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En el misterio del Amor lo repetitivo deja de ser rutinario
miércoles, 5 de septiembre de 2007
Simón, hijo de Juan ¿me amas?. Señor, tu sabes que te amo.
Juan 21, 15
El texto que acabamos de compartir está en el Evangelio de Juan en el capítulo 21 en el verso 15, pero se repite por tres veces el diálogo:
Simón, hijo de Juan ¿me quieres?, Simón, hijo de Juan ¿ me amas?, Simón, hijo de Juan ¿ me amas?, Señor tu sabes que te quiero, Señor tu sabes que te amo, Señor tu lo sabes todo, tu sabes que te amo.
Es una triple repetición de amor y es en torno a este repetir que en el rosario se hace un Ave María tras otra buscando asimilar el camino del misterio de Jesús.
El rosario lo que hace es proponer la meditación de los misterios de Cristo con éste método característico adecuado para favorecer su asimilación. Se trata del método en la repetición.
Vale particularmente para el Ave María esto que se repite diez veces en cada misterio. Claro si uno considera superficialmente ésta repetición se podría pensar que el rosario es una práctica árida, aburrida. En cambio si en el repetirse nos descubrimos guiados, orientados, sostenidos y fortalecidos por el amor como nos pasa en las cosas de todos los días donde en el ámbito de la vida familiar nos repetimos en un ritual que si uno lo ve con atención es característico de nuestro modo de comportamiento y sin embargo nos sentimos en el amor siempre renovado.
¿Cuándo se hace monótono el rosario? Cuando lo que guía mi oración no está inspirado en el amor, no está sostenido por la fuerza de la caridad. ¿ cuando mi vida personal se hace rutinaria, monótona, ritual? ¿Cuando en la convivencia no es el amor lo que prima o éste se ha desgajado, se ha maltratado? Cuando nosotros vivimos en el amor y desde el amor podemos repetirlo y la cosa siempre será así, porque es el Espíritu, es el alma lo que marca el sentido diverso de lo que se repite.
Es en el amor que te invito a renovarte en ésta oración donde caminamos para asimilar el misterio de Jesús y como toda cosa importante que debemos asimilar, la estructura humana requiere de la repetición y solamente del saber repetirse sin aburrirse viviendo en el amor podemos encontrar en el rosario el gusto de ésta bellísima oración.
Ha tenido una reflexión en torno a la rutina, en torno a la estructura rutinaria con la que el hombre se vincula con lo que rodea su existencia, Carl Jung, el psicólogo alemán, el padre de la psicología, discípulo de Freud en principio, leyendo justamente en dos vacaciones por un lado la biografía de Freud y por otra parte la de Carl Jung , dos volúmenes grandes, en los dos textos pude descubrir esto que la paternidad de la psicoterapia se la debemos a estos dos grandes pensadores y Carl Jung tenía y tiene en su escuela el planteo de como es que el hombre encuentra camino en su vida.
Tiene una reflexión muy lúcida respecto de los rituales. Como lo ritual, lo repetitivo es terapéutico. Claro cuando se vive en éste espíritu de amor. Por eso no debe extrañarnos que la relación de Jesús sirva de la ayuda de un método.
Dios se comunica con nosotros respetando nuestra naturaleza y nuestra naturaleza tiene su ritmo. Los ritmos de la naturaleza responden a una ritualidad. Por eso la espiritualidad cristiana incluso conociendo las formas más sublimes del silencio místico en todas las imágenes, palabras y gestos va como superado por la intensidad de la unión inefable con el Señor y se caracteriza por implicarse en espiritualidad con la persona toda que necesita de una estructura determinada para poder desarrollarse en cualquier ámbito de la vida.
Vamos sobre lo concreto para que descubramos esto de que son los ritos. Te pido que pienses que hacés cuado te levantás, o cuanto hiciste en estos tres días que han pasado de la semana. Después que hiciste lo primero, ¿ que hacés después? Veamos si no estoy dando sobre la tecla o si no es así háganmelo saber.
Nos levantamos, abrimos los ojos, nos ponemos de pie, vamos al baño, nos lavamos la cara o nos cambiamos antes y después nos lavamos la cara, nos lavamos los dientes en algún caso nos podemos bañar si no nos bañamos la noche anterior, después de esto un buen desayuno tempranito o unos buenos mates y después se sigue un rito, después tenemos por delante una rutina, después tenemos por frente de nosotros una reiteración que responde a nuestra estructura natural que por ser Espíritu encarnado supone una acción que se reitera donde nosotros vamos como dándole cauce, vamos dándole curso a lo que nos toca para desarrollar en la vida haciendo que nuestro espíritu que guía nuestro accionar, nuestro yo más hondo y más profundo encuentre un lugar desde donde poder actuar.
A esto le llamamos ritmo, así explicado simplemente, ritmo vital. Suponen los ritmos vitales una estructura donde montarse, donde afianzarse para que nosotros podamos encontrar caminos por donde llevar nuestra vida. Esto aparece claramente representado en la liturgia.
En los sacramentos y en los sacramentales están estructurados con una serie de ritos relacionados con diversas dimensiones de la vida de las personas.
También la oración no litúrgica por ejemplo el rosario que es una devoción tiene ésta misma exigencia y en éste sentido decimos que el encuentro con Dios en la liturgia y en la devoción supone de parte nuestra una estructura antropológica es decir un modo de ser hombre en torno al cual hay que ir construyendo éste vínculo.
Cuando esto lo hacemos de manera reiterada en el rosario estamos dando respuesta a una realidad que dice Juan Pablo II bellamente en Rosarium Virginis Mariae es una realidad que necesita de lo ritual. En Oriente ocurre lo mismo que en occidente en torno a la oración solo que la reiteración está centrada sobre la persona de Jesús y su misericordia.
Así como en occidente la oración fuerte es sobre todos los misterios de Jesús con María en el Ave María y en el rosario todo completo, en Oriente la oración es: Señor Jesús, hijo de David o hijo de Dios, ten piedad de mi que soy un pecador.
Cuando rezamos una oración que se repite tenemos que estar atentos como ir dejando que el alma de la oración sea la que se sostenga o se encauce. Este es el sentido de rezar el rosario con la estructura de la oración del rosario pero siempre guiados por un alma que nos conduce, que puede ser ésta alma, por ejemplo una representación de la imagen del misterio que estamos contemplando.
Si por ejemplo nosotros estamos meditando, orando, los misterios de gozo, nos metemos dentro de los misterios de gozo imaginándonos con el corazón, con todo nuestro ser como fue aquello, como fue éste diálogo entre María y el Angel, la actitud que la Virgen tomó, como respondió, la alegría con lo que recibió, el temblor interior que le generó éste anuncio, la respuesta fiel, confiada, en la oscuridad de la fe que ella dio.
Entonces tenemos la oración que se repite, Ave María tras Ave María con el Padre Nuestro en el comienzo y el gloria al final y en el centro de todas éstas oraciones reiteradas en la estructura ritual con la que lo hacemos como para todas las cosas en la vida, dejarnos guiar por la mística de lo que estamos contemplando.
Por eso decía el Papa a pesar de ser rítmica la oración y tener como una estructura ritual donde se repite la misma oración, hay que renovarla, se puede mejorar. Decía el Papa, en la Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte, he recordado que en Occidente existe también hoy una renovada exigencia de la repetición.
Se encuentra a veces en otras religiones. Hay cristianos, decía el Papa, que al conocer poco la tradición contemplativa de la vida cristiana se dejan atraer por éstas propuestas, sobre todo digo yo éstas más de meditación oriental que pululan y bastante en la búsqueda de los que necesitamos encontrarnos con la unidad del ser.
Esto es posible, decía el Papa, si nosotros nos adentramos en los misterios de Cristo que como compartíamos ayer es el que mejor revela la condición humana.
Lo que vos sos y estás llamado a ser contemplando los misterios de Jesús te devuelve en potencia tu más honda y profunda identidad.
Enunciamos el misterio y tenemos la oportunidad de contemplar al mismo tiempo la imagen, lo que representa.
Esto es como así decirlo abrir un escenario en el cual concentrar la atención. Las palabras nos conducen a la imagen. El espíritu de aquel determinado episodio, momento de la vida de Cristo.
Esto es lo que hacemos cuando decimos oramos el rosario. Por ejemplo como decíamos recién. Tomamos los misterios de gozo, hacíamos mención a la Anunciación.
Veamos ahora la Visitación, María visita a su prima Santa Isabel, segundo misterio de gozo. Contemplamos como está María. Está la fe, la confianza y la alegría:
Alégrate llena de Gracia el Señor está contigo
.
Lo dice el Angel. Bienaventurada, felíz, María canta la grandeza del Señor. Es decir, en éste peregrinar hacia la casa del Padre, María va con la alegría que el Angel dejó en su corazón de haber sida elegida por Dios desde siempre como la madre del redentor pero al mismo tiempo ella lleva la oscuridad de la fe en su más profundo ser y con el encuentro con Isabel aquella alegría termina por potenciarse aún más, el niño salto de gozo en su seno y María canta la grandeza del Señor.
Entonces la imagen de la visita es una imagen llena de luz, llena de claridad, llena de transparencia. Hay la posibilidad, yo me imagino al menos, un abrazo sostenido con la lágrima propia que surge de la conmoción de las cosas lindas que nos ocurren que no la podemos expresar tan fácilmente sino cuando los ojos se nos humectan se nos llenan de lacrimogeneidad.
Las lágrimas que expresan el sentir profundo del corazón. Yo me imagino así la Visitación. Yo me imagino que todo lo que ocurre en aquel ambiente de encuentro está signado por el canto, por el baile, por el gozo, por la alegría, por la emoción y hasta un profundo silencio donde las palabras son casi elegidas como muy escuetamente, muy sintéticamente por así decirlo para darle lugar a lo sagrado.
Cuando lo sagrado se hace austero tiene lugar el misterio. Cuando lo sagrado se hace austero el misterio se expresa como con mayor posibilidad. Me imagino una alegría serena, una alegría austera, una alegría que dice y hace como es toda cosa de Dios.
Algo sabemos que se nos escapa que aquello que podemos atrapar por así decirlo. Ignacio de Loyola en los ejercicios espirituales, nos lo recuerda Juan Pablo II en Rosarium Virginis Mariae ha recurrido a éste elemento visual, imaginativo que en latín llamamos la conductitio notchi.
Como una ayuda para favorecer la concentración del Espíritu del corazón en el misterio. ¿A que responde esto? Lo dice el Papa, a la lógica de la trinidad. Dios ha querido asumir en Jesús bajo su mano por medio de su realidad que es corpórea. Es a traves de éste cuerpo de Jesús que nosotros entramos en contacto con el misterio de la Trinidad y por eso la representación imaginativa en ésta línea de adquirir el misterio escondido de Dios, corporeidad, nos pone en profunda sintonía con el misterio de la encarnación.
Para dar fundamento bíblico y mayor profundidad a la meditación de lo que hemos entrado con la imaginación a contemplar del misterio es bueno proclamar el pasaje bíblico que corresponde a eso que estamos contemplando. Por ejemplo si seguimos con lo que decíamos recién respecto de la Visitación de María a su prima Santa Isabel nosotros podemos valernos del texto bíblico que nos trae a la memoria entonces como yo tengo aquí la Biblia abro el pasaje del Evangelio de San Lucas en el capítulo 1, 39 y me encuentro con lo que el evangelista nos dice de cómo fueron aquellos acontecimientos.
Dice así la Palabra:
en aquellos días se levantó María y fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Sucedió que en cuanto oyó Isabel el saludo de María saltó de gozo el niño en su seno e Isabel llena del Espíritu Santo exclamó: bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre ¿quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Y porqué leer la Palabra? Porque si viene cierto que el instrumento imaginación y la composición de lugar nos ayudan, la fuerza que tiene la Palabra no la tiene nada. Nada más como ella con su capacidad creadora, con su fuerza comunicativa, con su posibilidad de penetrar y transformar el anuncio. Ninguna otra palabra tiene la eficacia de ésta Palabra.
Por eso hay que escucharla con la certeza de que Dios, Palabra pronuncia hoy para mí su mensaje. Cuando la recibimos de éste modo la Palabra entra en la metodología de la repetición del rosario sin el aburrimiento que produciría la simple reiteración de una información ya conocida.
Es lo que nos pasa a veces cuando rezamos el rosario: el segundo misterio María visita a su prima Santa Isabel, pero no lo decimos desde la Palabra, lo decimos desde el dato ya sabido y entonces sin capacidad de sorpresa entre la simple novedosa manifestación con la que la Palabra se nos comunica.
Entonces cuando enunciamos el misterio no se trata de recordar una información sino de dejarle hablar a Dios.
Padre Javier Soteras
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