19/06/2025 – ¿Alguna vez te detuviste a pensar que el aleteo de una mariposa en Japón podría generar un tornado en Arizona? ¿Creés que todo en la creación está interconectado y que nuestras acciones tienen consecuencias que van más allá de lo que vemos? En el ciclo «Laudato Si: La creación como don y tarea», te invitamos a un encuentro fascinante con Fray Eduardo Agosta, sacerdote carmelita y experto en variabilidad y cambio climático. En esta ocasión, y como lo venimos haciendo en la reflexión acerca de la Carta Encíclica del Papa Francisco «Laudato Si», él nos guia a través del concepto de Ecología Integral, un concepto que trasciende la ciencia para abrazar la dimensión espiritual de nuestra relación con la Casa Común. Preparate para una reflexión profunda que te hará ver la Tierra, sus desafíos y nuestra responsabilidad, con ojos renovados.
Fray Eduardo, desde Italia, nos da la bienvenida y nos sumerge de lleno en la definición de Ecología Integral. Nos explica que, desde las ciencias de la sostenibilidad, esta concepción implica que «todo está conectado» en el sistema terrestre. Así como el aleteo de una mariposa puede tener un efecto remoto, cada acción local impacta en este sistema interconectado que es la Tierra, abarcando la biósfera, el clima, los océanos, los hielos e incluso la humanidad. Esta mirada científica, holística, es asumida por la Iglesia en la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco.
Sin embargo, Fray Eduardo subraya que para nosotros, desde la fe, la Ecología Integral va más allá de la matemática y la física. Requiere una apertura al misterio, a la trascendencia. Implica recuperar la conciencia de que todo está conectado también con la dimensión espiritual, con el Creador, del cual depende la vida y la sostenibilidad de cada criatura. Esta relación de dependencia nos reubica en nuestra responsabilidad: no podemos ser «déspotas, consumidores tiranos voraces que rapiñamos la creación». Somos coherederos de un mismo Padre Creador, lo que nos sitúa en un marco de referencia de solidaridad con las demás criaturas. Es por eso que San Francisco de Asís, patrono de la ecología, llamó «hermano Sol» y «hermana Luna» a las criaturas: porque comprendió esa fraternidad cósmica, que todo tiene que ver con todo.
El carmelita nos explica que la Ecología Integral nos informa desde dos planos: el inmanente, a través de las ciencias, que nos muestra el valor físico y biológico de las cosas; y el trascendente, a través de la contemplación, que nos reconecta con el misterio de la creación y de Dios. Esta última nos lleva a una mirada ética de corresponsabilidad y cuidado de la Casa Común, dejando de lado una perspectiva meramente consumidora o de «señor y dueño». La Tierra es un don para todos, un préstamo de las generaciones futuras.
Adentrándonos en el diagnóstico de la Casa Común, Fray Eduardo nos cuenta que el Papa Francisco se asesoró con los mejores especialistas para describir los problemas ecológicos. La imagen de la Tierra como nuestra «casa común» o «el único lugar que podemos habitar» en el universo, nos revela su fragilidad. Es un oasis en el desierto, que si no se cuida y cultiva, corre el riesgo de ser consumido por la muerte.
Fray Eduardo, desde la Laudato Si, nos resume la crisis actual en tres grandes puntos:
A estas crisis, se suma la desigualdad y pobreza, una brecha creciente entre ricos y pobres, y la injusticia de la falta de acceso a derechos básicos en territorios explotados para la extracción de recursos. Ante esto, la solidaridad a escala global es fundamental, reconociendo que nuestros comportamientos locales afectan a otros en lugares remotos.
Fray Eduardo también aborda el negacionismo de la evidencia científica. Lo atribuye a un «mecanismo de defensa» de quienes se resisten a aceptar una realidad que les golpea. Para él, el negacionismo es un intento de salvar un modelo tecnocrático de desarrollismo materialista, centrado en la maximización de ganancias sin considerar las consecuencias. Este modelo, que busca el crecimiento infinito en un planeta finito, debe ser transformado radicalmente por el paradigma de la Ecología Integral.
Finalmente, menciona la necesidad de abandonar gradualmente los combustibles fósiles, aunque reconoce los desafíos de las energías renovables, como la demanda de minerales raros, que generan nuevos problemas. La solución, insiste, es repensar la economía hacia un modelo centrado en las personas y sostenible con la Casa Común.