Caminos institucionales frente a la cuenta regresiva electoral

jueves, 9 de octubre de 2025

09/10/2025 – A días de una elección legislativa crucial para el futuro del país, el analista político César Murúa describe un escenario complejo, marcado por una creciente incertidumbre y serios traspiés del oficialismo. Las elecciones del próximo 26 de octubre, en las que se renovarán 127 bancas de diputados y 24 de senadores, se desarrollan en medio de un clima enrarecido. Para Murúa, no se trata de una contienda electoral más, sino de «una campaña accidentada por un montón de vicisitudes que se están dando que no eran parte del panorama o del paisaje habitual». La atención no es solo local; organismos internacionales y actores extranjeros observan con detenimiento, generando una «especie de sobreexpectativa» sobre los resultados.

En el frente económico, el principal logro del gobierno, la desaceleración de la inflación, parece haber perdido su efecto como ancla de la gestión. Aunque se logró reducir la velocidad del aumento de precios, la inflación se mantiene en una «velocidad crucero» que ronda el 2% mensual. Este escenario, ya naturalizado por la ciudadanía, da paso a nuevas y urgentes demandas. «Es natural que la ciudadanía diga, bueno, ¿y cuál es el paso siguiente? Porque el esfuerzo para reducir la inflación ya se hizo, las consecuencias ya las enfrentamos», señala Murúa. La falta de un plan claro para la reactivación económica, la recuperación del empleo y la mejora de los salarios se ha convertido en la principal preocupación popular, mientras el gobierno parece más enfocado en resolver el frente cambiario.

A esta incertidumbre económica se suman lo que Murúa califica como «errores no forzados en materia política», que agravan la situación. El caso más resonante es el del ahora excandidato José Luis Espert, cuya renuncia por una investigación ligada al narcotráfico y lavado de dinero expuso una falla estratégica fundamental en La Libertad Avanza. El partido sostenía que «no importa quiénes sean los candidatos, acá importa que defiendan las ideas de la libertad». Sin embargo, la crisis desatada demostró, según el analista, que «al final sí importaban mucho los nombres», dejando en evidencia la disconformidad del propio espacio con su oferta electoral y sembrando dudas entre sus votantes.

El escándalo de Espert no solo afectó la campaña, sino que también obligó al gobierno a tomar decisiones drásticas en el Congreso. Su apartamiento de la presidencia de la Comisión de Presupuesto es visto por Murúa como uno de los «pocos movimientos acertados que ha llevado adelante el gobierno». La razón es la fuerte presión del Fondo Monetario Internacional para que Argentina apruebe el presupuesto 2026, una herramienta clave para dar previsibilidad y calidad institucional. Mantener a Espert al frente de esa comisión habría sido un obstáculo, ya que «cada reunión de la comisión iba a ser una discusión sobre la calidad o cualidad de Espert para llevar adelante ese proceso», distrayendo el foco de un objetivo prioritario.

La gravedad del caso Espert trasciende la corrupción tradicional. Murúa subraya que las acusaciones se centran en «vínculos con el narcotráfico y con el financiamiento del narcotráfico a la dirigencia política y a las campañas, que es tan tan grave que está por encima de la corrupción». Este señalamiento, originado en una investigación judicial en Estados Unidos, eleva la magnitud del escándalo a un plano internacional y lo conecta con una de las problemáticas más sensibles de la agenda global. La implicación de actores y dinámicas transnacionales le da una dimensión que agrava aún más el impacto sobre la credibilidad del gobierno y la clase política en general.

Este cúmulo de factores deja al gobierno en una posición de vulnerabilidad. El oficialismo enfrenta una continua «sangría de dirigentes» sin lograr incorporar nuevas figuras de peso que fortalezcan su base política. En este contexto, el único capital que parece sostener al presidente es el apoyo popular, cuyo verdadero alcance se medirá en las urnas. Mientras tanto, actores internacionales como el FMI y el Tesoro de Estados Unidos envían un mensaje claro: es imperativo «construir consensos». La elección del 26 de octubre no solo definirá la nueva composición del Congreso, sino que será el veredicto final sobre la capacidad del gobierno para superar sus propias crisis y consolidar un rumbo para el país.

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