11/09/2014 – En el día del maestro, el Padre Javier con Doña Jovita rindieron un homenaje a los que educan con el corazón.
Jesús dijo a sus discípulos: «Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes». Lc 6,27-38
Jesús dijo a sus discípulos: «Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes». Lc 6,27-38
No se trata de renuncias por la renuncia misma, sino de una mirada de más. Esto es lo que Jesús plantea. Cuando dice al que busca roña no le pongas resistencia, no se refiere a dejarse pegar, sino a integrarlo. Al final del texto aparece la grandeza del Padre que lo integra todo. Como veíamos en la conformación de la comunidad de discípulos de Jesús; son doce entre los cuales hay pescadores, celotes, un financista, un Tomás científico, etc etc etc En medio de perspectivas muy distintas Jesús integra y suma. Ellos tenían sus disputas, peleaban por espacios de poder, por miradas, sin embargo Jesús los quiere hacer uno.
¿Y cómo se integra? En el servicio. Buscando que aparezca lo que cada uno puede aportar. Como aquel cuento que contó Doña Jovita, la sopa de piedra, donde cada uno fue agregando a la olla lo poco que tiene, y con todo se hace algo grande que alcanza para todos. Para que esto se de hay que estar atento para descubrir lo mejor en el otro, superar las rivalidades para ver qué podía aportar cada uno. Ahí radica el arte del que educa y enseña.
Todos necesitamos enseñarnos mutuamente y vincularnos sumando, no peleando ni enfrentándonos. Por eso Jesús dice no entren por el lado de la pelea, que no sea la enemistad la que marque el estílo de la convivencia, sino poder avanzar sumando a muchos. Cuando nosotros en lugar de sumarnos a la pelea sumamos las buenas voluntades de una parte y de otro, allí estamos creando escuela: escuela de solidaridad, de construcción, de lo común. ¡Qué bueno que los maestros nos sigan ofreciendo esta oportunidad en tantos lugares perdidos del país, incluso en las grandes ciudades!.
Padre Javier Soteras
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