Dios nos conduce

jueves, 17 de noviembre de 2011
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8 Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba.

9 Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa.

10 Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

11 También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía.

12 Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.

                                                                                                    Carta a los Hebreos 11,8-12

 

El primer título: caminar en la certeza de que Dios nos conduce sin saber hacia donde nos lleva

Me detengo para dar la clave del anclaje de lo que llamamos consigna de participación. En un momento determinado uno dice no lo tengo todo claro pero voy para adelante. Hay una corazonada en mi que dice que es por aquí que es una actitud creyente que brota del espíritu de fe de preguntarle a Dios y ahora por donde? Y en la certeza que Dios nos quía y acompaña nos muestra un pequeño senderito que después se hace un camino, una ruta, una autopista que después uno siente que vuela, no camina. Cuando es Dios el que guía así ocurre. Al principio uno da un paso sin saber mucho a donde va aunque tiene la certeza de que va bien. No tengas miedo Dios nos muestra los caminos

Asi camina Abraham, asi camina María como testiga de esa fe Abrahámica en el corazón del pueblo de Dios. Caminan en la certeza de saber que Dios los conduce sin saber a donde los lleva pero como uno va de la mano del Padre bueno sabe que va bien aunque no sepa donde va

En la fe de obediencia de Abraham, Isaac y Sara la que está en el corazón de la raíz del pueblo de Dios en la antigua alianza y la que se extiende en llegar como tradición viva a la familia de Nazaret a María y a José

Nos detenemos en la actitud obediente de María que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica, la que recibe el mensaje de lo alto y lo encarna en su propio corazón. Que dice Dios de ésta actitud?Felíz el seno que te llevó, feliz elo seno que te amamantó, feliz mas bien los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica.lA alegría y el gozo mariano nacen de esa actitud amante a la presencia de Dios que la hace ser toda de El agradeciéndole en todo lo que Dios le muestra como camino sin preguntas más que las necesarias para saber si se trata de Dios o de otro que indica las rutas por donde ir. La felicidad,el gozo y la alegría con la que María canta la grandeza del Señor tienen su origen en éste corazón obediente atraido por el amor y misericordia de Dios dispuesto a vivir según el querer y la voluntad de Dios. La experiencia de María es la que no tiene el control de todo en sus manos sino que todo lo ha puesto en las manos de Aquel para quien todo es posible

Esta Gracia de obediencia nace de un corazón libre que entiende que para que Dios pueda obrar en el si mismo haciendo de su actuación la centralidad de la vida. Que tenga libre para avanzar en su perspectiva de guía conductor de la propia vida y vida de uno hace falta como dice Ignacio de Loyola para esto una disposición interior de santa indiferencia que todo da lo mismo. Es que no me importe tanto riqueza que pobreza, salud que enfermedad, honor o deshonor, fama o difamación sino que sea lo que Dios quiera. Una actitud de básica disposición interior para poder ser conducidos por Dios porque el acto obediente a la propuesta de Dios es más una presencia de amor atractiva que nos hace decir al que con autoiridad nos muestra un camino que la respuesta definitiva de un proceso inductivo racional que nos hace decir que si a una presencia vital. Nosotros como creyentes respondemos a la propuesta de Dios al estilo de María por el enamoramiento que genera la presencia cercana de Dios en nuestro propio camino. Nuestro amén,nuestro si no es un amén o un si que brota de un proceso racional en el vínculo con la trascendencia de Dios con su persona en Cristo Jesús. Es la respuesta en el Espíritu un don que nos ha revelado el misterio de un Dios que escondido viene a dar sentido a toda nuestra vida y digo escondido por caminos no absolutamente claros sino con señales que clarifican el andar por donde Dios nos conduce.

Hoy te invitamos a ver cual es el sendero que Dios te invita a transitar en éste tiempo en fe Es decir aquellos lugares que te animas a caminar en la certeza de que Dios te conduce

Entregados absolutamente a su guía desde lo más profundo de nuestro ser adhiriendo en fe a su propuesta en esas señales pequeñas con las que Dios nos va marcando el rumbo nace de un vínculo nuevo en el amor con la presencia del Dios viviente atraidos por su presencia y movidos por esa Gracia de amor que conquista el corazón somos capaces de hacer locuras en medio de la búsqueda, de la respuesta a lo que son nuestros anhelos y proyectos. A veces no podemos dar esos pasos ya que la razón nos dice otra cosa y el miedo tiene su dictamen y los mandatos recibidos en el proceso educativo también tiene su forma de impedirnos dar pasos que no vayan del todo de acuerdo con aquello que hemos recibido como modo de ser porque caminar por estos caminos de sombra, de oscuridad en pequeños senderos que nos muestra el rumbo en una actitud de coversión interior movidos por el amor de Dios somos capaces de obedecer de manera integral y creyente a la propuesta que Dios nos hace en el aquí y ahora y para que eso sea posible tiene que producirse aquello que Ezequiel dice en la Palabra junto a Jeremías. Es necesario quitar del medio de nosotros la dureza de corazón con la que a veces nos movemos como criterio de elección de vida y cambiar la piedra que hay dentro de nosotros anquilozando los ritmos interiores por un ritmo cardíaco mucho más fluido a el modo como la Gracia nos mueve interiormente a ir donde nosotros no iríamos sino fueramos guiados por el amor. Te daré un corazón nuevo,les infundiré un Espíritu nuevo,voy a arrancar del corazón de mi pueblo esa piedra que está instalada que le impide ser fiel a mi mandato les doy un corazón que sea capáz de comprender mi propuesta un corazón nuevo. Posiblemernte éste corazón sea el de cada uno de nosotros transformados en el corazón que todo lo transforma que es el de Cristo. Ahora el Corazón de Jesús ha tomado carne y ha sido educado en el corazón de María. El corazón mariano vive al ritmo cardíaco del latir y de la voluntad de Dios en su vida y nos enseña a hacer lo mismo cuando nos dice Hagan todo lo que El les diga

Si es el corazón de María el que late en el corazón nuevo de un pueblo que puede vivir el ritmo de lo que Dios muestra como camino de amor para obedecer es porque María nos educa en ese sentido. Como nos educa María en la obediencia? Desde una actitud amantiva y contemplativa. Es el amor el que se hace obediente o el que hace obediente al corazón. Uno no obedece porque lo manden. Cuando lo que se le pide a uno se lo piden con dulzura, con sencillez, con bondad, con amabilidad, con espíritu compasivo. Cuando todo eso que incluye la presencia del amor en lo que se pide uno no solamente va sino que va gustoso, deseozo adhiriendo a lo que se pide no obligado o por compromiso sino interiormente movido a aquello que se pide y adhiriendo interiormente a lo que se le pide. Que es lo que establece éste vínculo de obediencia a lo pedido? El amor con que se reclama y se pide Lo que mueve el corazón a obedecer es la presencia del amor que atrae. Yo les daré un corazón nuevo y les infundiré un Espíritu nuevo. Es un corazón amantivo y contemplativo que quiere regalarnos para que nuestro crecimiento en fe nuestro crecimiento obediente sea bajo el signo de lo que es forma en el acto creyente según la expresión de Santo Tomás de Aquino revitalizada en su propuesta por Benedicto XVI en Deus Caritas est Es el amor la forma del creyente. Lo que da sentido y configura nuestro amén y nuestro creer.

                                    Padre Javier Soteras