Dios vive en la ciudad (II)

miércoles, 12 de octubre de 2011
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Es una gran novedad esa presencia del Señor que invita al que vive en la ciudad. Luego de que el texto de Aparecida mira la realidad de la cultura urbana desde el número 509 al 513 la segunda parte del apartado presenta el juicio o el discernimiento en esa lógica del ver juzgar y actuar. Este se hace desde la perspectiva creyente que contempla al Dios de Jesucristo que vino que vino a vivir entre nosotros y vino a vivir entre los ciudadanos puso su morada Jesús en medio nuestro. El texto se abre con una afirmación que hemos venido diciendo en éstos días: Dios vive en la ciudad Esta convicción interior que nos ofrece Aparecida nos hace salir hacia el encuentro dee que en el mismo se pueda producir como ocurre con los discípulos que caminan por Emaús. Un acompañamiento que hace acrecentar el fuego y hace fermentar el vínculo hacia una presencia escondida de Dios que en lo oculto se hace peregrino con nosotros y nos invita en el compartir a reconocer que ahí mismo donde El se revela, se hace presente como cuando ellos llegaron al final del camino y al partir el pan descubrieron que estaba ahí, se dieron cuenta que ardían sus corazones. La presencia de Dios en la ciudad no es de un habitar físico y simbólico en algunos signos. La presencia de Dios en medio de la ciudad se da en aquella perspectiva en que el Magisterio de la Iglesia y el Concilio Vaticano II Ya describía como modo de presencia diversa de Dios. Adonde lo encontramos al Señor? Adonde descubrir su presencia viva en medio de nosotros. Aparecida muestra que el encuentro con Cristo se realiza por la acción invisible del Espíritu Santo percibida por la fe y vivida en la comunión. Podemos encontrar a Jesús donde El se hace presente particularmente cuando nos habla en la Palabra del Dios viviente corre en la Palabra, dice el texto de Isaías. La Palabra corre veloz y es como una espada de doble filo que penetra en lo más profundo de las entrañas de la humanidad. Cuando la hacemos presente y la difundimos toma mayor vigor el texto de la Palabra compartido y reunidos en el nombre del Señor en la Lectio Divina en su nombre donde 2 o más nos reunimos para compartir una lectura orante de la Palabra ella toma una particular significación sino la tenemos como guardadita en la biblioteca y forma parte de un libro más. La Palabra está hecha para ser vivida en un corazón orante y comunitario. También la presencia de Dios que cita Aparecida entre los números 247 al 250 está la liturgia donde celebramos particularmente la Eucaristía lugar privilegiado del encuentro con Jesús y en la Reconciliación donde el abrazo del Padre en su misericordia nos da la bienbenida y cura nuestras más profundas heridas. En el diálogo con el encuentro con el Señor en lo personal y comunitario se rewvela y encontramos a Jesús en la comunidad por la fe,el amor y el vínculo fraterno. También y aquí nos abrimos hacia el encuentro más ciudadano. El de la perspectiva de Aparecida comenzamos a adentrarnos en el Dios vive en la ciudad porque El está entre los pobres y afligidos y enfermos. El texto de Mateo 25,37-40 nos invita a adentrarnos de manera creyente en el contacto con el Dios que vive entre los más pequeños y los más frágiles que reclaman nuestra presencia creyente de compromiso para poder entrar en Comunión con ese misterio escondido de Dios que los habita en lo más profundo de su ser que se hace uno con ellos. Cuantas veces los pobres que sufren nos evangelizan. El encuentro con Jesús en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe en Jesucristo. Dice Aparecida en el número 257. También lo encontramos en las figuras vinculares y ejemplares de la Vírgen los Apóstoles los santos y mártires con la presencia del Cristo vivo nos invitan al encuentro. Es en el encuentro donde se desarrolla la pastoral de la urbanidad. Múltiples encuentros dice Aparecida que se nos ofrecen a cada paso en las grandes ciudades. Más de una oportunidad donde vivir la presencia escondida de un Dios que nos invita a reconocerlo particularmente presente y vivo en las situaciones de mayor fragilidad y vulnerabilidad Hoy te invitamos a describir aquellas situaciones de dolor, incomprensión, vulnerabilidad, debilidad que te invitan a expresar en fe "creo Señor que allí estas"…

Reflexionando en torno al texto de Aparecida de que Dios vive en la ciudad invitando a la reflexión sobre la Pastoral urbana dice: de un modo especial el amor de Dios en Cristo se hace presente en las situaciones dramáticas de la vida urbasna en la que los hombres quedan atrapados por las sombras de la muerte y llegan al límite del abandono. Ellas pueden ser asumidas por la fe que reconoce a Dios incluso en el grito de abandono del Jesús sufriente en la cruz: Dios mío, Dios mío porqué me has abandonado. En esas situaciones terribles, dice Galli Dios se hace presente. Como estaba el Padre junto a su Hijo en la hora de la muerte. Certeza de su compañía drá el Padre está conmigo. Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu. Confianza en el amor del Padre, dice Galli, al que estaba unido en el límite del dolor condujo al crucificado a entregarse en las manos de quien se sentía abandonado. Por ésta razón dice el Padre Galli de la fe el cristiano sabe que se sufre en cada ciudad y no puede impedir al Dios de la vida hacer su parte

Jesús nos hace contemplar que las realidades más duras que sufren en lo humano no nos impiden encontrarnos con Dios. En la sociedad y en la ciudad particularmente la fe está llamada a saber mirar al Dios presente en el Cristo presente. Dios está en Cristo y Cristo está de muchas formas en medio nuestro. Por un lado Dios está en Cristo paciente que sufre en sus hermanos, que sufre en tantas miserias asumidas como dice la Palabra en Isaías el siervo sufriente cargó con nuestros dolores. Por otro lado en la cultura ciudadana hay que descubrir al Dios presente en el Cristo médico que ama, cuida, cura al hombre herido, caído con la misericordia del Buen Samaritano. A eso lo encontramos en la guardia nocturna de un hospital urbano donde agobia el peso de tanto sufrimiento, emfermedad, adicción, violencia, angustia. Hay que saber descubrir a Jesucristo, el Dios hombre en el dolor crucificado, en el amor de una enfermera o médico samaritanos, buenos samaritanos Al hacerse uno de nosotros estableció con nosotros el Hijo del hombre una misteriosa solidaridad. A tal punto que Jesús se identifica de un modo especial con el pobre que sufre. Todo lo que le hagan a uno de estos pequeños a mi mismo me lo hacen, dice Jesús. A esa presencia en el dolor se agrega su presencia por el amor porque Jesús se hace presente no solo en la persona del necesitado que sufre en alguna situación de miseria sino de aquel que ejerce misericordia . Sobre esa base de perspectiva en Dios Aparecida llama a contemplar al Dios de la vidaen los ambientes urbanosNos abrimos a ver la realidad con otros ojos llenos de esperanza, abiertos al encuentro, dispuestos al acompañamiento siendo fermento en medio de la masa

Donde fundamentamos nuestra confianza en Dios que está en las situaciones más frágiles y vulnerables:en la Palabra de Dios y en la conciencia clarísima que Dios ha elegido a los más frágiles y más pobres en las Bienaventuranzas donde todo lo que aparece donde la gloria de Dios se manifiesta en gozo y felicidad en medio de las crucifixiones de los hombres perseguidos, pobres, trabajadores por la paz, puros y limpios. La fe en el Dios encarnado,crucificado y resucitado es la que fundamenta ésta mirada contemplativa nuestra de la presencia de Dios en y entre nuestras realidades humanas urbanas. La mirada cristiana penetra lo divino de la experiencia humana y ciudadana más honda, más profunda pero ésta mirada de la fe todavía no tiene la claridad de la visión que es la contemplación definitiva de Dios donde no habrá oscuridad. En el mientras tanto de la historia la luz apenas brilla entre las sombras y la presencia se entrega en la ausencia

Cuando uno contempla la cruz que descubre? Eso es humano? Tampoco. Entonces como adentrar a las realidades inhumanas con las que nos encontramos todos los días sino es contemplando al crucificado en la esperanza de la Resurrección. Así el que se dispone a la ciudadanía en el servicio de evangelización tiene que abrir el corazón a la contemplación en la realidad del misterio pascual vivo en el corazón de la ciudad y entonces el paco y la prostitución por tomar dos realidades muy duras, la trata de personas, el narcotráfico que afecta a la sociedad argentina en un lugar de vulnerabilidad y fragilidad allí tenemos que creer que es posible un rostro distinto transformado con un acto creyente. La realidad en lo doloroso nos invita al misterio del Dios viviente en medio de nosotros a creer que es posible el cambio. Es una actitud interior creyente, una espiritualidad para la ciudad la que hace falta desarrollar para que nuestra acción y pastoralidad tenga la impronta propia de lo que estos tiempos exigen como modo de estar en el mundo. Cuando nosotros lo reducimos al templo, al culto, a la piedad, cuando nuestra fe queda incrustada solamente en el ámbito de lo personal y de lo íntimo no tenremos posibilidad de ser realmente presencia misionera de un Dios que está esperando salir a la luz solo cuando se produce el encuentro. En la misionalidad algo nuevo vamos a encontrarnos con la novedad de Dios en ambientes y circunstancias tan diversas y distintas y por eso la tarea misionera termina por misionarnos porque es Dios que se hace manifiesto en el encuentro y en el encontrarnos nos regala la posibilidad de acompañarnos en el camino para celebrar con El el don y la Gracia de estar vivo y presente como fermento en el corazón de la masa humana

 

                                                                     Padre Javier Soteras