Curación del endemoniado de Gerasa

viernes, 4 de febrero de 2011
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“Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarco, le salio al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. Él habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.
  Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: “¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!”. Porque Jesús le había dicho: “¡Sal de este hombre, espíritu impuro”. Después le pregunto: ¿Cuál es tu nombre? Él respondió: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.
  Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en  la montaña.
  Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: “envíanos a los cerdos para que entremos en ellos”. Él se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron el los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara-unos dos mil animales-se precipito al mar y se ahogó.
  Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver que había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio.
  En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.
  Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti”. El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados”.

                                                                                  Marcos 5, 1-20

Jesús que llega a la otra orilla del mar y desembarca, le sale al encuentro un hombre poseído de un espíritu impuro y relata allí la situación de vida de este hombre, cuando lo ve a Jesús va corriendo hacia Él y se postra ante Jesús y le dice: “¿Qué quieres de mi hijo de Dios?” uno hubiese esperado otra cosa si era un hombre endemoniado no usa esta palabra, esta expresión usa, por lo menos en este relato del libro del pueblo de Dios que es la versión que estoy utilizando para proclamar este evangelio, dice que estaba poseído por un espíritu impuro, uno hubiese pensado que este hombre se hubiese alejado de Jesús, sin embargo se acerca y dice hijo de Dios, del altísimo, y Jesús le había dicho anteriormente: “sal de este hombre, espíritu impuro”. Pasa lo que nosotros escuchamos, de que finalmente este hombre quedo sano, liberado y los cuidadores de los cerdos cuando vieron lo que había pasado, huyeron y fueron a contar a la gente del poblado, la gente vino corriendo a ver que había pasado y se encuentran con un Jesús sereno y con este hombre a quien conocían enfermo, lo vieron sentado vestido y en su sano juicio. Este cuadro contrasta mucho con la descripción inicial, primero teníamos un hombre que no resistía ni a la cadenas ni a los grillos y que habitaba en la zona de los cementerios, de los sepulcros y en el desierto y ahora tenemos un hombre pacificado, en su sano juicio, resulta que en vez de ponerse contentos los que fueron a ver lo que paso, se llenaron de temor, los seres humanos a veces somos un poco extraños, los testigos del hecho volvieron a contar lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos, entonces le pidieron a Jesús que se vaya de su territorio, todos pedían que Jesús se vaya, el hombre sano le pidió que se quede, que se quede en su vida, Jesús le dice si pero anda a tu casa, anda con tu familia, hace tiempo que no podes estar con tu familia y cuéntales todo lo bueno, todo lo hermoso que Dios hizo al compadecerse de ti. El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho, acá nos encontramos con un hombre que empieza a evangelizar, de ser evangelizado se convierte en evangelizador, este es el dinamismo del evangelio de hoy.
  Jesús y los discípulos fueron a la otra orilla del mar, a la zona de los gerasenos y ahí le sale al encuentro un hombre poseído de un espíritu impuro, ¿Qué es este espíritu impuro? A dado lugar a numerosas discusiones entre los exégetas respecto a la interpretación de este hecho puntualmente, no voy a entrar en la exégesis de si el hombre estaba poseído por el demonio o si estaba gravemente enfermo. Si los endemoniados existían o no existían, si eran enfermedades que se desconocían y se las llamaban a si o no, lo que el evangelio no deja dudas, es que este hombre no estaba bien, mas aún, desde hace mucho tiempo a causa de su situación, el evangelio dice claramente que vivía excluido de la sociedad. Dice el texto que salio al encuentro de Jesús desde el cementerio. Muchos le tienen miedo al cementerio, no hay que tenerle miedo ya que es el lugar donde descansa el cuerpo de nuestros seres queridos, es un lugar de Dios, donde reposan los restos corporales, materiales de aquellos que han partido de esta vida y que esperamos que algún día resuciten, tampoco es un lugar para quedarse a vivir. Pero ahí vivía este hombre, con el que se encuentra Jesús, con lo cual no queda dudas de que no estaba en condiciones de llevar una convivencia normal, con su familia y con el resto de la sociedad, es mas, habían intentado dominarlo, pero se había escapado mas de una vez, en el versículo siguiente decía que habitaba en el sepulcro, o sea que dormía entre las tumbas, lo curioso del relato es que si bien el hombre estaba endemoniado, cuando ve a Jesús corre hacia él, uno hubiera pensado que se separaría de Jesús, porque es como incompatible lo diabólico con lo celestial, volvemos entonces a la disputa del inicio, lo importante es que corre hacia Jesús y hace una confesión de fe, porque le pregunta: “¿Qué quieres de mi Jesús? Te conjuro por Dios no me atormentes” porque Jesús anteriormente le había dicho: “sal de este hombre, espíritu impuro” este hombre no estaba bien, Jesús quiere liberarlo, sanarlo, no seamos curiosos de que, lo importante es que Jesús lo sana, lo reintegra, lo libera, el corre hacia Jesús y que hay como una especie de profesión de fe, a Jesús lo llama Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo, es que los demonios tienen fe, es decir, saben que Dios es Dios, saben que Jesús es Dios y tiene mayor poder que los mismos espíritus impuros o que el mismo demonio, esto ellos lo saben y aquí esta lo insólito, el demonio cree que Jesús es superior a él, pero muchas personas le dan mas poder al demonio que a Dios mismo, no nos olvidemos que según la teología los demonios son criaturas, es decir, creados no como demonios sino como ángeles por Dios, así dice el catecismo, fueron creados como ángeles y después viene la rebelión contra Dios, pero son criaturas de Dios, como creación de Dios buena, por lo tanto inferiores a Dios y de esto ellos mismos no tienen duda, lo que muchas veces le damos mas poder a los poderes ocultos, al ocultismo, a los malos espíritus o al mismo demonio somos los hombres, pero el demonio tiene claro de que el no es superior a Dios, bueno ni les cuento aquellos que le dan mas poder a un pasaje mágico, a una cinta, a un rito, a una piedra, a un metal y acá podríamos hacer una larga lista de cosas, a una tela roja, a un liquido de no se que color, a una vela, mas poder a una cosa que al mismo Dios, ni el demonio cree en esto, si nosotros estamos convencidos que el demonio tiene mas poder que Dios estamos gravemente equivocados, es mas estamos fritos, nosotros creemos en el poder absoluto de Dios, de hecho no es solamente una cuestión de que creemos, es así.
  ¿Quién es este hombre impuro en nuestros tiempos? ¿Dónde habita este hombre impuro en nuestra sociedad? ¿De quién o de quienes se trata? No estoy buscando acusar, tratamos de identificar situaciones, porque en definitiva Jesús lo que quiere es el encuentro, la sanación, la liberación, manifestar su misericordia, en ningún momento Jesús esta acusando, tampoco Jesús esta condenando, Jesús esta rescatando y cuando¿ nos hacemos esta pregunta: ¿Quién es este hombre impuro en nuestros tiempos? La mirada la empezamos a poner en primer lugar en nosotros mismos, cuales son las situaciones de vida a las que el evangelista Marcos hoy llamaría hombre impuro, tal vez debamos ser mas concretos y pensar en las situaciones que por ahí nos atormentan y no nos dejan vivir en paz, no se trata de hacer responsable a los demonios de todos los males que andan por ahí o que anidan en nuestro corazón, se trata de tomar conciencia de que muchas veces nosotros mismos desatamos tormentas de nuestras vidas que terminan excluyéndonos de nuestras familias, del trabajo, de nuestros amigos, nosotros mismos a veces desatamos tormentas en nuestras vidas. Hay situaciones de personas a causa del juego, del juego compulsivo, enfermante, la adicción al juego, es una enfermedad, muchas personas terminan perdiendo todo dinero, bienes, casa y hasta la propia familia porque termina siendo muy difícil habitar con alguien adicto al juego, esta adicción se vuelve grave, a tal punto de ponerse en riego con tal de satisfacer ese deseo insano compulsivo de jugar, jugar y jugar, estamos hablando de una enfermedad gravemente. Estas son situaciones en la que se desatan tormentas en nuestra vida que terminan excluyéndonos de nuestra vida familiar, del mundo laboral del trabajo y habitamos en lugares insanos.
 ¿Cuáles son las situaciones que nos atormentan y que hacen necesaria la presencia de Jesús para sanarnos, para desatarnos, liberarnos y reintegrarnos plenamente al mundo laboral, social y familiar? Aquí Jesús no habla de pecados, simplemente actúa liberando y restableciendo la dignidad de quien tiene derecho a vivir en paz.
 No tengamos miedo de ir a Jesús y de preguntarle: ¿Qué quieres de mí, Hijo de Dios, el Altísimo?
  En el texto dice que los cuidadores de los cerdos huyeron al ver lo que paso y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados, entonces la gente fue a ver que había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio al que había estado poseído por aquella Legión y se llenaron de temor, la gente fue a ver lo que había sucedido. Cuando hablamos de estos temas de espíritus impuros, de demonios, de posesión, más allá de que si creemos o no creemos, de cómo es la cuestión, cual es la explicación teológica, que dicen unos exÉgetas, que dicen otros o que dice un sacerdote o que dice otro sobre este tema, donde a veces por ahí no tenemos del todo bien unificada la catequesis o la enseñanza, lo que pasa es que hay campos de la doctrina o de la catequesis donde todavía falta profundizar mas aun, pero lo cierto es cuando hablamos de estos temas siempre existe una curiosidad malsana o insana, una curiosidad casi morbosa, muchas personas a veces encuentran como un sano placer de ver a otro poseído por el demonio y eso no es bueno porque no aporta nada, el ver tiene que ser como el ver de Jesús que no es curiosidad, sino compasión para liberar, cuando uno en las rondas de amigos, en la rueda de jóvenes o de adultos, cuando se empieza a hablar estos temas, enseguida se centra la atención, se produce un silencio, se tensa la situación y en general no es buena curiosidad, esto es claro en el texto, los que fueron solamente para ver no solo que no ayudaron en nada a mejorar la situación, sino que ellos mismos salieron perjudicados, esta misma gente le piden a Jesús que se vaya, la curiosidad insana de ver al hombre que lo conocían poseído de verlo ahora liberado, la curiosidad insana de que paso con los cerdos, si eran miles, si no eran miles, si se tiraron, si no se tiraron, los aleja de Jesús, afirmo esto porque dice el mismo texto bíblico que esta gente que fue a ver, les piden a Jesús que se aleje de su pueblo, de su región, de su zona, no le piden que se quede para que siga sanando y liberando, le piden que se vaya, en cambio el hombre que había sido liberado le pide a Jesús ir con él, lo que no comprendieron lo que allí paso, los curiosos, le piden a Jesús que se aleje, el que comprendió lo que allí ocurrió, lo que hizo Jesús, no solo que no quiere que Jesús se vaya, sino que esta dispuesto a seguirlo y este es el caso justamente del hombre liberado y sanado. ¿Cuáles son nuestras intenciones profundas con las que nos acercamos a ciertas situaciones de la vida en las que interviene Jesús? A veces nos ponemos un poco morboso con estas cuestiones espirituales o seudos espirituales, por ahí hablamos mas de lo que el demonio hace que lo que hace Jesús o hasta le dedicamos mas tiempo o sentimos como mas curiosidad, todo lo que es ocultismo siempre ha despertado en el hombre esta curiosidad insana, que en realidad no nos importa nada en la vida. Cuántas personas hay que consultan y algunas que pagan sumas de dinero altas para ver si hicieron mal, si le tiraron no se qué, si el ojo de no se quien, si la sal de no se dónde, o el sapo de no se qué, o la tierra del cementerio. Por favor no perdamos el tiempo con esas cosas. Es darle mucho mas poder a algo que no lo tiene. Muchos empiezan por esa curiosidad insana y que en realidad lo lleva a meterse más y más en este submundo, que en definitiva no los libera, ¿Qué gracia tiene que ir a alguien que te diga que te hicieron un mal, dónde está la novedad? Y encima pagar. La gracia está justamente en que alguien te sane y te libere. Por eso sí hay que pagar y de hecho lo hacemos cuando estamos enfermos y le pagamos al médico. A mí si me hicieron un mal o no, no me interesa, lo que sí me importa es que si existe, que me liberen. Eso es lo que hace Jesús, Jesús no desparrama culpas. Por eso hay que ver con qué tipo de curiosidad nos acercamos. En el evangelio hay muchos relatos de personas que se acercaron con curiosidad a Jesús sana, por ejemplo Zaqueo, que quería ver a Jesús, esa es una curiosidad sana y lo termina acercando a Jesús, se convierte Zaqueo, lo invita a su casa. Pero aquí estamos hablando de otra curiosidad insana, porque no nos ayuda a ser mejores, no nos acerca a Dios, sino al contrario. Este hombre comprendió lo que Jesús hizo, y por eso está dispuesto a seguirlo. Esta es una clave de discernimiento muy importante. Cuando las situaciones nos ayudan a acercarnos a Dios, nos traen paz y nos transforman en testigos elocuentes del poder sanador y liberador de Dios, vamos por buen camino. Cuando nos transforma en desconfiados, poniendo mas poder en las sombras y en los malos espíritus, vamos por mal camino. Entonces, fijémonos, aquí tenemos un criterio muy claro de discernimiento en nuestra vida, lo que pasó con mucha gente que fue por una mala curiosidad, terminó alejándose de Jesús y lo que pasó con este hombre, que inicialmente le pide a Jesús, ¿qué quieres Señor de mi? Y cual es la respuesta, Jesús le dice, “Ve a tu familia, y allí da testimonio de lo que pasó”. Está dispuesto a seguirlo. Nosotros estamos dispuestos a seguir a Jesús siempre o una vela aquí o una allá.
Volviendo al texto bíblico de hoy, que dice, “En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado, le pidió que lo dejara quedarse con Él”, Jesús no se lo permitió, sino que le dijo vete a tu casa con tu familia y anúnciale todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti. El hombre se fue u comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él y todos quedaban admirados. Esa es la forma de seguir a Jesús, para este hombre, dando testimonio en su propio ambiente del poder de Dios. Por lo que dice el evangelio, este hombre hacía tiempo que estaba lejos de su familia, su situación personal hacía imposible llevar una convivencia sana, normal, serena, había quedado excluido de la vida familiar, social, como pasaba en tiempo de Jesús, con los leprosos por ejemplo. Aquí tememos uno claro ejemplo de un Jesús que devuelve el derecho a ser feliz. Y ser feliz no viviendo a la vera del camino de la vida, lejos del afecto y del cariño de los seres queridos, sino justamente en la familia y con los seres queridos. Esto es lo que devuelve Jesús. Y aquí llegamos a lo central del evangelio de hoy. Jesús se queda solo con este hombre, se queda en la persona, avanza Jesús y le dice al hombre que él mismo vaya a dar testimonio en su familia, anunciando todo lo que el Señor hizo al compadecerse de él. Aparece la compasión de Dios con el hombre. Queda claro que la intensión de Jesús no es de mostrar su poder de echar los espíritus impuros o los demonios, aunque lo tiene, pero Jesús en primer lugar no le interesa demostrar su poder, no tiene nada que demostrar. Lo que Jesús quiere hacer es manifestar, poner por obra el amor y la compasión de Dios. El día que la humanidad entienda cuánto nos ama Dios, todo habrá cambiado. Ese es el gran desafío de la iglesia, este es nuestro desafío. Lo que Jesús quiere es vivir la compasión, ser la compasión de Dios con los hombres, Él es la expresión concreta de un Dios cercano, sensible, servicial y lleno de misericordia. El hombre liberado comprende esta actitud de Jesús hijo de Dios, y eso es lo que va a testimoniar. Por eso el texto del evangelio dice que el hombre se fue y comenzó a proclamar por la región lo que Jesús había hecho con él. El hombre va más lejos de lo que le pide Jesús. Aquí está el efecto profundo de esta transformación, no está en la curiosidad de los demonios, si lo fueron o no, lo central está en la transformación interior y exterior de este hombre que se manifiesta en un hombre nuevo, cambiado, que proclama no sólo en su familia donde lo había mandado Jesús, sino en la región de la Decápolis, y todos quedaban admirados del testimonio del hombre sanado. La admiración es la ante sala de la contemplación, es la preparación para el diálogo con Dios, nos ayuda a descubrir al otro, al hermano necesitado y a Dios.
Cuantas veces la contemplación de un paisaje nos despierta esa admiración, que vasta un mínimo de disponibilidad para rápidamente la admiración se transforma en oración, en gratitud a Dios descubriendo su presencia allí en medio de la creación.
El testimonio de este hombre sanado produce admiración en aquellos que lo escuchan a este hombre que le hace caso a Jesús, después de esta transformación y va a dar testimonio del amor que Dios le expreso en él.
¿Cuáles son las situaciones que tenemos que dar testimonio del amor de Dios en nuestra vida? Hay que animarse a darlo. Dalo.

                                                                                 Padre Oscar Rivonni