“Apoyo la lucha para que se respeten los derechos de las personas con discapacidad”, aseguró el padre Pablo Molero

sábado, 8 de junio de 2019
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08/06/2019 – El padre Pablo Molero es el responsable de la Comisión para las personas con discapacidad del Arzobispado de Buenos Aires y titular del Foro Permanente para la Promoción y la Defensa de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Su misión siempre fue ayudar a los otros sin esperar nada a cambio. “Yo nací en el partido de San Martín, en el Gran Buenos Aires. Vivíamos en el barrio Malaver con mis padres, mi hermana y mi hermano mayor. Teníamos una casa con un patio muy grande, así que ahí potreábamos bastante. Nos subíamos a los árboles y siempre alguna macana hacíamos. Una vez nos tirábamos piedras con mi hermano y una me golpeó fuerte en la cabeza. Teníamos gallinero. Además, jugábamos en la vereda y en la calle porque no había los riesgos actuales. Cuando yo tenía 8 años nos vinimos a vivir a Buenos Aires”, indicó el sacerdote porteño. El padre Molero agregó: “Mi familia no era mucho de ir a la iglesia. La fe se despertó en mí cuando en la secundaria fui al colegio San Pablo de Capital Federal. Cuando estaba en segundo año me confirmé y luego Dios fue haciendo lo suyo para que descubriera mi vocación de sacerdote. No fue un proceso con nada extraordinario, al menos que recuerde. Todo se fue dando de manera muy natural”.

En cuanto a su servicio en la Comisión para las personas con discapacidad, indicó que “en su momento uno de los obispos auxiliares, monseñor Raúl Rossi, me dijo: ´Mirá Pablo, no te quedes solo con la vida parroquial, tenés que meterte en la actividad diocesana`. Y me propuso que trabajara con el sector de las personas discapacitadas. Sin saber nada del tema, hice un discernimiento rápido y me di cuenta que la Iglesia en esto tenía que estar más presente. Y fue así que me fui metiendo, no soy un técnico en la materia, no estudié para esto pero lo hago con mucho cariño. Me gustar apoyar la lucha para que se respeten los derechos de las personas con discapacidad”.

Sobre su sacerdocio dijo: “Es mi vocación, pero lo experimento como algo que me fue dado, como un regalo para la Iglesia y para la gente. No somos curas para nosotros. No soy cura para estar encerrado en mí mismo, sino para la gente. Creo que es un don, un regalo que Jesús ha dejado. Tiene mucho de generosidad, de darse sin recibir nada a cambio. El sacerdote es una persona que busca generar cambios y cosas buenas para la gente, por eso creo que es un regalo.

Por último, el padre Pablo compartió esta bella oración:

Hijo mío, mira a Jesús que ha resucitado

y recibe su Espíritu que renueva tus fuerzas

para que te levantes y salgas al encuentro de las personas y sus tareas.

Hoy camina con esperanza,

acercate a todos con alegría

y dales la paz de Jesús.

Al caer el día descansa en mis brazos.

Yo he estado contigo

como silencioso testigo de tu vida.

Amén.