29/08/2018 – Este es un relato del novelista brasileño Paulo Coelho:
“Llego a Madrid a las ocho de la mañana. Me voy a quedar apenas algunas horas, así que no tiene sentido telefonear a los amigos ni arreglar algún encuentro. Resuelvo caminar solo por lugares que me gustan, y termino fumando un cigarrillo en un banco del parque Retiro. -Usted parece que no está aquí -me dijo un anciano, sentándose a mi lado. -Estoy aquí -respondo. -Sólo que doce años atrás, en 1986. Sentado en este mismo banco con un amigo pintor, Anastasio Ranchal. Los dos estamos mirando a mi mujer, Christina, que bebió más de la cuenta y hace como que baila flamenco.- –Aproveche -dijo el anciano. –Pero no se olvide que el recuerdo es como la sal: en la cantidad adecuada le da sabor a la comida, pero si se exagera, estropea el alimento. Quien vive demasiado en el pasado, gasta su presente en recordar.”
“Llego a Madrid a las ocho de la mañana. Me voy a quedar apenas algunas horas, así que no tiene sentido telefonear a los amigos ni arreglar algún encuentro.
Resuelvo caminar solo por lugares que me gustan, y termino fumando un cigarrillo en un banco del parque Retiro.
-Usted parece que no está aquí -me dijo un anciano, sentándose a mi lado.
-Estoy aquí -respondo. -Sólo que doce años atrás, en 1986. Sentado en este mismo banco con un amigo pintor, Anastasio Ranchal. Los dos estamos mirando a mi mujer, Christina, que bebió más de la cuenta y hace como que baila flamenco.-
–Aproveche -dijo el anciano. –Pero no se olvide que el recuerdo es como la sal: en la cantidad adecuada le da sabor a la comida, pero si se exagera, estropea el alimento. Quien vive demasiado en el pasado, gasta su presente en recordar.”
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