“Cuando escuchás tus deseos más hondos, conocés cuál es el deseo de Dios en vos”, indicó la consagrada María Cristina Martínez

sábado, 9 de marzo de 2019
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09/03/2019 – María Cristina Martinez es virgen consagrada y colabora con la Fundación Manos Abiertas como responsable nacional del voluntariado. “Mi vocación es de consagración y mi misión actual es en la obra de Manos Abiertas”, comenzó diciendo Martínez quien destacó que “dentro de poco me iré a vivir a Buenos Aires y desde allí voy a poder compartir con el resto de las delegaciones de todo el país que tiene nuestra fundación”.

Cristina contó que es mendocina: “Yo nací en un pueblito del sur de la provincia llamado Real del Medio. En realidad, mi familia vivía en las fincas, en el campo de esa zona. Mis padres trabajaban en esa finca y mi familia está compuesta por 4 hijas, yo soy la tercera”. Y luego dijo: “La fe me viene de mi abuela materna, de origen español, que era una contadora excepcional de cuentos. Tenía un arte para narrar y todos los nietos nos sentábamos a escucharla. Y fue también ella la que me enseñó a rezar. Por otra parte, cuando yo era adolescente, mis padres hicieron el Cursillo de Cristiandad, y a partir de allí toda la familia se enganchó con la fe”. Asimismo, recordó con mucho cariño el trabajo pastoral que realizaban los hermanos franciscanos en su pueblo.

En relación a su vocación, relató que “a los 14 años tuve mi primer contacto los Ejercicios Espirituales y todo lo que significa Ignacio de Loyola. Los hice con un sacerdote jesuita cordobés. Y un año más tarde me llegó muy fuerte la presencia de Teresita del Niño Jesús, cuando me regalaron su libro ´Historia de un alma`. Ahí volví a preguntarme algo que ya estaba en mi niñez: cómo es el rostro del Señor. Pero mi vocación se despertó con fuerza cuando estaba en el final de mi primer año en la facultad, mientras estudiaba Psicopedagogía en Mendoza. En un momento me dije: ¨¿Qué estoy haciendo acá?`. Yo me sentía llamada a la vida religiosa. Pero no podía hacerle el planteamiento a mis padres que me iba al noviciado a Córdoba, porque unos años antes cuando se lo insinué a mi mamá, ella me dijo: ´Ni lo sueñes Cristina, primero terminá tu carrera y después verás qué hacer`. Entonces decidí venir de vacaciones a Córdoba con las Hijas de María Inmaculada. Y ahí me quedé, pero al poco tiempo vinieron mis hermanas a buscarme. Y me fui a Mendoza a explicarle a mis padres. Cuando ellos comprendieron que eso me hacía feliz, pude ingresar con estas religiosas. Y con ellas estuve más de 20 años, hasta el 2005”.

“En ese año, vi que mi camino de santidad iba por fuera del instituto religioso. Fue muy doloroso tomar esa decisión, pero el Señor me pidió otra cosa, Y allí surgió la posibilidad de convertirme en Virgen Consagrada. Y casi al mismo tiempo, el padre Ángel Rossi me ofreció hacerme cargo del voluntariado de todo el país en Manos Abiertas. Cuando escuchás tus deseos más hondos, conocés cuál es el deseo de Dios en vos”, rememoró Martínez. Y añadió: “En Manos Abiertos tengo el privilegio de cuidar a los que cuidan a los más frágiles. En definitiva, somos frágiles que acompañamos a frágiles”.

Finalmente, Cristina nos compartió esta oración que hizo con parte del texto del libro de Ezequiel, en el capítulo 16:

Yo pasé junto a ti y te vi.

Era tu tiempo, el tiempo del amor;

extendí sobre ti el borde de mi mano y cubrí tu desnudez;

te hice un juramento, hice una alianza contigo –oráculo del Señor–

y tú fuiste mía.

Sentí tu Presencia, me supe mirada, amada.

Cubriste mi desnudez, mi nada.

Me hiciste tuya.

Para ser en Vos para los demás: pan, casa, mesa, espacio abierto,

oído atento, mirada nueva, esperanza cierta.

Para ser con los demás: hermana, pueblo, hija, madre,

esposa, amante, discípula, misionera..

Para ser con Él, por Él, en Él.

Tiempo de Amar.

Tiempo de Amor.

Amén.