Día 3: Principio y fundamento

viernes, 4 de marzo de 2022

04/03/2022 – En el tercer día de nuestra ejercitación espiritual nos detenemos en el Salmo 8, 1-10, al rezarlo vemos la actitud del que ve la grandeza de Dios cuando contempla la creación y se reconoce pequeño, pero amado por Dios y esto es suficiente para decir que la vida tiene sentido.

 

“Oh Señor, nuestro Dios, qué grande es tu nombre en toda la tierra! Y tu gloria por encima de los cielos. 3.Hasta bocas de niños y lactantes recuerdan tu poder a tus contrarios y confunden a enemigos y rebeldes. 4.Al ver tu cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has fijado, 5.¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él? ¿qué es el hijo de Adán para que cuides de él? 6.Un poco inferior a un dios lo hiciste, lo coronaste de gloria y esplendor. 7.Le has hecho que domine las obras de tus manos, tú lo has puesto todo bajo sus pies: 8.ovejas y bueyes por doquier, y también los animales silvestres, 9.aves del cielo y peces del mar, y cuantos surcan las sendas del océano. 10.¡Oh Señor, Dios nuestro, qué grande es tu Nombre en toda la tierra!

Salmo 8 1-10

 

“El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor mediante esto alcanzar la salvación, y las otras cosas para la prosecución del fin para que es creado, y tanto ha de usar de ellas cuanto le ayuden para ese fin. Y por lo tanto es necesario hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, de tal manera que de nuestra parte deseemos y elijamos lo que más conduce para el fin que fuimos creados.” EE 322

 

Lo primero es sentir y gustar interiormente esta expresión fuimos “creados para”. Sentir interiormente esta frase es una gracia de Dios, por lo tanto debemos pedirla y pedirla con insistencia, para ser oídos y para no salirnos de la materia de oración el fin del acto creador de Dios. Con esto vamos a orar en el ejercicio de este día.

Vergüenza y confusión de mí mismo

Al ejercicio de hoy, entraremos en la presencia de Dios, como nos lo pide Ignacio en la primera semana, en el reconocimiento de su grandeza, de su bondad, de su misericordia y ternura, con temor y temblor desde nuestra condición pecadora como el publicano en el templo: decirle y decirnos a nosotros mismos soy pecador, sin animarme a levantar la mirada, pero al mismo tiempo sintiéndonos abrazados por la misericordia del Padre. Esto es tener, como dice Ignacio, “vergüenza y confusión de sí mismo”, que no es esconderse. Por el contrario, es darse a conocer como un es y como uno está con la consciencia de saber herido por el pecado, pero abrazado por el amor de Dios que es capaz de mucho más de lo que el pecado ha hecho. “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” Rm 5,20.

Como fuimos creados para Dios, delante de Él estamos con conciencia de pertenecerle. Le pedimos con insistencia, para ser oídos, para no salirnos de la materia de hoy que es el acto creador de Dios.

San Ignacio, en cada semana de ejercicio, nos hace hacer una petición puntual y lo termina con un coloquio. “El coloquio se hace propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su Señor; cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por algún mal hecho, cuándo comunicando sus cosas, y queriendo consejo en ellas; y decir un “Padre Nuestro” (EE54)

El acto creador de Dios

El que crea es Dios. No está dicho explícitamente en el texto de Principio Fundamento, sino que se lo entiende desde como llaman los biblistas un “pasivo teológico” donde sin nombrarlo se entiende que es Dios quien actúa. “El hombre es creado”, ese es creado, lo supone a Dios. Yo he sido creado y soy sostenido en el acto de amor de la creación que de no existir desaparecería. Toma esta consciencia de que Dios no me dio marcha para que arrancara y fuera para adelante como un reloj, sino que el que me creó me sostiene en el acto creador y le da razón de ser a mi existencia en un amor que tuvo comienzo, se sostiene en el presente y estará también en los tiempos que vendrán.

Además ensancho mi mirada hacia el mundo. Ya no solamente me fijo en mí, miro todas las cosas creadas las que tienen vida y las inanimadas, y con toda la creación alabo al Señor. Puedo decir “Señor, dueño nuestro, ¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra! como reza el Salmo 2, 23.

Y admiro, allí me quedo orando, contemplando, admirado por el acto de amor constante de Dios que me creó y que nos ha creado. Desde este lugar confiar en que Él tiene un plan para mí y borrar todo falso determinismo y mirada negativa de la vida. Expulsamos del corazón esas falsas ideas o de decirnos a nosotros mismos que no hay posibilidad de ser distintos, para darle lugar al creador de la vida para que libremente embelleciendo mi ser personal y todo lo que rodea el acto creacional de amor particular que Dios tiene por mí en todas las cosas que hacen a mi vida.

Orarlo, masticarlo sin apuro, gustando cada palabra. En este momento de oración soy llamado a saberme criatura, dependiente en todo como un niño en brazos de su madre Salmo 131, reconociendo que ese ser como niños es la condición para entrar en el reino de los cielos (Jn 3,3). Para volver a nacer, le dice Jesús a Nicodemo, hay que volver a nacer del agua y del espíritu.

Tanto y cuanto

Dice el apóstol Santiago 1, 5-6 “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio. Pero que la pida con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante al oleaje del mar, movido por el viento y llevado de una a otra parte”.

A la sabiduría, no se la estudia, más que nada, se la recibe del espíritu.La regla de “tanto y cuanto” propia de Principio y fundamento que expresa que “el hombre ha de usar de las cosas cuanto le ayudan, y tanto deba quitársela cuanto le impide a su fin” esta presuponiendo la gracia de discreción de espíritus, de discernimiento. Es el principio fundamental para el camino de los ejercicios.

Por “las cosas” se entienden no sólo a realidades materiales sino también mociones y experiencias interiores. Debo estar atento a la voz de Dios y debo saber también que el mal espíritu busca interferir el encuentro y debo lanzarlo fuera para quedarme con el Señor.

En todo proceso de comunicación tenemos básicamente 3 elementos de comunicación: un emisor (el Señor que se comunica), un receptor (nosotros quienes le damos la bienvenida al decir de Dios) e interferencias, que serían los desordenes interiores, los ambientes a veces oprimidos por la fuerza del mal (espíritu del mundo) o la fuerza del maligno que busca sacarnos del camino de Dios. Éstas son las interferencias que tenemos que sacar fuera, para que la voz de Dios resuene con todo su poder creador y recreador, restaurador.

Principio y fundamento supone descubrir la presencia del amor de Dios que me creó y que creó todo para mí, como hombre, rey de la creación, síntesis de todo lo creado. Y por eso, agradecérselo y bendecir a Dios: “Gracias, por haberme creado por amor”. Y al mismo tiempo el don de Dios. “Para alcanzar aquel fin que es darle gloria y alabanza a Dios que me creó y permanecer en Él, debo pelear, distinguir para quedarme con lo de Dios y lanzar fuera lo que no es de Él”.

 

 

Resumen:

 

+ Texto: Salmo 8,1-10 y Principio y fundamento

“El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar dellas, quanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, quanto para ello le impiden. Por lo qual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados.”

( Ignacio de Loyola)

“He sido creado para…” Y ahí detenerme y sorprenderme por tanto amor de Dios. Descubrir que Dios cuando me trajo a la existencia tenía una finalidad para mí. No nací porque si ni de casualidad. Dios me había soñado y amado antes. ¿Que vio Dios en mi? Sentir que Dios mira con amor mi existencia y detenerme ahí.

+ Petición: pedir gracia para poder quedarme contemplando el amor y el sueño de Dios para conmigo.