Discernir en el desierto – P. Fernando Cervera

martes, 6 de junio de 2017

horizonte

 

06/06/17- Hoy en diálogo con Radio María el padre Fernando Cervera, sacerdote ignaciano, habló del discernimiento en medio de la desolación.

La desolacion aparece como un momento de la vida interior, Dios lo permite para que equilibremos. En esta ansiedad por sentirse calmados, sentirse mejor, de tanto indagar y escarbar en nuestras cosas negativas vamos buscando compensaciones y esta el riesgo de que nos vayamos a la embriaguez, a experiencias fuertes, que suenan a consolación pero no lo son.

La desolación es un campo, de signos y de experiencias, donde todo es contrario a la consolación. No soy una desolación, padezco esto. El primer punto es reconocer los signos, aceptarlos y poner los medios.

La desolación es el campo donde abunda la sequedad interior, la imposibilidad por momentos para sentir lo que busco en la oración o en las actividades. Tambien se ve en:

  • La falta de gusto por hacer las cosas.
  • Pesadez interior.

Alma triste, tibia, perezosa

Tibieza como ese estado donde uno termina conformándose con poca cosa, en ciertos casos es un pacto, me voy adaptando a eso que no comparto o no me gusta. Lo importante es darme cuenta que es un signo de desolación, donde el mal espiritu va a venir a rondarme, voy a estar solo con mis propias fuerzas. El sentir que Dios no está es un signo muy fuerte de desolacion y muy actual.

Tristeza, es perderse abandonarse en el dolor, entregarse a ese sentimiento, no sirvo para nada. La acedia, madre de muchos vicios, es este sentimiento de que nada me llena, nada me viene bien. En la vida moderna, donde el consumismo hace que no saboreemos nada… y hay que seguir consumiendo. Perdemos el gusto de las cosas, por lo tanto viene el aburrimiento.

Pereza, la desolación nos quita fuerza, hay dias que tengo mucha fuerza para los demás, y otros días tengo mucha fiaca, la aparicion de la desolacion es falta de caridad, falta de esperanza, falta de confianza y perder el punto de apoyo

Estos son ronroneos de mucha inquietud que nos hacen perder la fe y nos quitan la paz entonces hay que detectar, aceptar y poner los medios.

No hay que confundir la tristeza con la depresión. La tristeza de la que se habla aquí en la desolación es la que nos lleva a otro punto, el punto de claudicar, de bajar los brazos, de trabarse. Uno puede convivir con la tristeza, sin embargo tener una tristeza que te empobrece, te estanca requiere una resolución espiritual.

Medios prácticos que San Ignacio nos propone:

  • No mudar propósitos elegidos en tiempo de consolación: No cambiar en tiempo de desolación. Si suena con signos de desolación yo no debo hacer caso, tendré que esperar tiempos mejores, aunque sea una gran oportunidad, en el buen espíritu uno decide mejor. No mudar cuando uno está en desolación.
  • Mudar contra la desolación. Ignacio aconseja rezar más, hacer algún sacrificio para vencer a nuestros deseos. Ir en dirección opuesta a la musica que suena en mi cabeza en momento de desolación.
  • Trabajar en paciencia. Seguí haciendo lo que tenés y pronto serás consolado. No es magia, tampoco es una técnica mental, es una práctica sapiencial. No hacer caso al estado de animo para encontrar la claridad del camino. El “¿qué hay que hacer?” no es lo principal, sino cómo pararse en el camino. No bajar los brazos.

Causas de la desolación:

1.- La negligencia o pereza: primero ver si el estado en que estoy no tiene que ver conmigo, trabas personales, ilusiones o mentiras que uno se hacía.

2.-Dios nos deja a prueba con nuestras propias fuerzas: a veces Dios nos deja en sequedad para ver si esto que queremos hacer es verdadero,  si realmente lo queremos hacer.

3.- Para saber que no es nuestro, sino de Dios: para que uno no se crea el dueño de todo lo dulce que nos sucede.