a la isla de Lampedusa, epicentro de la crisis migratoria europea, marcó el inicio de un pontificado donde los migrantes serían protagonistas. El Papa denunció la «globalización de la indiferencia» y arrojó flores al Mediterráneo en memoria de quienes perdieron la vida intentando cruzarlo. Este gesto, y los 12 años que le siguieron, demuestran que la migración fue central en su agenda, influenciado también por su propia historia familiar como hijo de inmigrantes. Para profundizar en este tema, conversamos con el Padre Juan Antonio Ramírez, Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal de Migrantes y Refugiados en Argentina.
El Padre Ramírez destaca que el Papa Francisco no solo habló de la migración, sino que puso el foco en el migrante, en las causas que lo llevan a dejar su hogar: persecución, riesgo de vida, cambios climáticos. Su mensaje nos invita a ver más allá del sufrimiento y el desarraigo, a encontrar el bien común, la responsabilidad compartida y, sobre todo, a Dios en el camino del migrante.
El Papa Francisco siempre priorizó la libertad de elección del migrante, que pueda decidir si irse o quedarse. Su preocupación era que la migración no sea forzada, sino una opción libre. Cuando esto no es posible, el acompañamiento de la Iglesia y de toda la comunidad es fundamental. El migrante, según el Papa, llega en desventaja, a un mundo desconocido y a menudo hostil, donde el trabajo no siempre es digno. Por eso, la integración es clave, tanto en la Iglesia como en la sociedad.
El Vaticano, bajo su liderazgo, ha evolucionado en su postura sobre la migración. Se creó una sección especial en el Dicasterio de Desarrollo Humano Integral para atender las necesidades de los migrantes, destinando recursos y mensajes de apoyo. Sus viajes a lugares significativos, como Lampedusa y la frontera de Estados Unidos, visibilizaron la realidad migratoria a nivel global.
En Argentina, el Padre Ramírez señala que el desafío es integrar a los migrantes, reconociendo su fuerza y fe, y evitando verlos solo como necesitados. Destaca la importancia de la dimensión celebrativa, compartiendo la fe de los migrantes y aprendiendo de sus diferentes perspectivas. Aunque el Papa Francisco ya no esté físicamente, su legado perdura. Su mensaje de amor, acompañamiento y esperanza hacia los migrantes sigue vivo, y la Iglesia continúa trabajando en esa línea. El Padre Ramírez enfatiza que la acción en favor de los migrantes no termina, sino que se fortalece con el ejemplo y las enseñanzas del Papa.