25/03/2020 – En “Historias de Santidad”, conocimos la vida del Padre Luis María Etcheverry Boneo. Fue un sacerdote argentino, fundador de la Institución de Vida Consagrada Servidoras.
Conversamos con Carlota Rava, Servidora, quien nos relató su experiencia de haber conocido y compartido momentos con el Siervo de Dios:
“Conocerlo significó un antes y un después en mi vida cristiana”, señaló
El Padre Luis María Etcheverry Boneo nació en una familia profundamente cristiana. “Él tuvo una familia un poquito itinerante, estuvieron en La Plata, en Mercedes, y en Buenos Aires, donde finalmente se radicaron”, agregó Carlota y continuó: “En su familia, él respiró realmente una fe profunda, una fe vivida, una fe cotidiana”.
La fe formaba parte de la vida diaria de Luis María como el aire que se respira. A tal punto que, a sus doce años, él deseaba ser sacerdote, pero un tío abuelo de la familia, recomendó a los padres de aquel adolescente Luis María, que esperaran que terminara el colegio y luego, cuando hubiera finalizado los estudios, se vería si entraba al seminario, es decir, si perseveraba en esa decisión.
El tiempo pasó. Nada había cambiado en los deseos de Luis María. “En el día de San José, él ingresó al seminario”, contó Carlota.
Años más tarde, fue destinado a Roma. Allí vivió durante siete años y realizó sus estudios de sacerdocio en la Pontificia Universidad Gregoriana. Desde 1936 hasta 1943, Luis María estuvo en Italia, hasta que volvió a Argentina porque había estallado la guerra. Motivos que lo llevaron a suspender sus estudios.
Carlota compartió que el Padre Luis María, siempre fue un hombre de una extraordinaria capacidad de observación y de comprensión. “Hasta quiso ser político porque desde chico, le habían enseñado en su casa el amor por su tierra, por su patria”. Pero el mismo Padre Luis María, le comentó a Carlota que, se dio cuenta que “todas esas cosas pasan, y lo que queda, es Dios”.
Carlota dijo que el Padre Luis María, “tenía un enorme sentido de lo temporal pero también de lo eterno”. Así fue su preparación sacerdotal. “Estuvo siempre atento a todo lo que sucedía en el tiempo y en el espacio. Eran las dos coordenadas que nos daba siempre”.
El Padre Luis María vivió su sacerdocio con un lema: ‘Construir en la tierra mirando al cielo’. Carlota comentó que a todas las personas que él formó, se les hizo sumamente familiar ese dicho tan sencillo.
El Padre Luis María siempre repetía la frase: “Nada del humano me es ajeno”. Tenía la convicción de que todo lo humano es educable, y, por lo tanto, cultura es cultivar, potencializar a una persona, potencializar una institución, potencializar la sociedad. “Con esa visión muy amplia, encaró todas estas iniciativas de manera que, para él, cultura era formación completa de todas las personas y de cada persona”.
El Padre Luis María nunca hablaba de sus obras. Siempre le daba espacio al otro, incluso, contó Carlota, “en nuestra fundación de servidoras, siempre nos dio a nosotras como mujeres, un lugar. Él fue padre de esa fundación, pero nunca fue el jefe”. Y agregó: “Nos dio el lugar a cada una, nos empujó hacia adelante”.
Carlota recordó que el Padre Luis María, le enseñó todo: “A valorar todas las cosas buenas y lindas que yo había recibido en mi familia, a como tratar a las personas, a ser buena”.
Además, hizo referencia a los momentos compartidos con el Padre Luis María: “Cuando compartíamos los retiros y las convivencias, recuerdo cómo él trataba a todos por igual. Era cercano a todos, era sacerdote con todos”, finalizó.
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