01/07/19- El hombre moderno ha conseguido grandes logros, pero también evidencia lamentables paradojas: inflación de medios de comunicación social y déficit de comunicación interpersonal; conquista del espacio exterior y descuido de la verdadera esencia interior, vida muy efectiva pero muy poco afectiva, etc. En este contexto aparece el distrés, que se presenta como una epidemia del individuo y el distrés social como pandemia.
El médico psiquiatra Roberto Ré abordó la problemática del distrés y la respuesta a la misma desde la dimensión espiritual.
¿Qué lugar ocupa la espiritualidad en el tratamiento del distrés?
“La espiritualidad es apertura y esta apertura nos pone de cara a la Gracia que nos viene de Dios. En muchas ocasiones nos cerramos, por egoísmos , por tensiones, se torna débil nuestra fe y nuestro sistema de creencias. En la medida que fortalecemos una sana espiritualidad hay apertura, pero para eso hay que querer abrirse a la Gracia sanante de Dios. Nada sienta mejor al cuerpo que el cultivo de los valores del Espíritu de Dios.”
La espiritualidad es imprescindible en el tratamiento del distrés porque:
Exige interioridad y profundidad en la vida de la personal.
Chequea la calidad de vida del individuo.
Es curativa, porque demanda perdón, misericordia y paz interior.
Es terapéutica y solidaria, pues se hace samaritana de las necesidades del los hermanos.
Crea vínculos y fuentes propias de sanación pues conforma a Jesús sano, saludable, sanador, saneador y salvador.
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