02/12/2025 – La presencia de palomas en las principales ciudades de Argentina, como Córdoba, Rosario y Santa Fe, ha dejado de ser un simple detalle del paisaje para convertirse en un tema de debate sobre gestión urbana y salud pública. Estos animales, que se adaptan con facilidad a los entornos urbanizados, generan diversos inconvenientes que van desde el deterioro de infraestructuras hasta la preocupación por posibles riesgos sanitarios. El daño que provocan en monumentos y edificios obliga a municipios y particulares a destinar recursos en la instalación de elementos disuasorios, como redes o «pinchos», y en tareas constantes de limpieza para mitigar las consecuencias de su proliferación.
Este panorama ha impulsado a diversas jurisdicciones a buscar soluciones concretas para controlar la población de estas aves. En la provincia de Santa Fe, por ejemplo, el problema ha escalado al ámbito legislativo, donde se ha avanzado con la media sanción de una ley que busca implementar un programa de reducción enfocado en la paloma torcaza (zenaida auriculata), especie que ha causado pérdidas significativas en cultivos de la región. La discusión se centra en determinar si la paloma es una plaga o si debe ser considerada una «habitante normal» cuyo número requiere ser regulado para asegurar un equilibrio en el ecosistema urbano.
Para profundizar en este complejo escenario, abordamos la situación con Pablo Capovilla, un profesional con experiencia en el estudio de aves, reconocido como guía e intérprete de la naturaleza, y que además ejerce como asesor de municipios y de la organización Aves Argentinas. Su perspectiva técnica y conocimiento sobre el comportamiento aviar serán fundamentales para entender la problemática, evaluar la eficacia de los programas de control y analizar las implicancias de considerar a las palomas como un foco de riesgo para la salud o como un desafío de convivencia en el hábitat metropolitano.
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