A los pies del Maestro

martes, 8 de octubre de 2019
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08/10/2019 – Martes de la vigésima séptima semana del tiempo ordinario

“Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que muy estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada»”

Lucas 10,38-42

En el evangelio de Lucas tienen especial relieve los personajes femeninos. Hoy son dos hermanas, Marta y María, que viven en Betania con su hermano Lázaro, a quién Jesús resucitó. Jesús es huésped de esta familia amiga. Marta se multiplica para dar abasto con el servicio, mientras María está sentada a los pies del Señor escuchando su palabra. Llega un momento en que Marta pide a Jesús que su hermana la ayude. Entonces él le dice cariñosamente: Marta, estas inquieta y nerviosa con muchas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte.

La respuesta de Jesús a Marta merece atención especial. Jesús no descalifica el trabajo de Marta, el servicio de hospitalidad, sino que le advierte de un peligro: la ansiedad y también resalta una oportunidad que su hermana María ha sabido aprovechar: la escucha de la palabra. Ahí está la primacía, porque “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”; por eso “buscad sobre todo el reino de Dios y lo demás se dará por añadidura” (Mt 4,4; 6,33). Así se explica que sólo una cosa es necesaria.

La intención de Jesús no es plantear una disyuntiva excluyente entre la acción (Marta) y la contemplación (María), para valorar y quedarse tan sólo con la segunda. No hay oposición entre trabajo y oración, reflexión y praxis cristiana, porque una y otra tienen un mismo origen: la palabra de Dios, y una misma finalidad: el servicio del Reino. La escucha de la palabra se orienta a la acción, y ésta se alimenta en las fuentes de la palabra.

Son los dos aspectos que Jesús incluyó en la bienaventuranza de la palabra: escucha y práctica. Así se construye en solidez. Contestando Jesús al piropo de una mujer del pueblo sobre su madre bendita, y a los que le avisaban de la presencia de sus familiares, dijo: “Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. Esos son mi madre y mis hermanos” (Lc 11,28; 8,21).

Marta, Marta

Marta cuando se dirige a Jesús y hace el reproche. Pareciera que quería que apruebe lo que hacía o que movilizara a su hermana. De algún modo siente que al no decirle nada a María, es su culpa de que la deje sola. Jesús con mucho cariño le hace una invitación: “«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada»”. Jesús quiere mucho a sus amigas, y a Marta la invita a que se detenga, a que se quede con Él. Porque Jesús la quería le hace esta observación y la corrige con cariño.

El servicio en la Palabra de Dios tiene una valoración muy positiva y Marta está sirviendo. ¿Por dónde pasa entonces la corrección de Jesús? No es en lo que hace sino en el modo de realizar este servicio que de hecho le despierta este ajetreo o aturdimiento. El cómo se lo toma hace que se sienta “pasada” al punto de no poder detenerse a compartir con el amigo que tanto quiere y que llega a casa de visita. Jesús nos invita a estar más atentos a lo importante. Marta está agitada e inquieta y Jesús se da cuenta. Marta quiere recibirlo a Jesús pero no lo está escuchando. Jesús no duda del deseo de servir que tiene Marta ni de las tareas domésticas que son tan necesarias. Pero quiere enseñarle a dar el justo valor a las cosas.

A nosotros también nos pasa que nos preocupamos desmedidamente por tantas cosas que no son las esenciales. Estamos muchas veces como en una lucha, en una tensión posiblemente exagerada entre lo que es urgente y lo que es importante. Muchas veces con razonables justificaciones, vivimos tan ocupados y llenos de cosas que no tenemos tiempo ni para estar con aquellos por quienes estamos “tan ocupados”.

Para Jesús no hay oposición entre acción y contemplación: pero todo debe tener su raíz profunda en la escucha atenta de la Palabra de Dios. Así podemos llegar a ser “contemplativos en la acción” o “activos en la contemplación”.

Tenemos que tener cuidado del activismo, de perdernos en lo que hacemos generando un vaciamiento interior. Es verdad que hay tiempos de mayor actividad, pero lo importante será tratar de hacerlo en el Señor, porque sino la poca o mucha actividad, me van llevando a la queja y el agotamiento.

Mirando esta escena podemos preguntarnos ¿Por qué hago lo que hago? Mis acciones y servicios, ¿por qué o por quién lo hago?.

Marta y María representan para la comunidad cristiana y para el creyente de todos los tiempos actitudes complementarias de la acogida del reino de Dios, presente en la persona y palabra de Cristo.

No se trata, de elegir una sola alternativa: Marta o María, acción o contemplación, trabajo u oración. Marta y María significan dos dimensiones matizadas de un mismo quehacer, que deben ir unidas en simbiosis y equilibrio fecundo. No puede estar una sin la otra, forman parte indivisible del seguimiento de Jesús.

 

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