Amor neumático III

viernes, 23 de octubre de 2009
image_pdfimage_print
[Slideshow "amor-neumatico-iii-slider" no encontrado]

       Hoy vamos a hablar de la frontera que existe entre las personas que a veces parecen malas eligen el camino de la irresponsabilidad en los vínculos que pero que en definitiva quizá la intuición o el amor que les tenemos nos anima a seguir intentando un camino de vinculación con ellas.
    Hablamos ya del amor neumático, ese que permite absorber el impacto de un golpe y no obstante puede intentar “recomponerse” para que el vínculo siga andando.
    Habíamos hablado de las cosas que no sirven con esas personas que a veces tienen un esquema de vinculación sumamente egocéntrico, narcicista, egoísta, empacados, encaprichados en no cambiar, manejando las situaciones para no verse forzados a ese cambio o para evitar las consecuencias de su actitud negativa. Y cuando se encuentran con otras personas que tienen otro esquema de vinculación, de posicionamiento, con personas acostumbradas a buscar el bien de los demás, que tienen un mínimo de empatía, les importan los sufrimientos de los demás, cuando una persona aún teniendo muchos problemas de personalidad o carácter está abierta a reconocerlos y propiciar cambios y sufre porque no puede cambiar, tiene una forma de interpretar la realidad y abordar esos vínculos que no es la que tiene la otra persona, que puede ser por ejemplo un manipulador, un abusador, un inmaduro, y que no tiene ese motor que lo lleva a abrirse a las dificultades o al daño que ocasiona.
    Entonces las personas bien intencionadas, que queremos construir vínculos, intentamos modos de vincularnos con esa persona que no funcionan. ¿Cuáles son los intentos en que muchas veces gastamos energías como personas cuerdas, seguras, humildes, y que no dan resultado?
–    Razonar con personas irracionales: un error muy común que consiste en proyectar en el otro la racionalidad, reflexiones que yo tengo cuando el otro no la tiene. De acá se derivan muchas cuestiones de disgusto o mala sangre, porque la persona sigue intentando golpear la puerta de la racionalidad y el diálogo y el otro no responde.
–    Dividir ese amor gratuito, generoso que se da hacia el otro, y la verdad, que de alguna manera reconoce y asume las dificultades que el otro está brindando en la vida. Este es otro error, porque hay que unir gracia y verdad.
–    Habilitar, permitir, pensar que si yo lo mimo, si le brindo comodidad, calidez, apoyo, va a dejar de ser una persona destructiva. Lo justificamos permanentemente, habilitamos permanentemente lo que hace pensando que este ‘amor de rescate’ va a hacer que el otro cambie. Esto puede, al cabo de los años, terminar en una frustración muy grande cuando observamos que este vínculo, de esta manera, hace que la persona difícil se ponga cada vez más insoportable.
–    Estar continuamente regañando, retando, tampoco es eficaz, empeora las cosas. El difícil ve en el otro una suerte de figura paterna o materna, y el difícil va a repartir cachetadas contra el que quiere asumir ese rol de autoridad o de control. Si es un vínculo llamado a ser ‘de pares’ se deteriora cuando uno hace de niño y otro hace de padre.
–    Amenazar y no cumplir las amenazas. Cuando la gota rebalsa el vaso, se amenazan, se hacen advertencias que después no se cumplen, y que es la mejor forma de adiestrar al otro a que me falte el respeto, a que no me tome en serio, hasta que llegue el momento en que uno explota. Pasa la explosión, y todo vuelve a ser como antes. El otro se acostumbra a que ‘perro que ladra no muerde’
–    Minimizar las actitudes irritantes, egoístas, por reconocer las buenas cualidades