26/08/2025 – En esta oportunidad, la Hermana Graciela, de la Orden Dominicana, desmenuza el lema que ha guiado a su comunidad por siglos: la búsqueda de la Verdad. Lejos de ser un concepto abstracto o un arma para ganar debates, la verdad dominica nace en un contexto histórico de «errores y de convulsiones». Frente a esto, la respuesta de Santo Domingo no fue la confrontación, sino un camino radicalmente distinto. Como explica la Hermana, «lo fundamental en él no es ponerse a confrontar desde una dialéctica […] sino desde la escucha y el diálogo ir llevando de a poquito también a la persona a ese encuentro con la verdad». Este enfoque, basado en la paciencia y el acompañamiento, sigue siendo el pilar de su carisma, invitando a un encuentro genuino en lugar de una imposición.
La reflexión se adentra en la naturaleza misma de la verdad, diferenciándola de las percepciones subjetivas. En una época donde prevalece la idea de «mi verdad, tu verdad», el ideal dominicano apunta a una «verdad objetiva y trascendente», que para los cristianos se personifica en Jesucristo. Sin embargo, esta búsqueda no es meramente externa o intelectual. La Hermana Graciela destaca que también existe «una verdad propia en lo hondo de cada hombre, donde el hombre se va a descubrir su verdad más onda de ser amado, de ser creado, de haber sido redimido». Es un camino que integra el estudio contemplativo y la experiencia vital, uniendo la mente y el corazón en un mismo anhelo.
Uno de los puntos más importantes de la conversación es la advertencia sobre la tentación de poseer la verdad. La Hermana es clara al afirmar que la búsqueda de la verdad no debe convertirse en una «lucha de poder». Por el contrario, la actitud correcta es la de la humildad y el compartir. En una de sus frases más iluminadoras, resume el ideal dominico: «La verdad está para ser contemplada, para ser saboreada y para ser compartida y anunciada». Usar la verdad sin caridad es como «tirarle al otro una frazada mojada», algo que aplasta en lugar de liberar. Por ello, es indispensable la pedagogía de la paciencia y el amor, reconociendo que la revelación de la verdad en la vida de cada persona es un proceso sagrado.
Finalmente, la Hermana Graciela conecta esta misión con los desafíos actuales, especialmente ante lo que el Papa Benedicto XVI llamó la «dictadura del relativismo». Hoy, la búsqueda de la verdad se debate entre dos extremos: quienes niegan su existencia y quienes «se creen poseedores y dueños de la verdad». Frente a ello, la propuesta sigue siendo el camino del Evangelio, un sendero de integración y humildad. La verdadera experiencia con la verdad no busca avasallar al otro, sino que produce una transformación interior. Como concluye la Hermana, «la verdad te convierte antes que convertir al otro, te transforma a vos primero», recordándonos que este viaje es, ante todo, una conversión personal y constante.
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