“Bienaventurados los puros de corazón porque verán a Dios”

martes, 15 de febrero de 2022
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15/02/2022 – Continuamos esta semana recorriendo los Mandamientos de Dios: un verdadero tesoro para nuestro corazón. Como siempre partimos de la Palabra de Dios, tomamos el texto del Evangelio de San Marcos, capítulo 7, versículos del 16 al 23:

“Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. Él les dijo: «¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?». Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos. Luego agregó: «Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre».”

En esta oportunidad el padre Héctor continuó con su enseñanza de los mandamientos sexto y noveno:

“Jesús, en el Sermón del Monte, nos dijo ‘Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios‘ y qué corresponde al sexto mandamiento que es ‘no debes fornicar’ al noveno mandamiento que es ‘no debes desear la mujer de tu prójimo.’ Esos dos mandamientos los unimos para poder dar la catequesis espiritual y para poder responder a muchas inquietudes interiores que cada uno de nosotros tiene”, señaló el padre Héctor.

“Estos dos mandamientos tienen una actitud un poco como reservada, donde muchas veces sentimos un poco de vergüenza. ¿Por qué será?  Porque es lo íntimo, y es aquello delicado. Y estos  mandamientos, ‘no fornicar’ o ‘no codiciar la mujer de tu prójimo’, siempre fueron tomados como algo tabú. Sin embargo, son tan valiosos como los anteriores y tan ubicados como los que estuvimos viendo. Pero nos toca directamente a nosotros en una realidad que es nuestra propia carne”.

El padre Espósito aclaró que “cuando se habla de ‘carne’ no es sólo y exclusivamente lo sexual. Nuestra carne es la debilidad. Lo que después llamará la Iglesia ‘la concupiscencia'”.

El p. Héctor Espósito es sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba y misionero vicentino

Podés escuchar el programa completo con la enseñanza de estos dos mandamientos en el audio que acompaña esta nota