24/05/2023 – Mientras nos vamos acercando al domingo de Pentecostés, la hermana Mariana Zossi, presidenta de la Asociación Bíblica Argentina, dedicó el espacio de reflexión bíblica a hablar del Espíritu Santo desde el libro de los Hechos de los Apóstoles, notable obra lucana. “El Espíritu nos pone en caminos insospechados cuando estamos abiertos a Él. San Lucas presenta al Espíritu Santo con rasgos personales y como protagonista del crecimiento de la Iglesia y de toda comunidad: el Espíritu habla, da testimonio, envía, dispone, prohíbe y anuncia a lo largo de todo el libro de los Hechos. Jesús había prometido a los apóstoles que serían bautizados en el Espíritu Santo y que su fuerza los convertiría en testigos para anunciar el Evangelio a todo el mundo. Así fue que, en el día de Pentecostés, Jesús glorificado derramó el Espíritu sobre ellos y los demás discípulos, para formar el nuevo pueblo de Dios proveniente de todas las naciones. El autor recurre con frecuencia a la expresión “lleno del Espíritu Santo” para indicar la presencia del Espíritu y el ímpetu con que este mueve a los que son elegidos y enviados para realizar una misión en la comunidad. El Espíritu se otorga a todos los que se bautizan por la imposición de manos de los apóstoles. Se manifiesta de manera prodigiosa sobre los discípulos reunidos, tanto en los que provienen del judaísmo como en los convertidos del paganismo. Los que lo reciben, comienzan a profetizar y a hablar en diversas lenguas. El Espíritu le otorga dones a la Iglesia, la va haciendo crecer cada día , inspira a los profetas de la comunidad, establece a sus ministros y, como está presente de manera permanente en la comunidad, lo que se hace a la comunidad se hace al Espíritu Santo. Los apóstoles y demás ministros de la comunidad están “llenos del Espíritu Santo”, hablan con valentía ante el pueblo y las autoridades, tanto judías como romanas, y dan testimonio de Jesucristo muerto y resucitado. El mismo Espíritu da testimonio junto con ellos”, señaló la religiosa dominica.
“Pero la actuación más importante del Espíritu Santo en los Hechos de los Apóstoles consiste en impulsar la difusión del Evangelio entre los paganos, como en un segundo “Pentecostés”. El Espíritu desciende sobre los samaritanos, que no son plenamente judíos, más tarde ordena a Felipe que se acerque al prosélito etíope para que le explique las Escrituras y lo bautice, y luego lo lleva a territorio de paganos para que comience la misión entre ellos. De la misma manera, ordena a Pedro que vaya a casa del oficial romano Cornelio y, en la reunión de Jerusalén, junto con los apóstoles y los ancianos, decide que no se imponga la circuncisión a los paganos convertidos a la fe cristiana. Estos dos últimos textos ya lo hemos trabajado entre nosotros. Asimismo, como Jesús había llamado y enviado a sus doce discípulos, el Espíritu Santo llama y envía a Pablo y Bernabé para que vayan a evangelizar a los paganos y les va señalando el camino para que dejen el territorio de Asia e ingresen en Europa”, agregó Zossi.
“En la segunda parte de los Hechos de los Apóstoles, después de haber mostrado los orígenes de la comunidad en Jerusalén y el anuncio del Evangelio a los judíos, Lucas describe la apertura del Evangelio a quienes no son judíos en sentido estricto: los samaritanos y los prosélitos. Y llega hasta el momento en que se comienza a anunciar el Evangelio también a los paganos. El centro geográfico comienza a desplazarse desde Jerusalén hacia Antioquía de Siria y adquieren relevancia otros personajes, pertenecientes al grupo de los cristianos helenistas. Pedro conserva su liderazgo y dará los primeros pasos en la apertura del Evangelio a los paganos. Pablo, un perseguidor, será llamado para continuar esa misión. La persecución contra los discípulos de origen helenista fue la ocasión para que los Siete diáconos se dispersaran y llevaran el Evangelio fuera de Jerusalén. En primer lugar, se dirigieron a los judíos de la región de Judea. Pero después se anunció a Cristo también a los samaritanos, habitantes de la región de Samaría, que no eran reconocidos como auténticos judíos, sino que eran tenidos como paganos, porque el Antiguo Testamento los señala como israelitas mezclados con personas de otros pueblos. Los judíos evitaban el trato con ellos y los tenían por impuros. De esta manera el Evangelio comenzó a abrirse paso fuera del mundo judío”, dijo la hermana Mariana.
“El relato se concentra en los hechos de Felipe, uno de los Siete, que será nombrado otras veces en los Hechos de los Apóstoles. Este Felipe no se debe confundir con uno de los Doce que lleva el mismo nombre. Felipe desarrolló su actividad en la región de Samaría y realizó grandes milagros, curaciones y expulsión de demonios, así como lo hacían los Doce entre los judíos. Cuando anunció la Palabra de Dios, que había sido rechazada con frecuencia entre los judíos, los samaritanos la aceptaron, creyeron en Jesucristo y pidieron el bautismo. Se cumplió el mandato de Jesús a los apóstoles: serán “mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y en Samaría”. Y se entrelazan dos hechos: El mago Simón se bautiza y después, a cambio de dinero, pretende obtener la potestad de otorgar el Espíritu Santo y realizar obras sorprendentes. En medio de esta narración se introduce el relato del envío de los apóstoles de Jerusalén, que se dirigen a Samaría para otorgar el Espíritu Santo a los que ya habían sido bautizados”, sostuvo.
“El bautismo del etíope es un nuevo relato sobre las actividades de Felipe que aparece en los Hechos. Por medio de un ángel, Felipe recibió la orden de dirigirse al camino que va desde Jerusalén hacia el sur. Por ese camino iba un funcionario etíope. El nombre de Etiopía fue dado en distintos tiempos a diferentes territorios ubicados al sur de Egipto. Parecería que en tiempos del Nuevo Testamento se aplicaba a lo que actualmente es Sudán. El personaje del que aquí se trata iba de regreso a su país después de haber estado como peregrino en Jerusalén. Es entonces un extranjero que cree en el Dios de Israel y practica dicha religión, es decir, un prosélito (8,27-28). Este etíope es un funcionario de la corte de su país, encargado del tesoro, y se dice que era “eunuco”. Los “eunucos” son los varones a los que se les han amputado los órganos genitales. Esta operación se hacía a los esclavos o funcionarios que tenían acceso a los lugares más íntimos de la casa de sus señores. El prosélito etíope, mientras viajaba en su carro, iba leyendo el libro del profeta Isaías. El Espíritu Santo ordenó a Felipe que se acercara a este hombre; Felipe lo hizo y le preguntó si entendía lo que iba leyendo. El etíope confesó que no podía entender el texto si nadie se lo explicaba (8,29-30). El texto que provocaba los interrogantes al etíope era el cántico del Servidor sufriente del libro de Isaías. El eunuco, reaccionó rápidamente y pidió el bautismo”, cerró expresando la hermana Zossi.