Comunión de los santos: comunión de bienes materiales y espirituales

viernes, 9 de junio de 2017
image_pdfimage_print

trabajar1

09/06/2017 – Desde el Catecismo de la Iglesia Católica reflexionamos en torno al Credo las verdades de las fe. El credo es la síntesis de lo que nosotros creemos. La Iglesia fue poniendo palabras a lo que Jesús enseñó y reveló, y así lo concentró en la expresión del credo y se explayó en el catecismo. La fe no es algo subjetivo, aunque hay un acto de creer que es personal, pero hay un depósito que es común a todos: Jesús dijo vayan y anuncien el evangelio. Lo cuidamos compartiéndolo, no encerrándolo en un museo.

 

 

“Por lo tanto, ya que estamos rodeados de una verdadera nube de testigos, despojémonos de todo lo que nos estorba, en especial del pecado, que siempre nos asedia, y corramos resueltamente al combate que se nos presenta”

Hebreos 12,1

¿Qué significa la “comunión de los santos”?

De la “comunión de los santos” forman parte todas las personas que han puesto su esperanza en Cristo y le pertenecen por el bautismo, hayan muerto ya o vivan todavía. Puesto que somos un cuerpo en Cristo, vivimos en una comunión que abarca el cielo y la tierra. [946­962].

La comunión de los santos tiene una doble perspectiva: por un lado esa comunidad de todos quienes pertenecen a Cristo. Pero hay otra dimensión, que es la comunión de las cosas santas, el depósito de fe, de amor y caridad que es la Iglesia. La primera comunidad cristiana vivía la comunión de fe, de bienes y de gracias. Por ejemplo, en la Mariathón hubo comunión de cosas santas: en la oración de tantos oyentes, tantos lugares de adoración permanente, junto a la comunión de los bienes materiales.

Quienes somos santos por el bautismo vivimos la comunión de bienes, de oración y de intercesión. Es la comunión de los santos que se da en los santuarios, entre los enfermos, de bienes con las colectas y trabajos de Cáritas en tantos lugares. La comunión de los santos no es solo algo del cielo, sino que ya está presente entre nosotros con lo que compartimos. Y se entiende la comunión de los santos desde la misión. Con ese “vayan a todo el mundo y anuncien el evangelio” viene de la mano de vayan  y compartan.

La Iglesia es más grande y está más viva de lo que pensamos. A ella pertenecen los vivos y los muertos, ya se encuentren en un proceso de purificación o estén en la gloria de Dios. Conocidos y desconocidos, grandes santos y personas insignificantes. Nos podemos ayudar mutuamente sin que la muerte lo impida. Podemos invocar a nuestros santos patronos y a nuestros santos favoritos, pero también a nuestros parientes difuntos, de quienes pensamos que ya están junto a Dios. Y al contrario, podemos socorrer a nuestros difuntos que se encuentran aún en un proceso de purificación, mediante nuestras oraciones. Todo lo que cada uno hace o sufre en y para Cristo, beneficia a todos. La conclusión inversa supone, desgraciadamente, que cada pecado daña la comunión. 126

¿Por qué ocupa María un lugar tan destacado en la comunión de los santos?

María es la Madre de Dios. Estuvo unida a Jesús en su vida terrena como ninguna otra persona, una cercanía que no se interrumpe tampoco en el cielo. María es la Reina del cielo y está muy cercana a nosotros en su sentimiento maternal. [972]

Hay espacios y tiempos, por ejemplo la Córdoba del Cura Brochero, donde la comunión de los santos se hace evidente. En ese tiempo vivieron y compartieron la vida y la misión, por ejemplo, la próxima beata Madre Catalina, la Beata Tránsito Cabanillas y Fray León Torres.

Los santos vienen por racimo, y por eso en el racimo de la vida familiar estamos llamado a vivir la santidad. Pero hay otros espacios, como el trabajo y el estudio, la vida apostólica y el servicio a los más pobres. Son lugares de la manifestación del Señor en lo de todos los días, donde somos llamados a compartir los bienes materiales y espirituales, en comunión de vida en santidad. 

La comunión de los santos se desprende de la Trinidad, donde cada persona es una pero están unidas. En el compartir de bienes, y en la comunión de santidad de bienes, se puede experimentar este postulado de fe.

¿Puede María ayudarnos realmente?

Sí. Que María ayuda es una experiencia desde el comienzo de la Iglesia. Millones de cristianos lo testifican. [967-970]

Como Madre de Jesús, María es también nuestra Madre. Las buenas madres interceden siempre por sus hijos. Y esta Madre con más motivo. Ya sobre la tierra abogó ante Jesús por otros: por ejemplo cuando libró de una situación embarazosa a una pareja de novios en Caná. En la sala de Pentecostés oró en medio de los discípulos. Puesto que su amor por nosotros no cesa nunca, podemos estar seguros de que intercede por nosotros en los dos momentos más importantes de nuestra vida: “ahora y en la hora de nuestra muerte”. 85

¿Se puede adorar a María?

No. Sólo se debe adorar a Dios. Pero podemos venerar a María como Madre de nuestro Señor. [971] Entendemos por adoración el reconocimiento humilde e incondicional de la absoluta sublimidad de Dios por encima de todas las criaturas. María es una criatura como nosotros. En la fe es nuestra Madre. Y debemos honrar a los padres. Y esto se ajusta a la Biblia, porque María misma dice: “Me felicitarán todas las generaciones” (Lc 1,48b). Por eso la Iglesia tiene santuarios marianos de peregrinación, fiestas, canciones y oraciones marianas, como por ejemplo el rosario, que es un resumen de los evangelios. 353,484

Padre Javier Soteras y Padre Alejandro Puiggari

 

Material elaborado en base al Catecismo de la Iglesia Católica