Donde está tu tesoro está tu corazón

viernes, 23 de junio de 2023
image_pdfimage_print

23/06/2023 – Hoy en el evangelio Jesús nos invita a reenfocar la mirada. Donde esté tu tesoro está tu corazón. Volver a poner la mirada en el Padre y allí dejar nuestro corazón.

Jesús dijo a sus discípulos: No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban.Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado.Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!

San Mateo 6,19-23

En el comienzo de la Catequesis, el Padre Javier invitó a reflexionar primero en torno a: ¿Cuáles son esos lugares de cielo que forman parte de nuestro camino de todos los días y donde decimos, aquí encuentro el aliento suficiente como para que mi camino esté orientado según aquello que anhelo y deseo, que no es más que la paz, la alegría, el gozo, la felicidad, la armonía, el vínculo de caridad ardiente con los demás?. Y luego compartimos la consigna: ¿Cuáles son esos falsos tesoros a los que tu corazón se aferra y le pedís a Jesús que te libere?

Acumular como fruto de la falta de fe
Si hoy en la tele se da la noticia de que en el próximo mes faltarán alimentos , todos vamos a comprar el máximo posible. Acumulamos, porque no confiamos. En los cuarenta años de desierto, el pueblo fue puesto a prueba para ver si era capaz de observar la ley de Dios (Ex 16,4). La prueba consistía en esto: ver si eran capaces de recoger sólo lo necesario de maná para un único día y no acumular para el día siguiente. Jesús dice: “No acumulen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.”

¿Qué significa acumular tesoros en el cielo?
Se trata de saber dónde coloca el fundamento de mi existencia. Si lo coloca en los bienes materiales de esta tierra, corro siempre el peligro de perder lo que acumulé. Si coloco el fundamento en Dios, nadie va a poder destruirlo y tendré la libertad interior de compartir con los demás los bienes que poseo. Para que esto sea posible y viable, es importante que se cree una convivencia comunitaria que favorezca el compartir y la ayuda mutua, y en la que la mayor riqueza o tesoro no es la riqueza material, sino la riqueza y el tesoro de la convivencia fraterna nacida de la certeza traída por Jesús de que Dios es Padre/Madre de todos. Donde está tu tesoro (riqueza), allí está tu corazón.

Homilía del Papa Francisco del 20 de junio de 2014:
«Dinero, vanidad y poder» no hacen feliz al hombre. Los auténticos tesoros, las riquezas que cuentan, son «el amor, la paciencia, el servicio a los demás y la adoración a Dios».
“El consejo de Jesús es sencillo: no acumulen tesoros en la tierra. Es un consejo de prudencia”. Tanto que Jesús añade: “Mira que esto no sirve de nada, no pierdas el tiempo”.

Son tres, en particular, los tesoros de los cuales Jesús pone en guardia muchas veces. “El primer tesoro es el oro, el dinero, las riquezas”. Y, en efecto, “no estás a salvo con este” tesoro, “porque quizá te lo roben. No estás a salvo con las inversiones: quizá caiga la bolsa y tú te quedes sin nada”. Y “después dime: un euro más ¿te hace más feliz o no?”. Por lo tanto, “las riquezas son un tesoro peligroso”. Cierto, pueden también servir “para hacer tantas cosas buenas”, por ejemplo “para poder llevar adelante la familia”. Pero, “si tú las acumulas como un tesoro, te roban el alma”. Por eso “Jesús en el Evangelio vuelve sobre este argumento, sobre las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre el poner las esperanzas en las riquezas”. Y advierte que hay que estar atentos porque es un tesoro «que no sirve».

El segundo tesoro del que habla el Señor “es la vanidad”, es decir, buscar “tener prestigio, hacerse ver”. Jesús condena siempre esta actitud: “Pensemos en lo que dice a los doctores de la ley cuando ayunan, cuando dan limosna, cuando oran para hacerse ver”. Por lo demás, tampoco “la vanidad sirve, acaba. La belleza acaba”. Sobre este concepto Francisco citó una expresión —definida “un poco fuerte”— de San Bernardo, según la cual “tu belleza acabará por ser comida por los gusanos”.

El orgullo, el poder, “es el tercer tesoro” que Jesús indica como inútil y peligroso. Una realidad evidenciada en la primera lectura de la liturgia tomada del segundo libro de los Reyes (11, 1-4. 9-18. 20), donde se lee la historia de la “cruel reina Atalía: su gran poder duró siete años, después fue asesinada”. En fin, “tú estás ahí y mañana caes”, porque “el poder acaba: cuántos grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han acabado en el anonimato, en la miseria o en la prisión…”.

He aquí, pues, la esencia de la enseñanza de Jesús: “¡No acumulen! ¡No acumulen dinero, no acumulen vanidad, no acumulen orgullo, poder! ¡Estos tesoros no sirven!”. Más bien son otros los tesoros para acumular. “Hay un trabajo para acumular tesoros que es bueno”. Lo dice Jesús en la misma página evangélica: “Donde está tu tesoro allí está tu corazón”. Este es precisamente “el mensaje de Jesús: tener un corazón libre”. En cambio “si tu tesoro está en las riquezas, en la vanidad, en el poder, en el orgullo, tu corazón estará encadenado allí, tu corazón será esclavo de las riquezas, de la vanidad, del orgullo”.

Ante esta perspectiva el Papa Francisco exhortó a tener “un corazón libre”, precisamente porque “Jesús nos habla expresamente de libertad del corazón”. Y “un corazón libre se puede tener sólo con los tesoros del cielo: el amor, la paciencia, el servicio a los demás, la adoración a Dios”. Estas “son las verdaderas riquezas que no son robadas”. Las otras riquezas —dinero, vanidad, poder— “dan pesadez al corazón, lo encadenan, no le dan liberta”.

Hay que tender, por lo tanto, a acumular las verdaderas riquezas, las que “liberan el corazón” y te hacen “un hombre y una mujer con esa libertad de los hijos de Dios”. Se lee al respecto en el Evangelio que “si tu corazón es esclavo, no será luminoso tu ojo, tu corazón”. En efecto, subrayó el Papa Francisco, “un corazón esclavo no es un corazón luminoso: será tenebroso”. Por eso “si acumulamos tesoros en la tierra, acumulamos tinieblas que no sirven, no nos dan alegría. Pero sobre todo no nos dan libertad”.

En cambio, “un corazón libre es un corazón luminoso, que ilumina a los demás, que hace ver el camino que lleva a Dios”. Es “un corazón luminoso, que no está encadenado, es un corazón que sigue adelante y que además envejece bien, porque envejece como el buen vino: cuando el buen vino envejece es un buen vino añejo”. Al contrario, añadió, «el corazón que no es luminoso es como el vino malo: pasa el tiempo y se echa a perder cada vez más y se convierte en vinagre”.

Francisco invitó a rezar al Señor para que “nos dé esta prudencia espiritual para comprender bien dónde está mi corazón, a qué tesoro está apegado mi corazón”. Y “nos dé también la fuerza de «desencadenarlo», si está encadenado, para que llegue a ser libre, se convierta en luminoso y nos dé esta bella felicidad de los hijos de Dios, la verdadera libertad”.