18/03/2025 – Entre las tareas que nos encomienda el desafío de ser esperanzados está la de prevenir, cuidar y acompañar el corazón en el “asalto” por el que muchas veces ladrones y bandidos nos toman y nos dejan sin esperanza. Uno de esos ladrones de la esperanza es el miedo. Este fue el tema sobre el que profundizó la hermana Marta Porta en un nuevo encuentro de “Reflexiones para la Semana”.
“La esperanza es un don, pero también una tarea”, nos recordó la hermana Marta, de la Congregación de las Hermanas de la Virgen Niña y licenciada en Psicología. Allí nos habló de cómo el miedo, en sus distintas formas, puede robarnos la esperanza que buscamos construir día a día. Desde el temor a la pérdida de seres queridos, la inseguridad ante el futuro, hasta la ansiedad por lo desconocido, los miedos nos habitan de distintas maneras. Sin embargo, no todos son negativos; algunos nos enseñan a ser prudentes y a prepararnos mejor para la vida.
“¿De dónde viene este miedo? ¿Hacia dónde me lleva?“, nos invitó a preguntarnos la hermana. Porque no todos los temores son irracionales o dañinos. Algunos nos alertan de peligros reales y nos ayudan a tomar decisiones con mayor consciencia. Sin embargo, cuando el miedo nos paraliza y nos impide caminar, es ahí donde debemos poner los medios para recuperar la libertad interior. “Si nos conduce a algo bueno, quizás hay que dejarlo estar, porque es quien nos enseña a ser prudentes. Pero si nos paraliza, tenemos que trabajar en él para que no nos robe la audacia de seguir buscando”, explicó.
En este camino, la fe y la oración se convierten en aliados fundamentales. Jesús mismo experimentó el miedo. Pero en su humanidad, nos muestra que es posible atravesarlo con confianza. “Jesús conoce nuestros miedos y puede venir a ayudarnos a trabajar con ellos”, agregó la hermana, recordándonos que no estamos solos en esta tarea.
*La hermana Marta pertenece a la Congregación de las Hermanas de la Virgen Niña. Además, es licenciada en Psicología por la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires, ejerce la psicología clínica y acompaña procesos de psicodiagnóstico en la formación para la vida religiosa y sacerdotal.
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