De los sentimientos a los valores (segunda parte)

jueves, 13 de enero de 2011
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            Así como en la época medieval el eje de lo buscado era la verdad y en torno a ella se organizaba la vida, la cultura, el pensamiento. Y estas verdades se buscaban a través de un camino de reflexión filosófica, teológica, de racionalidad.

            Con una ruptura de por medio a través de la modernidad, y con los dos grandes fracasos de las guerras mundiales, había que girar en torno a la construcción de un mundo nuevo. Por lo tanto la búsqueda de los ideales coparon muchas generaciones. El ideal por el cual valía la pena incluso dar la vida.

            Y hoy, y sobre todo para interpretar los cambios intergeneracionales que se han dado con muchísima velocidad, lo que está en el eje son los sentimientos. Por eso, al hablar con ‘la cultura que viene viniendo’ encontramos una dificultad porque nuestra generación viene hablando de ideales y de proyectos y de construcción de una sociedad, de un futuro, de una vocación o de un trabajo, y la otra está hablando de lo que siente: tengo ganas o no tengo ganas, siento esto o no siento esto, no voy a misa porque no lo siento, los vínculos se rompen porque no se siente nada o porque se sienten cosas adversas, y estamos entonces frente a un nuevo código, un nuevo lenguaje.

 

            El tema es ahora ¿cómo hacer de esos sentimiento cosas valiosas? Y antes de transitar ese camino, todavía nos está costando mucho aceptar que los sentimientos son neutros (ni malos ni buenos). Vamos a tratar hoy de profundizar en esto con el padre Pablo José Fuentes, misionero oblato de María Inmaculada. Animador del proyecto Hogares Sanos y Apacibles.

 

GL: ¿cómo hacemos los que hemos sido formados en la cultura de ‘lo malo’ y ‘lo bueno’ de algunos sentimientos, para llegar a comprender que los sentimientos son neutros?

PF: es verdad que cuesta, pero cuando uno descubre que no es malo, libera. Jesús estuvo triste, lloró frente a la tumba de su amigo, lloró por su ciudad. Jesús se enojó. Jesús sintió pánico en el Huerto de los Olivos. Pero no se dejó llevar por el sentimientos: los tuvo, los manifestó, y puso valor: “no se haga mi voluntad sino la tuya”: fue el momento decisivo en que Jesús opta por la voluntad del Padre, que es nuestra salvación.

            Lo que queremos decir entonces es que valorando los sentimientos que no son ni buenos ni malos, aceptándolos, compartiéndolos, tenemos que dar un paso mas. Y ese paso es ver ¿de dónde nos vienen?. Y recordando lo que ya decíamos en la charla anterior, debemos tener en cuenta que nuestros sentimientos vienen de nuestras necesidades. Si nuestras necesidades están satisfechas, aparecen sentimientos de alegría, satisfacción, entusiasmo. . Si aparecen sentimientos de tristeza, de enojo, de miedo, aunque no sean malos, tengo que buscar qué necesidad hay insatisfecha en mi.

 

Por ejemplo, cuando Jesús se enoja y echa a los mercaderes del Templo, pone un valor: “mi casa es casa de oración y ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”. Cuando llora por su ciudad, dice “Jerusalén cuántas veces quise reunirte como la gallina a sus polluelos y no has querido”. Eso es una súplica que manifiesta tristeza por la ciudad y su gente. Cuando siente tristeza por la muerte de Lázaro toma una decisión: “vamos”. En estos dos ejemplos en que Jesús siente tristeza ¿qué necesidad hay? Hay una necesidad profunda de pertenencia, de que para él era importante su gente, su amistad. Entonces El toma conciencia de sus necesidades y pone entonces el valor: la oración y la resurrección. Cuando siente miedo dice “Padre, si es posible aparta de mí este cáliz”. Allí su autonomía está afectada, y pone como valor la aceptación de la voluntad del Padre.

 

GL: Vos decía: a cada sentimiento Jesús les pone un valor. Para eso, hay que poner una determinada cantidad de energía, porque el valor también es un sentimiento

PF: No. Es mucho más

GL: Perfecto, pero desde acá partimos: cuando dice “que se haga la voluntad del Padre”, lo tiene que sentir

PF: No. Es una convicción

GL: ¿De dónde sale la energía cuando el sentimiento que es desagradable a veces absorbe tanta cantidad de energía emocional –la bronca, la angustia, el miedo, la tristeza- que parece no quedar margen para las convicciones. Cuando hay que poner valor los sentimientos y la energía plus necesaria está absorbida por estas vivencias (cuando los sentimientos son de envidia, ira) y no queda margen para la convicción ¿de dónde sacamos la fuerza para poner valor en el mundo de los sentimientos?

PF: una fuerza grande la sacamos de la fe, de los principios que uno asume en su vida. Y si uno es coherente con ellos, aunque pudiera estar equivocado, nosotros sabemos que frente a Dios es valioso que uno viva de acuerdo a los principios que eligió para su vida. Es de suponer que de esas convicciones en las cuales uno quiere vivir, el Espíritu Santo que está en nosotros le irá guiando para que descubra valores cada vez más profundos, orientaciones más claras. En definitiva: la fuerza viene del Espíritu Santo. Decía San Agustín que “uno debe poner todo de su parte, como si todo dependiera de uno, pero tiene que saber que todo depende de Dios”. Pablo Neruda dice en su poema “Tú eres el resultado de ti mismo”,que “dentro de cada uno hay una fuerza que todo puede lograrlo”.

            Y esos sentimientos que podríamos decir ‘de luz roja’ como la tristeza, la ira, enojo, miedo, son un don de Dios puesto en nuestra naturaleza para que nos avisen de algo que está pasando en nosotros y es la oportunidad de crecer, de avanzar. Todo lo que Dios permite es para bien de los elegidos (Rom 8,28). Entonces, este temor que me invade, esta tristeza que siento, este enojo, si lo trabajo bien, si busco mi necesidad y pongo el valor adecuado me va a permitir encontrar una forma mucho más profunda de vivir. Por eso es importante estar atentos a los sentimientos, pero para dar el paso.

            En el libro “¿por qué temo decirte quién soy” de Powel (psicólogo Jesuita), llega a decir que lo importante después de descubrir los sentimientos es compartirlos. Y luego ver de dónde nos llegan esos sentimientos y como satisfacer esas necesidades.

            Insisto: las necesidades solo se satisfacen con valores, sean físicas, psíquicas o espirituales. Muchas veces lo que hacemos es buscar compensaciones: algo que ‘parece’ que nos llena, pero nos deja vacíos, o nos deja mal. Recuerdo una vez una psicóloga que le decía a su paciente: Usted ¿quiere tener razón o estar en paz?

A veces el que se enoja dice, por ejemplo ‘aquí estoy yo’, ‘en mi casa mando yo’. Y tal vez tiene razón, pero no tiene paz. Si tiene razón pero no tiene paz, es porque no está poniendo el valor adecuado. Está poniendo una compensación que parece que de momento lo satisface pero después lo deja más vacío. Y aún peor sucede con la venganza, porque ese es un anti-valor. Parece que calma, pero después deja un vacío muy grande. Y ese es un anti-valor con el que muchas veces convivimos en lo cotidiano: ¡cuántas venganzas hay en las familias! ¡o en la pareja! ¡o entre hermanos! “no sé, búscalo, yo no me meto…quién me tocó acá…quién me usó mi ropa…” A veces tenemos todas estas actitudes. Nosotros estamos llamados a vivir en paz. Y esas actitudes no nos dan paz. Jesús nos habló de “mi paz les dejo” un montón de veces. Entonces ¿cómo ser constructores de la paz en nuestra vida, y cómo transmitirlo luego al ambiente que nos rodea? ¡Qué lindo sería hacer nuestra que sociedad esté más en paz a partir de la paz que cada uno va logrando! Y eso no es algo que uno logra de un día y para siempre, sino producto de un trabajo diario. Y para eso es importante vivir los valores.

Falta una definición de ‘valores’. No la encontré, y puse una: LOS VALORES SON IDEAS FUERZA HECHAS VIDA QUE MOVILIZAN A LA PERSONA PARA EL BIEN PROPIO Y EL DE LOS DEMÁS Y SON CAUSA DE LA FELICIDAD HUMANA.

La amistad es un valor. Pero si yo no la hago vida porque no tengo amigos, es una utopía. Es idea pero no es fuerza. El orden es un valor, pero lo es en tanto yo busque poner ese orden. La austeridad es un valor si yo busco ser austero.

Muchas veces nos conformamos, sobre todo los que somos predicadores, o los que hacemos mucho uso de la palabra, en proponer cosas, y cuando nos miramos hacia adentro… personalmente me pasa por ejemplo, en esto de ‘amar a las personas tal como son’ ¡qué lejos estoy de esto en la comunidad parroquial! ¡cuánto me cuesta a veces aceptar a una persona tal cual es! Entonces, si quiero predicar ese valor, porque lo veo claro, tengo también que esforzarme por vivirlo y hacerlo mío. Por eso es una invitación siempre, recurrir a nuestra fe: lo que yo no puedo aunque lo quiera, Dios sí lo puede de mí. El puede hacer en mí lo que yo no puedo.

 

GL: ¿Qué hacer cuando las necesidades no se pueden cubrir?

PF: Las necesidades siempre se pueden cubrir adecuadamente. Porque si no, estamos culpando a los otros, que es lo que muchas veces hacemos: culpar al otro de cómo yo me siento, culpar al otro de no poder vivir este valor… Y los otros, pueden ayudarme o pueden dificultarme. Pero Dios es fiel y no consentirá que seamos probados por encima de nuestras fuerzas. De manera que si Dios permite una prueba difícil, sin embargo tenemos que tener la certeza de que nos está dando una fuerza mayor para poder superarla, para poder poner el valor que necesitamos en ese momento.

CONTRA VIENTO Y MAREA
Letra: E. BLÁZQUEZ

, Música: MARILINA ROSS
  
Contra viento y marea desafiemos la sombra a la luz de una idea
Con el alma encendida hay que andar por la vida contra viento y marea
Y aunque el mar sea adverso y estemos inmersos en aguas muy feas
Continuemos el viaje que a nuestro coraje la fe lo acarrea…
Contra viento y marea, cada sol se repite, cada dia alborea
Y florece a porfía, un jardín de poesía contra viento y marea
Si llevamos ardientes la estrella en la frente igual que una tea,
Entre un bosque de pinos, se abrirá algún camino contra viento y marea.

 

GL: A veces cuando hablamos necesidades del alma (que integran todo: lo emocional, lo espiritual, lo afectivo), pareciera que es más fácil tener esperanza y fe sobre lo intangible. Pero cuando hay necesidades básicas: de trabajo, de comida, de vivienda ¿cómo se relacionan con los valores? Parecen un semáforo rojo muy acuciante ¿cómo puedo decir en esos casos que esas necesidades también quedan cubiertas con valores? La vinculación entre el sentimiento y la necesidad no es tarea fácil. A veces es tarea de toda una vida descubrir cuál es la necesidad original y originante de determinados racimos de sentimientos. Pero voy a las necesidades básicas, esas que parecen depender de un ‘afuera’: personas sepultadas por un mar de amargura porque no encuentran trabajo, personas viviendo ascinadas por no tener una vivienda digna, que lleva muchas veces a conflictos por carencia de ese espacio básico de cada uno. Ni hablar cuando falta el alimento. ¿cómo pueden ser cubiertas con valores, que parecen tan abstractos, utópicos, estas necesidades tan concretas?

 

PF: Creo que es importante descubrir que en las necesidades básicas físicas –alimento, descanso, techo, vestido- también se satisfacen con valores. En cuanto al alimento: hay quien come mal, quien come demasiado, quien pasa hambre. Pero está la confianza en la Providencia de Dios: “los lirios del campo no tejen, y ¡miren cómo se visten!”. Es un valor muy necesario ponerse en las manos de Dios, que no nos va a abandonar. Son ciertos los casos de hambre y desnutrición, en un país como el nuestro, que es la patria bendita del pan. Por eso insisto en la confianza en la providencia de Dios. Porque Dios puede servirse de mi confianza en su providencia para acercar al otro eso que está necesitando. Dios quiere contar con nuestras manos, con nuestra generosidad, para que así se realice su providencia. Es algo que todos debiéramos tener más en claro: cuando somos generosos, nunca nos va a faltar lo necesario. Dios no se deja ganar en generosidad.

Entonces, en este caso, el valor que cubre esta necesidad es la confianza en la providencia de Dios. Y también en otros casos, la austeridad de vida, el saber compartir con otros necesitados.

El trabajo es un valor. En la moral social por ejemplo el padre Marcelo Vidal dice “El trabajo reconocido como expresión de la persona se vuelve fuente de sentido y de esfuerzo creador” Y San Pablo nos dirá que “el que no quiera trabajar tampoco coma”

            El trabajo es un valor, pero a veces se convierte en una compensación, cuando no trabajamos para vivir sino que vivimos para trabajar, es que estamos compensando y entonces no estamos en paz.

            Tampoco aquellos que no tienen trabajo pero quedan “esperando que alguien los venga a contratar”, seguramente si se esfuerzan, ponen a funcionar su creatividad, su originalidad, van a lograr algo antes que venga de arriba, aunque el Señor ha prometido que tampoco nos va a faltar el trabajo si confiamos en El. Y en esto es una lucha muy fuerte.

            Pero ¡qué importante es meter a Dios aún en las necesidades materiales! En esto hay a veces bastante resistencia. Uno quisiera que las cosas se arreglaran sin contar con Dios. Y Dios quiere que contemos con El, y no nos va a defraudar.

LA VIDA ES BELLA –NOA
Yo al verte sonreír soy el niño que ayer fui
Sí yo velo por tu sueños el miedo no vendrá y así sabrás lo bello que es vivir
Caen mis lágrimas al mar, tu no me veras llorar
Y es que solo tu alegría amansa mi dolor y así yo sé lo bello que es vivir

Sí mi corazón siempre estará donde este tu corazón Si tu no dejas de luchar
Y nunca pierdas la ilusión nunca rindes que al final habrá un lugar para el amor
Tu no dejes de jugar . N, no pares de soñar
Que una noche la tristeza se irá sin avisar y al fin sabrás lo bello que es vivir

GL: ¿Cuáles son las necesidades que hay a veces ocultas detrás de sentimientos intensos? Porque las compensaciones muchas veces son producto de ‘la sociedad de la compensación’: una sociedad de consumo que está acostumbrada a ofrecer antes incluso que uno escuche su propia necesidad. Hay cosas con las que la sociedad nos sale al encuentro para crearnos una necesidad que en realidad no existe, ofertas que salen a cubrir necesidades que ni siquiera habíamos experimentado. Entonces se nos hace difícil saber discernir cuáles son realmente nuestras necesidades. Además, la sociedad nos ha apartado también de lo instintivo y de la escucha corporal tanto del cuerpo biológico como del emocional, como del cuerpo social. Estamos taponados por una sociedad que ofrece cantidad de evasiones y compensaciones

 

PARTICIPAN LOS OYENTES

– ¿Cómo le hacemos entender por ejemplo a los que padecen grandes necesidades, como por ejemplo en Haití, que tienen que tener confianza

GL: En primer lugar ¿cómo sabemos que no la tienen? Capaz que vamos ahí y recibimos una lección de lo que es tener confianza.

PF: Por eso, no tenemos que ir hacia los necesitados a querer convencerlos de nada, sino a mostrar nuestro testimonio, nuestra colaboración para contrarrestar sus sufrimientos, tanto material con nuestros bienes, como afectiva con nuestra presencia y cercanía, como espiritual a través de la oración, que “es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios”

 

– Soy divorciado. Quiero ser fiel a que no puedo tener mujer, pero sufro mi necesidad insatisfecha de amor. Me siento deprimido y acorralado a pesar de que tengo fe y rezo, no tengo ganas de vivir ¿qué puedo hacer?

PF: Creo que detrás de esa expresión “soy divorciado” hay mucho para analizar. Para mi está claro que el amor en una pareja lo pone Dios. Por eso no lo pone y lo quita sino que lo pone para siempre Creo que estás comenzando a escuchar tus sentimientos por cierto intensos. Tal vez en esa pareja realmente nunca hubo amor, o tal vez el divorcio no fue bien elaborado y quedan rastros de un amor. Lo que podemos ofrecer es que te acerques a Av.Nuñez 5423 donde está funcionando el “ministerio de la escucha” los jueves de 16 a 22 hs. Trataremos de clarificar las cosas y de ver que Dios no abandona a nadie ni invita a nadie a vivir de por vida deprimido y acorralado

 

– Cuando la ira que sentimos viene a causa de injusticias recibidas incluso de abusos espirituales ¿cuál es el camino?

PF: A veces hay dolores muy profundos que producen enojo, pero si yo me valoro a mi mismo, es posible que pueda ver también la limitación de la otra persona. Muchas veces cuando somos propensos a enojarnos, esto surge de nuestra falta de valoración. Cuando nos valoramos por lo que somos y no por lo que hacemos o por cómo nos valoran otros, estamos más en paz. Si estamos pendientes de lo que digan los otros de nosotros, eso nos quita la paz porque pensamos que nos valoran por lo que hacemos. Esa es una disociación que tenemos metida adentro y que nos hace mucho daño. Valemos por lo que somos, y somos creaturas de Dios. Somos una maravilla. Desde siempre Dios pensó en mí y soy fruto de su amor sin duda. Y hasta me tiene preparado un lugar.

            Si el enojo viene de que algo está tocando mi autoestima, es la oportunidad para que yo me valore por lo que soy y no por las cosas que me pasan ni por las cosas que me hacen los demás. Y entonces, aunque hayan querido avasallarme, voy a poder sacar bien del mal. Hasta en casos de abusos físicos, hay personas que llegan a darse cuenta cómo este dolor tan profundo les está sirviendo para ayudar a otras personas que sufren o sufrieron lo mismo, porque en seguida intuyen lo que el otro siente, les pueden dar su consuelo. Sin duda, Dios no quiso ese mal, pero si se dio por la libertad humana, Dios nos va a ayudar a que saquemos bien del mal.

 

          Hay sentimientos y virtudes encontradas. Hace mucho que estoy enfermo con mucho desagrado, por supuesto, pero sé que debo decirle a Dios ‘hágase tu voluntad’. Pero por otra parte le grito a Dios que me sane. ¿Qué hay que hacer? ¿pedir que me sane o que se haga su voluntad?

GL: Nuevamente surge acá esta tendencia muy recurrente que tenemos a pensar que la voluntad de Dios se contrapone o es una alternativa disyuntiva a la salud. En el Evangelio Jesús se la pasa sanando. Creo que tenemos pre-supuestos acerca de la voluntad de Dios

PF: Creo que tiene que pedir las dos cosas: que se haga su voluntad y que lo sane. Y tiene que pedir además descubrir detrás de esa enfermedad, algo en lo que necesita crecer –en perdón, en valoración de mi mismo para no dejarme caer- y descubrir que ofreciendo nuestro sufrimiento y uniéndolo al de cristo, también es salvador. “Sufro en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo por la salvación de ustedes” dice San Pablo. Es decir, comprender que mi sufrimiento no es inútil: estoy salvando a la humanidad.

 

          Respecto a lo que decían acerca de elegir mas que la razón la paz, yo elijo siempre la razón y no me importa no tener paz. Quizá tengamos distintos conceptos de lo que es tener razón, si la razón es con verdad y justicia. Me gustaría algún comentario sobre esto.

GL: ¿qué creés que quiso decir el padre? Acá hay una dificultad: cuando decís ‘hay que elegir entre la razón y la paz’. No son alternativas. Lo que el padre quiso decir es que a veces la razón no es suficiente. Si uno tiene razón en algún plano pero no tiene paz, significa que hay alguna ‘no razón’ o alguna ‘otra razón que uno no está escuchando’ y que está metiendo ruido adentro porque no ha sido escuchada, y eso ocasiona un conflicto interno traducido en falta de paz. Es decir: HAY RAZONES QUE TIENE EL CORAZÓN Y QUE LA RAZÓN NO COMPRENDE. (Pascal)

PF: Por ejemplo, a veces un hijo hace enojar a sus padres. Los padres castigan y por más que tengan razón, es como que ‘quedan mal’, pierden la paz. Ahí se dan cuenta de que se han dejado llevar por la ira y han puesto un castigo que quizá no ha sido educativo. Es decir: tengo razón para actuar, pero no de esa manera. No he puesto el valor adecuado

GL: en realidad esa es una ‘razón a medias’, porque la razón es el ejercicio de la inteligencia, y ahí faltó una parte de la respuesta adecuada en ese caso al reto o al castigo

 

          Cómo se hace para vivir con una persona autoritaria

GL: Acá estamos nuevamente ante los pre-supuestos. ¿quién dice que ‘hay que vivir’ con una persona así?

PF: A veces hay que elegir entre el mal menor. Unos límites, o una separación temporal puede ayudar a la persona a reaccionar. Pero es importante comprender también que esta persona que llega a estos excesos tiene que tener una historia de deterioro que viene produciéndose a lo largo de su vida y que puede tener origen de una necesidad de su infancia que no fue debidamente tratado y sanado todavía, pero que sí se puede hacer. Esto nos ayuda a ser más compasivos. Lo cual no lo justifica. Hay que clarificar las cosas. Si uno juzga los hechos desde el cómo yo los vivo, como si la otra persona fuera igual que yo, entonces no se entiende nada. De esa situación de violencia se puede salir, se puede sanar si él quiere, pero tiene que haber una valoración de sí mismo. Si es autoritario, es porque no se valora. Entonces, hay que ayudarlo a que se valore por lo que es, y no porque los demás estén sometidos a sus indicaciones. Y tiene que perdonar. Por eso es importante que revea su historia y trate de buscar sanación para ese pasado que está afectándolo negativamente.

GL: El ‘aguante’ es un remedio transitorio. Es un ‘analgésico’ para un vínculo. No se puede aguantar toda la vida una relación que está enferma. Hay que buscar la salud.