27/06/2018 El padre Seve Lázaro, sacerdote jesuita, nos deja esta hermosa reflexión:
A todos nos llegan sin verlos, indicios y asomos de Dios. Son el regalo discreto que, al hacernos, su amor nos dejó. Abordan al pobre y al rico. Nos llegan por cualquier canal: los otros, el aire, los ríos, las aves, la tierra… lo aún sin nombrar. Asomos de luz y alegría. Asomos de ¡qué bien se está! Asomos de ¡cuánto te quiero! Asomos de ¡sírvete más! Asomos de ¡siéntate un rato! Asomos de ¿puedo ayudar? Asomos de ¡dame tu mano! Asomos de tranquilidad. Los asomos de Dios son caricias, que la vida nos da ‘así, sin más’. Sostienen, levantan o empujan, cuando solos no podemos ya. Separados vivimos más libres, si vivir es tan solo evasión. Pero amar y sufrir… ¿Quién persiste sin asomos de otros, sin asomos de Dios?
A todos nos llegan sin verlos, indicios y asomos de Dios. Son el regalo discreto que, al hacernos, su amor nos dejó.
Abordan al pobre y al rico. Nos llegan por cualquier canal: los otros, el aire, los ríos, las aves, la tierra… lo aún sin nombrar.
Asomos de luz y alegría. Asomos de ¡qué bien se está! Asomos de ¡cuánto te quiero! Asomos de ¡sírvete más! Asomos de ¡siéntate un rato! Asomos de ¿puedo ayudar? Asomos de ¡dame tu mano! Asomos de tranquilidad.
Los asomos de Dios son caricias, que la vida nos da ‘así, sin más’. Sostienen, levantan o empujan, cuando solos no podemos ya.
Separados vivimos más libres, si vivir es tan solo evasión. Pero amar y sufrir…
¿Quién persiste sin asomos de otros, sin asomos de Dios?
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