22/02/2018 – En diálogo con Radio María, Socorro Ham junto voluntarias del Hospice San Camilo, de Olivos, provincia de Buenos Aires, nos invitan a conocer cómo es un día en el Hospice, sus experiencias, lo que aprenden, su amor por la gente y por la vida.
Están festejando el cumpleaños de uno de sus huéspedes, Diego y en medio de esa situación, aparece otra inesperada, cuenta Valeria. Y en medio de ese festejo, despidieron también a otro de los huéspedes que partió al cielo. Aquí la vida se comparte.
Cuenta Socorro Ham – refiriéndose al modo de trabajo en conjunto que realizan en el Hospice – “Yo cuando los veo de afuera, se asemeja mucho a una danza, donde cada uno va ocupando lugares o roles distintos”. Y agregó que “Y no es que está estipulado que eso va a hacer así, simplemente que hay todo un trabajo de equipo previo que hacen ellas, que a la hora de tener que solucionar algo o acompañar a alguien, sea algo triste, alegre, ellas danzan casi sin tener que decirse nada, eso es lindo ver”, expresó Socorro.
“Nosotros siempre decimos que para poder improvisar hay que haberse entrenado mucho antes. La improvisación en el momento parece una improvisación, pero para poder hacer una improvisación que llegue a buen puerto, hay que haberse preparado mucho antes, entonces no sé si podemos definirla como improvisación”.
“A lo mejor la novedad es el contenido, la novedad es la situación nueva, pero cómo la vamos a manejar, no, eso se preparó antes”.
Encontramos a Viki preparándose para salir a trabajar, y nos contaba que su tarea del día consistía en acompañar a Carolina y a su mamá. Trajo a la memoria, la vida de uno de los huéspedes, Jhoni, a quien acompañaron junto a su esposo Richard, quien también trabaja en el Hospice, aunque en turnos diferentes.
“Un día fui al hospital, y sin conocerlo caí en la camita de Jhoni, y ahí estaba su mamá, la mamá me empezó a contar su historia, tenía un tumor en la espalda, era un chico joven, con un hijo, separado, empezamos a acompañarlo en el hospital, mi esposo también se entusiasmó, y comenzamos a visitarlo, le llevábamos la comunión y Jhoni tuvo un encuentro con Dios”, cuenta Viki. Diana también se sumó a la ronda de mates, y nos contó que su tarea tiene que ver con lo práctico, “Acomodar la cocina, acomodar las alacenas, guardar la ropa, arreglar placares, a parte de acompañar a los huéspedes necesitan”. Y nos dijo también que “Esto me hace feliz”.
“Osvaldo estuvo en un hospital en la capital, cuenta Socorro y estaba solo, y cuando fuimos a visitarlo y lo invitamos a nuestra casa, le dijimos ahí vas a poder comer rico, tenés una cama para vos, vamos a lavar tu ropa, y el tipo nos miraba desconfiado, y en un momento nos dice – Mirá que si querés mis órganos, están todos maltrechos, no te van a servir para nada -. Cuando estuvo acá, pasó algo muy bonito, invitaba a su familia, de la cual estaba distanciado, pudo revincularse con ellos, y la mamá le dijo -venite a casa – y él volvió a su casa y murió en su casa, cuidado por su mamá, la verdad que su historia fue tan linda porque a nosotros también él nos enseñaba con conversaciones…”.
“Les pedí que le dieran el alta, porque mi papá tenía que volver a casa. Bajo mi responsabilidad lo volvimos a poner en una ambulancia de vuelta a casa, con mis hermanos que ya habían preparado el cuarto, y yo desde mi auto le iba diciendo a una enfermera que iba con él que le diga, vamos por acá, vamos por River, por Libertador, estamos pasando por tal heladería, para que él aguante y pudiera llegar a casa donde quería estar en sus últimos momentos”.
“Nos pusimos todos a rezar de la mano de papi, mi mamá, mis hermanos, la enfermera, y la costurera, rezamos un avemaría, un padrenuestro, un gloria, y papi fallece”. Fue todo un acompañamiento espectacular. El adiós papi, fue lo que me hizo saber que se puede cuidar un enfermo en casa“, expresó Vale.
“Siempre aprendés algo, el aprendizaje en el amor, es un ida y vuelta” (Viki)
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