11/01/2024 – El padre Matías Burgui, párroco en San Cayetano de la localidad bonaerense homónima, reflexionó en la catequesis desde el evangelio de Marcos 1,40-45. “¿Con qué actitudes te pide el Señor que te acerques hoy a él? Marcos nos narra hoy el encuentro de Jesús con un leproso. De él no se dice más nada. Sólo eso. Marcos se refiere a él según su condición: un leproso. Y aparece para pedirle ayuda, que incluso cae de rodillas y le dice a Jesús: “si quieres, puedes purificarme”. Y una de las cosas que más llama la atención, es que no se dice que Jesús lo cura, sino que lo purifica. El leproso vivía fuera de las ciudades, marginado y excluido, generalmente en cuevas, y tenía que colgarse una campana al cuello y gritar: “leproso soy”. Quizás si estás en un tiempo de descanso, de vacaciones, tenés más tiempo para poder tener contacto con la palabra, para poder agarrar el evangelio, para poder tener tu ratito de lección divina, de lectura orante de la palabra de Dios”, sostuvo el consagrado.
“En primer lugar, amá el tiempo de los intentos. Hay una canción de Silvio Rodríguez muy conocida, se llama “Sólo el Amor”. La letra tiene muchas frases para pensar y rezar. Es como una segunda parte del “himno al amor”, de san Pablo “si no tengo amor, de nada me sirve”. Hay que “amar el tiempo de los intentos”. Se me ocurre que, no importa el tiempo del año en el que estemos, si no vas a Amar lo que comenzás, tus proyectos, tus obras, estás frito. Si no vas a Amar todos tus intentos y la posibilidad del fracaso, si no vas a amar tus miedos y angustias para que Dios las transforme, si no vas a amar tus virtudes y fortalezas, si no vas a amar a fondo…, te falta lo más importante. No se comienza a amar, se ama comenzando. Ahí es donde Dios actúa porque hay que hacer el camino al andar. Mirá todo en y desde Jesús, soñá con Él. Sólo el Amor convierte en milagro el barro, lo que no vale nada, lo que, en un principio, no tiene ni forma, ni fuerza… Sólo el Amor engendra la maravilla. Amá lo que sos, amá tus circunstancias y anímate a empezar, amando”, afirmó Burgui.
“Hoy vemos el episodio de la sanación de un leproso. Hay que ponerse en el lugar de ese pobre hombre. Es interesante ver que la lepra no es una enfermedad fácil de llevar, como siempre decimos. La lepra es una dolencia de la piel que lo mantenía alejado de todo. Por eso se presenta a Jesús solo, lejos de cualquier compañía. Eso es lo que hizo la lepra, lo dejó alejado de sus amigos, de los suyos, de su familia, hasta incluso aparentemente alejado de Dios porque no podía ir al santuario tampoco. Es decir, era un estado que a nosotros nos puede hacer pensar también. A lo mejor no tenemos lepra física, como siempre decimos, pero podemos estar viviendo con una lepra espiritual sin siquiera darnos cuenta. El pecado es como una lepra, es una situación rara, difícil de entender, pero que nos va apartando de todo. Hace memoria cuántas veces te ha quedado ese vacío, esa sensación de soledad, de tristeza. Bueno, el Señor hoy quiere sacarte esa soledad, quiere integrarte. El Señor quiere sanar tu pasado, tu historia. Él no huye de vos, todo lo contrario. La única clave es animarse a acercarse a Él, dejar todo eso que te está carcomiendo por dentro y entregárselo al Señor. Hacer un acto de fe”, el padre Matías.
“En segundo lugar te propongo que acerques a Jesús. Este hombre se acerca al Señor y le dice una linda oración. Confía en la bondad del Señor y le suplica si quieres puedes purificarme. Este leproso entendió que ya no podía más solo. Se anima a encontrarse con el Señor. Quizás vos y yo podamos también hoy decirle a Jesús estas palabras, hacer oración confiada, nuestra súplica, lo que tenemos en el corazón. Pensá de qué situaciones, de qué realidades, de qué actitudes, de qué pecados, de qué males Dios hoy te está queriendo purificar. Acordate que lo que no se asume no se redime, por eso no vayas a otra cosa. Acudí a Jesús. La voluntad de Dios es liberarte, pero tenés que acercarte a Él. No vayas a otro lado, solamente a Jesús. Aprovecha este tiempo de vacaciones para acercarte más, para orar con más tiempo, para descansar en Dios, para ir a misa, para acercarte a la reconciliación, para leer algún libro de espiritualidad, pero aprovecha, aprovecha porque Dios se quiere encontrar con vos. Un Jesús que se anima y nos anima”, indicó.
“Por último, pedí el don de la prudencia/obediencia. El Señor tiene varios motivos para pedir el silencio de quienes ha curado. El primer motivo es que la persona curada entienda frente a quién está y tenga conciencia de esa relación personal con Jesús, para escucharlo y ser su discípulo. Esa es la verdadera sanación que Cristo trae. En cambio, empezar a divulgar la curación, y hacer de ellos dos personajes famosos, Jesús consideraba que no era oportuno. Nosotros también corremos el riesgo de buscar llamar la atención por alguna gracia, cuando lo importante es lo que Jesús nos va anunciando día a día. Hoy el evangelio nos hace ir a lo más profundo, a las intenciones que nos mueven, y sobretodo cuando pasamos por momentos de pruebas y dolor. A veces queremos hacernos seguidores de Dios por lo que le podemos sacar más que por el estilo de vida de salvación que Él nos trae”, cerró Burgui.