“Si quieres ser perfecto, ven y sígueme”

lunes, 18 de agosto de 2025

18/08/2025 – El Padre Javier Soteras nos invita a reflexionar sobre el Evangelio del joven rico (Mateo 19,16-22), donde Jesús nos llama a pasar del simple cumplimiento a la libertad del amor y el seguimiento. Una catequesis que nos anima a soltar las seguridades para descubrir la verdadera riqueza en Cristo.

El encuentro con Jesús

Un joven inquieto se acerca a Jesús con una pregunta decisiva: “Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?”. No busca solo reglas, sino plenitud. Jesús lo conduce de la observancia de los mandamientos hacia una invitación mayor: vivir desde la lógica del don y del seguimiento personal.

Del cumplimiento a la radicalidad

El joven declara: “Todo eso lo he cumplido”. Pero Jesús lo invita a ir más allá: “Si quieres ser perfecto, ven y sígueme”. Aquí se revela que la fe no se reduce al cumplimiento, sino que es un llamado a la comunión y a la entrega radical de la vida.

La tristeza del joven rico

El relato culmina con el gesto dramático: “se fue entristecido, porque tenía muchos bienes”. Esta tristeza refleja la paradoja del Evangelio: aferrarse a lo que creemos necesario termina vaciándonos. Las riquezas prometen seguridad, pero se convierten en cadenas cuando ocupan el lugar de Dios.

La mirada de Jesús

Jesús no condena al joven, lo mira con amor e invita a una libertad más grande. El problema no está en tener bienes, sino en absolutizarlos. “El dinero debe servir, no gobernar”, recuerda el Papa Francisco en Evangelii Gaudium. Seguir a Jesús es soltar para poder recibir.

Los Padres de la Iglesia

San Jerónimo: Cristo no obliga a todos, sino a quienes buscan la perfección.

San Juan Crisóstomo: las riquezas terminan poseyendo al hombre.

San Agustín: “No es malo tener riquezas, sino ser esclavo de ellas”.

Un camino de libertad para hoy

También hoy nos encontramos divididos entre deseos de plenitud y nuestras seguridades: bienes, prestigio, afectos posesivos. Jesús nos invita a soltar y confiar. Como decía el Cardenal Martini: “La verdadera riqueza no es la acumulación, sino la disponibilidad de uno mismo al Reino”.

Este Evangelio nos invita a revisar nuestra vida:

¿Qué me ata e impide seguir a Jesús con alegría?

¿Qué seguridades prefiero antes que su llamada?

¿Estoy dispuesto a ir más allá del simple “cumplir”?

La tristeza del joven rico puede convertirse en alegría si nos animamos al salto de la confianza. Jesús es nuestro tesoro verdadero.