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El espíritu de vanidad
martes, 9 de octubre de 2007
Señor, tú me sondeas y me conoces,
Tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares.
Antes que mi palabra esté en mi lengua, tú,
Señor, la conoces plenamente;
me rodeas por detrás y por delante
y tienes puesta tu mano sobre mí;
una ciencia tan admirable me sobrepasa;
es tan alta que no puedo alcanzarla.
¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré lejos de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;
si me tiendo en el Abismo, estás presente.
Salmo 139 (138)
Una expresión que utiliza Maximiliano García en “Solo Dios Basta” define claramente el estado en el que Teresa permanece durante toda su vida de cara a Dios y como Él su gran problema.
Dice Maximiliano por poco que hayamos entendido la lectura en torno a la vida de Teresa de Jesús no nos resulta difícil aceptar que Dios es su problema, por eso hemos tomado este Salmo 139 (138) este de la omnipresencia de Dios y lo queremos descubrir en la vida de Teresa y también en la vida de cada uno de los que se disponen abrirse y a descubrir el misterio de la vida cuando se abre al misterio de la vida y se deja cuestionar por ella y también le hace preguntas a la vida, sin dudas que entre preguntas y respuestas los problemas se van sintetizando en uno, “Dios es el gran problema del hombre” y cuando hablamos de problema hablamos de la gran pregunta y la gran respuesta, en la vida de Teresa de Jesús Dios ha sido el que estuvo al principio, ha sido el que en un momento determinado de su vida marcó el antes y el después, cuando fue el momento de la segunda conversión y ha sido con el que Teresa pulseó durante toda la vida hasta que Dios se le regaló y le dio tantas gracias, tantas mercedes que pudo en esta pulseada y triunfó sobre su vida, la vida sin Dios es una contradicción, Dios es algo inseparable de la vida de Teresa por eso su vida es historia de la misericordia del Señor, Dios es el drama y es la solución en su vida.
Hoy queremos detenernos en un párrafo de su historia donde sobre la vida se cierne una sombra de muerte, así habla ella cuando se refiere al acontecimiento que marcó estas sombras que la acompañaron durante largo tiempo hasta el momento de la segunda conversión, tiene que ver con la muerte de su madre, la muerte de la madre de Teresa de Jesús como ella bien lo expresa en la historia de su vida cierne sobre su propia existencia una sombra de muerte, a poco de morir la madre de Teresa entra en un largo período que ella misma lo bautiza refiriéndose particularmente a los últimos tiempos, es un período que comprende el final de la vida como laica y toda la primera parte de su vida como religiosa, alrededor aproximadamente de unos 20 años Teresa ha derramado muchas lágrimas de dolor por este tiempo, nunca lo ha podido olvidar y le ha servido para afirmarse mas en el convencimiento del Dios del amor que precedió su vida, pronunciar con autoridad su palabra de esperanza a esta alma imperfecta, en el fondo lo ha concebido como un tiempo privilegiado, denso, pero igualmente en la densidad cargado de la luminosidad de la presencia de Dios, lo primero que salta a la vista cuando leemos la autobiografía de Santa Teresa respecto de este tiempo es la intensidad y la ponderación, el desgarro brutal con el que la santa cuenta su aventura en muy poquitos capítulos que le dedica, hay como una cierta realidad patética en su vida, sin embargo hay esperanza, hay dramatismo fuerte que salta hasta expresarse en lágrimas prendiendo en nosotros como lectores a medida que vamos avanzando en la lectura.
Esta muerte de su madre marca un camino doloroso dice ella que cuando se encontró frente a esta realidad lo primero que le surgió en el corazón era elegirla a María como Madre, sin embargo este desgarrón de muerte que también lo expresa ella cuando se va al convento definitivamente ha marcado una parte importante de su vida y hay algunos datos que muestran como este tiempo de dolor marcó un tiempo importante de su vida, es interesante en la propia biografía, en tu biografía y en la mía descubrir esos momentos de dolor, de sufrimiento que marcan también nuestra existencia y que si nosotros no los hacemos concientes nos gobiernan desde un lugar de sombra, de tristeza, de oscuridad, de desgarro que no nos permite ser del todo felices por eso vamos a intentar descubrir un momento significativo de nuestra vida donde la vida se vio como teñida de sombra, como esos días de neblina que sabemos que el sol está pero no aparece con toda su luminosidad porque hay algo en la atmósfera que impide que podamos descubrir sus rayos, así la vida también, hay momentos en la vida que aparecen a pesar de la luz como con neblina, esos momentos queremos descubrir porque de esos lugares podemos sacar mucho fruto si aprendemos a trabajarlo, Santa Teresa de Jesús nos enseña un camino.
Detenete por un instante y familiarízate o reconcíliate, hace conciente el momento mas doloroso de tu vida, ese que vos dijiste aquí se produjo un desgarrón en mi propia existencia, me marcó desde el costado crucificante de la vida, vamos a intentar descubrir juntos cómo esos lugares de la vida pueden ser redimidos si los trabajamos, como de hecho lo hizo esta mujer que supo defenderse ante los dolores de la vida y descubrir que Dios también estaba presentes en ellos.
En la autobiografía de Teresa descubrimos cómo Dios siempre presente en su historia se manifestó clara y diáfanamente en los comienzos mismos de su infancia, aquel relato de sus deseos de martirio con su hermano Rodrigo cuando eran muy pequeñitos define con muy poquitas pinceladas y unos pocos textos el corazón que Dios va formando ya desde niña en Teresa de Jesús, mas todos los relatos que ella hace desde su infancia, su niñez, aunque breves, muy descriptivos de cómo es el corazón de Teresa, esa imagen nítida que la santa nos ha dado de sí misma en el primer capítulo de la autobiografía comienza como a perderse, va como perdiendo fuerza, haciendo como vaporosa su vida bajo una sombra no clara, se inicia como un proceso de alejamiento de empobrecimiento de una cierta descomposición de la personalidad recia que hizo que Teresa afirmara desde pequeña “siempre”y esta palabra comenzara como a ganar mi corazón de niña la eternidad y quererla a ella mas que a nada, aunque no dicho con estas palabras expresado así en su sentir.
Teresa se va como resbalando hacia lo oscuro del anonimato de una vida a la que le falta un amor que le de consistencia y al mismo tiempo le sobran amores, sin embargo ninguno termina por darle sentido a su existencia.
Teresa va alzando su estatura llamadora, provocativa, la presencia de otros amores, ya no solo Dios, un nivel va surgiendo en el horizonte de la Teresa adolescente y acercándose a ella peligrosamente, es el mundo y ella lo cuenta con mucha gracia y con mucha claridad cuando habla cómo las novelas de caballería eran las que se permitieron compartirle el espíritu del mundo y las conversaciones vanas, y las que no tienen sentido, empieza a descubrir este costado de la vida que le quita entusiasmo a la existencia, a esa tan fogosa y a regalarle un corazón mas bien que se va empobreciendo y enfriando, sin ruido, sin locas exageraciones.
Teresa lo recibe, le abre la puerta de su vida a este espíritu y así comienza a quedar por detrás ese tiempo en que no tenía ojos sino solo para Dios y un deseo dominado totalmente en su existencia, ser de Él, contentarle, como expresión muy suya. Entran otros amores y arrastran a Teresa dando a su vida otro sesgo muy distinto al que hacían presumir las palabras primeras del discurso de la vida, es difícil ponerle nombre a este estado interior, a este modo de estar en la vida, vanidad del mundo le llama ella.
Qué quiere decirnos con esta expresión, nos conformemos con entender que la vida se hace poco consistente, para entender en la lógica del dinamismo vital de Teresa de Jesús esta vanidad del mundo y este espíritu del mundo no se puede dejar atrás, aquella expresión que abre la explicación de este tiempo, comenzó a ceñirse sobre mí una sombra de muerte a partir de la muerte de su madre.
Vanidad del mundo en la que cae, en la que se sabe envuelta, en la que ella está atada, es como cuando uno se descubre caminando sin hacer pie, o caminando y resbalando, caminando y agarrándose de las paredes o tomándose de lo primero que se pasa para no caer, esto puede como describir de manera figurada el estado interior de la vanidad del mundo que suele acompañarnos como estado interior cuando ante la cosa bella de la historia, de la propia existencia por algún golpe que la vida nos dio sentimos como que hay algo que se desinfla en nosotros y el entusiasmo empieza como a perderse y el fuego que acompañó a la decisión de los amores y del Amor con mayúscula que fue marcando nuestra vida como que se viene extinguiendo, por eso cuando entramos en caminos de vanidad es un poco el resultado de la cultura de la muerte en este tiempo donde todo da igual que es el relativismo en términos absolutos, como ha dicho tan clara y diáfanamente nuestro Papa Benedicto XVI antes de iniciar el Cónclave con los Obispos Cardenales tuvo un discurso maravilloso y en él entre cosas afirmó que estamos frente a un nuevo absoluto o una nueva tiranía, la tiranía absoluta de lo relativo, es propio del espíritu del mundo y es resultado de la cultura de la muerte, todo da igual, todo da lo mismo, no hay diferencias, es un mensaje de muerte, no hay virtud, tampoco hay pecado todo da exactamente lo mismo, por eso la vida está como despreciada, sin sentido, sin valor, este es el estado de vanidad, la vida se hace vana, se hace pasajera, en ella como dice Martín Descalzo surge un gran bostezo que la sintetiza cuando no hay un absoluto luminoso como estuvo al principio de la vida de Teresa de Jesús sino que gobierna un sentimiento de muerte, una sombra de muerte, comenzó a ceñirse sobre mi vida y una serie de acontecimientos comienzan a explicar que esto fue así como ella lo describe tan claramente en su autobiografía.
Teresa en su capacidad descriptiva de los sentires de su mas profundo corazón nos regala en su autobiografía la posibilidad de descubrir caminos a través de los caminos que Dios le permitió caminar a ella cuando habla de este estado interior de vanidad cuando va avanzando su vida, vanidad como consecuencia de la muerte, tiene expresiones que nos pueden ayudar para entenderlo a este estado interior con el cual estamos seguramente mas de una vez emparentados, “Vanidad del mundo, pasatiempos y conversaciones” esto suele ocurrirnos cuando tenemos tiempo libre ¿no?
Cuando no estamos ocupados, cuando no tenemos una rutina o una agenda que se muestre exigente en el cumplir una determinada tarea, cuando no puede sobre nosotros la tarea sino que nos llama a la puerta, al reposo, al descanso, qué hacemos con el tiempo, ahí podes descubrir si te gana o no te gana la vanidad, en qué dedicas el tiempo y cómo distraes el tiempo, lo que utilizamos como instrumento para ocupar el tiempo libre, el pasatiempo es lo que define con qué calibre de interioridad nos estamos vinculando a la vida, en mas de una oportunidad te encontrás con que esta descripción que hace Teresa de la vanidad de la vida forma parte de lo que te ocurre, a veces es como que uno pierde el tiempo, no lo aprovecha, pasa el tiempo, no lo transcurre, no lo vive, no le saca fruto, no honra la vida, sino que la transcurre, la pasa, es el gran bostezo.
Hay un acontecimiento que puede darnos la clave de esta situación de depresión en la que Teresa se mete a partir de la muerte de su madre, esta en el punto mas bajo de su postración moral como dice Maximiliano Raez García, conversa con su padre que vive las delicias de la vida con Dios en la oración, el padre de Teresa había sido una persona muy santa, le había introducido a su hija en este espíritu con muy buenos libros, cuando estaba en el convento asistiéndola con sus palabras, con su aliento, sin embargo ahora la conversación es como que languidece y esto ocurre no porque el padre haya perdido fuerza en su compartir sino porque Teresa está en otro lado, ella lo describe cómo es que esta, como el estaba en tan subido estado no estaba después tanto conmigo sino como me había visto se iba, era tiempo perdido como yo lo gastaba en otros vanidades él se me daba poco, es decir, no compartían la vida en ese lugar donde la vida se comparte en plenitud.
Es cuando la conversación en la amistad, en el vínculo fraterno la toman las cosas importantes, un fuego se enciende, se prende interiormente una hoguera y las conversaciones tienen ese sabor que parece nunca se acaba, son mas que un plato suculento, es mucho mas que un alimento delicado con esos que nos gusta paladear la vida, esta experiencia la hizo San Benito con su hermana, pasar una noche entera dialogando hasta que los encontró el sol de tanto diálogo en la amistad y en la caridad en Dios sostenían, estas son las que ahora Teresa no puede sostener porque una sombra de vanidad como prolongación de la experiencia de la muerte de su madre ha ganado su corazón, es un dolor brutal con el que ella identifica esta etapa de la vida y sobre este lugar Teresa va a volver repetidas veces para llorar, no con el llanto de la culpa psicológica que hunde sino con el dolor del pecado que libera, con el llanto que transforma que da la determinación de no volver sobre ese estado interior y que en todo caso si aquello ocurrió fue parte de la pedagogía con la que Dios se valió para conducir el camino de Teresa Ahumada hasta donde Él lo quería conducir, hasta la plenitud, hasta hacerla doctora, maestra en la espiritualidad.
Nada de la vida se le escapa a Dios tampoco estas vanidades en las que podemos andar metidos como claramente lo define Teresa de Jesús al relatar esta etapa de su vida que la deprime como dice Maximiliano García, la pone en su postración moral mas profunda, esta vanidad que la tiene esclavizada apunta hacia el centro de gravitación de su vida, es decir hacia el lugar donde la vida se define y poco a poco el corazón va como ganando terreno hasta querer constituirse en la fuerza en la cual y en torno a la cual todo se gobierna, una parte importante de existencia en lo que tiene que ver con el vínculo con su padre que esta marcada por esta realidad, hay un pariente con el cual Teresa siente esta fuerza de atracción de lo vanidoso en la vida, que después se va a repetir mas adelante con el encuentro con aquel sacerdote con el que tiene un vínculo de amistad atraída ella por el estado interior en el cual vive tan fuera de sí como dice Teresa, tan enredado como andaba aquel hombre, pero en este tiempo es ese pariente suyo que ella dice parece me quería imprimir las condiciones y hay un espíritu libre es el de Teresa, es como que viene en sus genes, en su propia naturaleza, Dios la creado así para la libertad e imponerle condiciones parece que ha sido el peor de los modos con la que el mal en el espíritu del mundo ha venido ha querer atrapar a Teresa que logra zafar a partir de una metamorfosis que se comienza a dar en la presencia de ella en el Monasterio de Nuestra Señora de las Gracias, poco a poco a partir de esta huída hacia el monasterio comienza ella a tomar como vuelo de nuevo, ella misma lo describe así “Comencé a tornar a poner en mi pensamiento deseos de cosas eternas” comienza como a salir de este pantano, como haber encontrado la piedra para hacer girar la rueda de la vida y salir hacia delante de este lugar de fango.
Otro momento importante donde el alma de Teresa respira, donde las vanidades de la vida han ido como llevándola a enfermarse es en Ortigoza al lado de su tío en el que ella dice a él también el Señor lo andaba disponiendo para sí, el Señor los había elegido, les tenía como un amor particular hacia su persona y lo utilizó como instrumento para que a través de alguna lectura de libros Teresa pudiera como ir volviendo como dice ella vine a ir entendiendo la verdad de cuando niña de que no era todo nada y la vanidad del mundo y como acaba esta en breve, es como si hubiera empezado a fluir de nuevo el corazón de Teresa en la corriente de lo eterno, esa que la hizo enamorarse de la expresión “para siempre” entendiendo el final de la vida como el comienzo de la eterna y donde verdaderamente todo se descubre como vano, comenzó como a encender los deseos en su conciencia y a enderezar la tendencia primitiva de enderezar su corazón hacia la cosa vana, ¿hasta dónde llegó Teresa en estos tiempos? No se puede hacer aquí una lectura moralizante.
Cuando hablamos de que una sombra de muerte se ciñe sobre la vida y que esta se hace vana cuando a la muerte no la enfrentamos, cuando no le ponemos nombre a lo que nos pasa, estamos queriendo describir los estados interiores de letargo en los que permanecemos sin poder encontrarle verdaderamente sabor y consistencia al hecho de existir, la vida nos transcurre, la vida pasa pero no pasa nada mientras la vida pasa se nos pasa el tren, no somos protagonistas de la propia historia, en todo caso somos parte de un engranaje grande que esta bajo el signo del letargo vital que se explica con la rutina de todos los día y que es suficiente como para dar razón a la existencia y que en realidad no hay una razón de mayor peso que nos venga como hacer respirar hondo y ha sentir que la vida vale la pena ser vivida, cuando entramos en ese estado hay que comenzar a describirlo hay que animarse a sacárselo de arriba a este espíritu del mundo que hace que todo termine por ser relativo, da todo igual, cuando todo nos da lo mismo es cuando hemos sido metidos dentro de las redes de la vanidad y la existencia pierde razón de ser, la vida se nos hace un gran bostezo, no tiene sentido.
Padre Javier Soteras
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