07/02/2017 – En la semana en que conmemoramos un nuevo aniversario del fallecimiento del Cardenal argentino Eduardo Pironio, en Conferencias para la vida presentamos una serie de reflexiones para adentrarnos en su vida y legado.
La charla que compartimos estuvo a cargo del Padre José Maria Recondo de la diócesis de Morón y Rector del Colegio Sacerdotal Argentino en Roma durante el Vº Encuentro Nacional de Sacerdotes realizado en Cura Brochero, provincia de Córdoba.
El tema de que desarrolla el Padre José Maria Recondo en la conferencia que escucharemos a continuación es ” El Cardenal Pironio, un testigo de esperanza en tiempos difíciles”.
El cardenal Eduardo Pironio nació el 3 de diciembre de 1920, fue Rector del Seminario de Devoto del Arzobispado de Buenos Aires y obispo de Mar del Plata entre 1972 y 1975. Participó de algunas sesiones del Concilio Vaticano II, y como secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Pironio ejerció marcada influencia en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968), que definió el perfil de la Iglesia latinoamericana post-conciliar.
Luego sería nombrado Presidente del CELAM y su marcado anuncio por la opción preferencial por los pobres, futuro del documento de Medellín, le costaría reiteradas amenazas durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, incluso la muerte de la decana de la Universidad Católica de Mar del Plata, María del Carmen Maggi, muy cercana al obispo que fue un claro mensaje intimidatorio. En vísperas al Golpe de Estado del ´76 y tras notables amenazas a su persona y su entorno, fue trasladado a Roma para cumplir funciones en la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada. Algunos lo señalan como el argentino que más chances tuvo de convertirse en papa en el cónclave de 1978, que terminó consagrando al cardenal polaco Karol Wojtyla.
Fue profundamente apreciado por el Papa Pablo VI, quien le pidió que fuera su confesor personal. Juan Pablo II lo designó presidente del Pontificio Consejo para los Laicos (1984-1996) y desde allí presentó a Juan Pablo II la idea de reunir a los jóvenes del mundo en lo que hoy conocemos como Jornada Mundial de la Juventud. Hombre de una profunda cultura teológica y espiritual, Pironio se distinguió por su afabilidad, por su continua prédica sobre la esperanza y sobre la Virgen María, madre de Jesús, y por su trayectoria eclesial impecable. Al momento de su fallecimiento, algunos medios lo consideraron el prelado argentino más encumbrado de la Historia.
Pironio falleció el 5 de febrero de 1998 en Roma, por eso el proceso se inició en la capital italiana, aunque sus restos descansan en la basílica de Nuestra Señora de Luján.
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