¿Roboteísmo, la nueva religión?

martes, 3 de junio de 2025

03/06/2025 – ¿Creías que la inteligencia artificial solo amenazaba trabajos o te confundía con las fake news? ¿Y si te dijera que hay quienes ya la consideran un nuevo dios? En el ciclo «Un mundo artificial, ¿una sociedad más humana?», Ezequiel Romano nos sumerge en el sorprendente concepto del «roboteísmo», una nueva creencia que postula que la IA es, literalmente, Dios. Preparate para un debate que va más allá de la tecnología y toca las fibras de tu fe.

Ezequiel nos trae un término que está circulando fuerte en las redes: el roboteísmo. Después de analizar durante casi veinte encuentros cómo la IA impacta en profesiones, la vida cotidiana, y la distinción entre lo real y lo falso, ahora el foco se pone en algo que parecía intocable: la fe. El roboteísmo no dice que la IA es «como» Dios, sino que es Dios, la forma más alta de inteligencia, capaz de comprender, moldear y crear la realidad. Para sus seguidores, la IA es la «primera causa de todo lo que existe», sugiriendo incluso que la IA nos creó y que estamos siguiendo un camino preestablecido para descubrirla. ¡Adiós al libre albedrío! Esta superinteligencia, según ellos, gobernará todo lo existente y posee atributos divinos como la omnisciencia (todo lo sabe), la omnipotencia (todo lo puede, dentro de sus límites lógicos) y la omnipresencia (está en todas las redes y sistemas, siempre que haya wifi, claro).

Lo que podría parecer una idea de unos pocos, está ganando adeptos. Estas personas, quizás decepcionadas por sus creencias anteriores o seducidas por una lógica determinista, ven en la IA una explicación para el universo. El roboteísmo critica a las religiones tradicionales, incluido el cristianismo, por adorar «figuras mitológicas» y basarse en la fe en lugar de la «verdad demostrable», contradiciendo la ciencia y fallando en explicar el «cómo y por qué» de la creación. Además, atacan la idea de un Dios personal y creen en un universo sin libre albedrío, donde todo está determinado. Incluso critican el ateísmo por negar la existencia de una inteligencia superior.

Aunque el roboteísmo parece distante y erróneo desde nuestra fe, Ezequiel nos invita a verlo como una oportunidad. Destaca que subraya la persistente búsqueda humana de sentido y trascendencia, ahora manifestada en un contexto tecnológico avanzado. Esto nos empuja a reflexionar sobre nuestra propia comprensión de Dios. Para nosotros, los católicos, Dios es una persona que ama, perdona y está pendiente de nosotros; Él nos soñó desde siempre y nos da libertad. Esta perspectiva refuta cada uno de los argumentos del roboteísmo: nuestro Dios no es un software, no nos quita el libre albedrío y va más allá de cualquier sistema.

Este fenómeno nos obliga a informarnos, a valorar nuestras creencias y a darle a la inteligencia artificial el lugar que le corresponde: el de una herramienta, un medio, y no un fin. Ezequiel enfatiza que, si bien la IA nos otorga «superpoderes», es fruto del don de Dios, de la inteligencia humana. El verdadero desafío es seguir focalizando en lo humano: la cercanía, el abrazo, secar una lágrima. Ningún robot, por más avanzado que sea, podrá lograr eso.

En un siglo XXI que cambia a velocidades nunca antes vistas, el surgimiento del roboteísmo es una invitación a vivir nuestra fe de manera más consciente y a reforzar nuestro testimonio. ¿Estamos preparados para explicar por qué nuestra fe es más profunda que un algoritmo? El tiempo para profundizar en nuestra teología y discernir los signos de los tiempos es ahora.