Decimos  si a las relaciones nuevas que genera Jesucristo, a la fuerza de la comunidad

viernes, 19 de octubre de 2018
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19/10/2018 Este viernes Pablo Alois, docente, catequista y miembro de Alpha Argentina, retomó las tentaciones del evangelizador, un buen aporte a la hora de discernir como es nuestra tarea en el anuncio y en qué medida estas tentaciones no nos dejan vivir un mensaje en plenitud y junto a nuestros hermanos de manera auténtica.

Junto a Pablo reflexionamos  sobre distintos aspectos del primer anuncio retomando las tentaciones  y los caminos para enfrentarlas siguiendo la línea de la  exhortación apostólica Evangelii Gaudium: “Decimos si a una espiritualidad misionera, si a generar espacios en la propia vida que promuevan el encuentro con Dios para contrarrestar el activismo sin sentido; decimos  si a las relaciones nuevas que genera Jesucristo, a la fuerza de la comunidad”.

Siguiendo el proceso de la semana pasada, este referente de Alpha presentó  3  de los no que complementan la puesta del viernes pasado, es decir 3 riesgos y tentaciones que obstaculizan la vivencia y la comunicación en el anuncio: “El Papa Francisco en el número 81 de la exhortación nos plantea un no a la acedia egoísta; es decir una asedia que nos afloja en el fervor misionero. Como dice Pedro Almada en el libro – el cansancio de los buenos – hemos perdido el para qué, el motivo que nos movía en la evangelización y nos fue ganando en la tibieza”.

Otras de las tentaciones fue la del  pesimismo estéril, según Pablo es cuando nuestra fe es desafiada por los problemas, nos volvernos pesimistas frente a nuestras realidades.

Para cerrar y siguiendo  al Papa Francisco en Evangelii Gaudiumm  un último punto  que señaló, fue el de la  mundanidad espiritual: “la mundanidad espiritual es buscar la gloria humana en lugar de la gloria del señor, cuando ésta se mete en la iglesia nos  convertirnos en una ONG. La mundanidad se alimenta de dos actitudes la soberbia de pensar que no necesito dialogar con el otro, una actitud farisaica; y el elitismo narcisista y autoritario como los fariseos, encerrándonos en nuestra cómoda liturgia en nuestra manera de entender la moral”.