El Adiós a Espiritualidad para el siglo XXI

jueves, 26 de agosto de 2010
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Espiritualidad para el siglo XXI (Cuarto y último ciclo)
Última emisión del programa. Cierre de todos los ciclos
Programa 20- “El Adiós a Espiritualidad para el siglo XXI”

Texto 1.




Palabras del co-conductor
 
    ¡Bienvenidos queridos oyentes de todo el país y también aquellos que nos escuchan por Internet, sean  todos personalmente invitados a este último programa de “Espiritualidad para el siglo XXI”, esta gala de finalización del cuarto ciclo, la última temporada de este programa que  hoy concluye y que Radio María Argentina se enorgullece de haber emitido.   
   
    Esta será una emisión particular dedicada sólo a ustedes. Haremos una presentación para el recuerdo, el homenaje y el tributo. Un reconocimiento y una acción de gracias. Una fiesta que todos nos merecemos. Hoy realizaremos una transmisión especial.

    “Espiritualidad para el siglo XXI” estuvo en el aire durante cuatro ciclos consecutivos desde 2007 hasta este 2010. Se caracterizó por ser un encuentro de reflexión, textos, música y sugerencias de distintos temas desde una propuesta contemplativa y estética de la vida interior en consonancia con la realidad del siglo XXI, un siglo que busca su propia interioridad.

    Un espacio compartido para la convergencia de miradas. Lo humano interpelando a la fe y la fe asumiendo lo humano. Un diálogo abierto para el entrecruce de fronteras, considerando las problemáticas humanas desde la fe y la fe contemplada desde su lado más humano.

Se intentó transitar un horizonte cada vez más “universal” al hacerse -cada vez- más humano. Mostrando una espiritualidad posible para todos, inmersa en la  vertiginosa vida de este siglo XXI, complejo y polémico, apasionante y dramático, hermoso y desafiante, provocativo y esperanzado.

Fe y realidad hermanas en armonía porque la espiritualidad tiene que ver con la vida: ella misma es vida. La mirada de la fe no está ajena a la realidad. Confesamos que el Dios cristiano es un Dios humano por eso contemplamos el mundo, la historia y la cultura como ámbitos en los cuales se manifiestan las señales de Dios. Allí donde está lo humano, late lo divino.

A lo largo de estos ciclos se pretendió plasmar la imagen de un Dios Encarnado, cercano, en medio del mundo y la historia, que ama con corazón humano.

Se ensayó y se experimentó un nuevo lenguaje para transmitir la riqueza del mundo interior desde la sed más honda del ser humano y la cultura de hoy como “signos de los tiempos”.

Se buscó un nuevo “decir” de Dios para este  presente: un hablar de Dios desde el mundo, situándonos en el corazón de lo humano para alimentar la fe y profundizarla desde las búsquedas más existenciales desde una mirada renovada y fresca a partir de una perspectiva sensible, contemplativa y estética. La espiritualidad y la sensibilidad humana son dos caras de una misma moneda.

Una visión de cambio para tiempos que cambian, descifrando la realidad de este siglo y de este milenio como innovadoras oportunidades para recrear las expresiones de nuestra fe y recrear  –junto a muchos otros- un cristianismo acorde a estos tiempos.

Se propuso dibujar mapas, trazar caminos, construir puentes, marcar otros rumbos, señalar nuevos horizontes, transitar espacios diversos: Se presentaron temas abiertos, con perspectivas que se ensanchan alimentando una esperanza para todo lo que está y para todo lo que viene. Reflexionando núcleos humanos desde un ángulo plural para una espiritualidad encarnada e integrada: un camino que se abre cuando la fe  experimenta lo humano y lo humano sustenta la fe.

El corazón de todo lo humano alimenta la fe. Las búsquedas humanas convergen y desembocan en la  Palabra de Dios, la cual se recibe,  se escucha y se dice con  resonancias humanas. Todas las voces y los ecos humanos confluyen en los surcos más hondos del Evangelio para transmitir la Palabra de Dios con resonancias actuales. La fe no sólo para una época que cambia sino para un cambio de época a partir de un encuentro cordial entre fe y realidad, concibiendo la espiritualidad como el fondo más profundo y rico de la vida humana.

“Espiritualidad para el siglo XXI” tocó los temas actuales y los clásicos de la espiritualidad cristiana desde un enfoque adaptado a la cultura que vivimos: una propuesta cristiana,  ecuménica y abierta para los que tienen fe y también para los que no la tienen, con un lenguaje actual ensamblando los más variados géneros de la música contemporánea y mostrando que -también en ella- existe un mensaje hermoso y profundo si se sabe escuchar con el corazón.

    Ahora que “Espiritualidad para el siglo XXI” llega a su final definitivo queda todo el rompecabezas armado, pieza por pieza. Esperamos que el diseño que ahora concluimos te guste, que te haya servido en algo y que lo hayas disfrutado. Fue hecho para vos. Dios te lo quiso regalar. Esta es una excelente ocasión para que todos nosotros podamos decir, una vez más: ¡Gracias!

Texto 2.

    El año pasado se compartió en este ciclo que en Radio María de Chicago, en Estados Unidos, el padre argentino Luis Escalante estaba haciendo la versión italiana del primer ciclo de “Espiritualidad para el siglo XXI” para la comunidad de italianos de esa ciudad.

    Fue una sorpresa y un orgullo para Radio María Argentina que se tomara el formato y los textos originales de este programa y se hiciera la versión italiana. Fue el  primer programa de Radio María Argentina que tenia una versión extranjera en otra Radio María del mundo, en este caso en la ciudad de Chicago.

    El padre Luis Escalante -conductor de “Spiritualitá per il ventunésimo sécolo”– en Julio del año 2009 escribía para Radio María Argentina las siguientes palabras:

    “Desde hace tiempo sabía que el Padre Eduardo Casas, quien fuera mi profesor y es mi amigo, venía minuciosamente preparando sus programas. Conozco su dedicación y me agrada que el hijo de un célebre locutor cordobés, por esas cosas de la vida y del Evangelio, esté haciendo -de alguna manera- sin haberlo calculado mucho, lo mismo que hacía su padre. El Padre Eduardo Casas es  el autor de todos sus textos y quien selecciona la música de los programas. Es un gran gusto para mí traducir al italiano el ya conocido pensamiento y estilo de mi amigo. Descubro, a través de los años, cómo ha ido desarrollando sus intuiciones, expandiendo las aplicaciones y los lugares teológicos, manteniendo un estilo muy personal. Mi aporte es muy simple. Básicamente fui convocado a Radio María Chicago. Desde antes de mi llegada a Chicago, he buscado estar en contacto con la comunidad italiana a la que me unen vínculos de simpatía y me conectan con mis años de párroco en Italia. Me pareció interesante compartirles los textos del Padre Eduardo, producidos "para el siglo XXI" para ver qué tipo de recepción podían tener en gente de otra cultura, otro lugar y otro idioma. El tiempo y la Providencia darán la respuesta.”

¡Gracias querido Padre Luis Escalante por tus palabras y por tu trabajo con el material de Espiritualidad para el siglo XXI traduciéndolo y poniéndole tu voz en el idioma italiano. Tu labor ha sido un homenaje de cariño y amistad. Aunque desde hace varios años vives en distintas partes del mundo, sabemos que sigues manteniendo tu contacto y tu afinidad con el padre Eduardo.

    ¡Gracias padre Luis Escalante, desde aquí te agradecemos la difusión de los contenidos de “Espiritualidad para el siglo XXI”. Te damos así nuestra bienvenida a la vez que despedimos al padre Eduardo Casas. La gracia de “Espiritualidad para el siglo XXI” sabemos que queda por siempre en el aire de Radio María Argentina

Texto 3.

Palabras del conductor

    ¡Hola queridos amigos y oyentes!, ¡qué bueno que hayan venido a la invitación del vigésimo programa, nuestra última emisión!; ¡qué lindo que estén todos juntos en la fiesta final de nuestro querido programa!… ¡casi no lo puedo creer!, ¡haber llegado al término de cuatro ciclos consecutivos!… ¡gracias por estar y acompañarme siempre!…

Hoy yo también –Eduardo Casas- soy un invitado más en esta celebración de Radio María Argentina, terminando todos los ciclos de este programa. Hoy todos somos invitados porque “Espiritualidad para el siglo XXI” ya es de todos, especialmente de aquellos que lo siguieron fielmente.

    Este cuarto y último ciclo de “Espiritualidad para el siglo XXI” quise que tuviera un sello particular. Fue el ciclo que más investigué para escribir los textos. La redacción me llevó aproximadamente casi un mes. El tercer y el cuarto ciclo fueron escritos en mis vacaciones de enero. Me dispuse, mañana y tarde, a leer, escribir y corregir. Para cada programa a veces leía varios libros, artículos, páginas Web, ensayos e investigaciones. Recopilaba lo que me interesaba, luego procesaba las fuentes y escribía el texto y lo corregía. A veces escribía más de un texto a la vez. Investigando fuentes bibliográficas específicas, el desafío consistió en que tenía que traducir para un lenguaje radiofónico, con un vocabulario más sencillo, general y coloquial, resignificando  todo el vocabulario técnico.

Mi pretensión era que el oyente escuchara un tema y lo entendiera sin que tuviera ninguna información previa y sin que haya que explicarle anticipadamente demasiados detalles. No supongo que el oyente tenga necesariamente una información de antemano sobre el tema que desarrollaré.

A veces tomaba reflexiones complejas y tenía que presentarlas de manera, más o menos, interesante y sencilla sin que se les quitara –por eso- profundidad y belleza. No sé si logré ese intento. En el camino he aprendido mucho. Lo importante es tener claras las cosas y luego ensayarlas, una y otra vez, incluso equivocándonos, hasta que nos salgan, más o menos, como queremos.

    El interés de los temas de este cuarto ciclo fue muy particular, se puede observar por las reflexiones que escogí hacer. Temas como: una entrevista a Jesús; la propia sombra y los miedos, los sueños y su interpretación, el significado de los números en la Biblia, el silencio de Dios y su laberinto, la locura y la desnudez de Dios, las etapas de la vida espiritual y su transformación; la segunda juventud de la vida; el disfrutar y el sentido del humor; la fealdad; las tres hermanas del alma; la melancolía y la sabiduría de la aceptación. Todas estas reflexiones no han sido fáciles de presentarlas de manera sencilla y –más o menos- completa. Además fue todo otro desafío musicalizar algunas reflexiones ya que cada bloque en todos los programas ha intentado transmitir diversos “climas” emocionales.

    Todas las reflexiones que escogí representan interrogantes que siempre me han despertado curiosidad. Generalmente no había tenido demasiadas oportunidades para compartir de una manera tan masiva. Estos enfoques constituyen los núcleos de mi búsqueda interior y de mis preferencias intelectuales y espirituales. Fueron temas que implicaban una visión amplia. Investigué en diversas fuentes, incluso más allá del cristianismo. Algunos de esos puntos de interés superan el horizonte de la fe cristiana y nos sumergen en tradiciones filosóficas, teológicas y espirituales de diversas religiones, filosofías e ideologías de la Antigüedad y del presente. Esto le confirió -a este cuarto ciclo- un carácter aún más amplio y universal. Creo que todas las búsquedas humanas, de algún modo, nos atañen.

    Intenté no caer en “lugares comunes” para el tratamiento de los temas. Procuré una mirada alternativa a la clásicamente propuesta. Incluso aunque tocara un tema ya tradicionalmente abordado, probé un ángulo de percepción diferente. El enfoque es lo que otorga singularidad. En mi caso quise que fuera un enfoque sencillo y profundo, contemplativo y estético, sapiencial y orante, humano y poético, utilizando “palabras vitales”, las que surgen del corazón, más que de la razón y la ciencia.

    Espero que los temas de reflexión te hayan gustado, sorprendido, iluminado y emocionado. Que algo te hayan dejado. Si esto ocurrió. Está justificado todo el esfuerzo que demandó durante estos años el sostenimiento de este ciclo con su característica y artesanal calidad de producción. Si esto ocurrió y Dios te concedió alguna palabra de consuelo y esperanza, algún destello de paz y de luz; alguna lágrima de emoción y alguna palabra de sabiduría, entonces, todo esto que hicimos valió la pena.

    ¿A vos qué fue lo que más te gustó, lo que más te impacto de “Espiritualidad para el siglo XXI”?; ¿qué es lo que te queda en el alma?


Texto 4.

A lo largo de estos cuatro ciclos he recibido correos electrónicos de todo el país. Algunos oyentes me han escrito de una forma más o menos permanente a lo largo de estos años. Con algunos he chateado o nos hemos visto y hablado por Internet. A todos los correos los he leído y los he contestado personalmente. Esto implicaba un trabajo extra a la labor del programa, sobre todo porque yo he querido responder personalmente. Todos los oyentes tenían palabras de aliento y admiración. Todos escribían  con mucho cariño. Me hablaban de las resonancias del programa y también de sus realidades personales, algunos me confiaban sus problemas y me consultaban algún discernimiento. Ciertamente fue una gran responsabilidad contestar y mantener la comunicación. Por momentos no fue fácil en medio de un gran número de otras actividades. Aún me quedan por responder las cartas convencionales escritas a mano que me llegaron a la recepción de la radio. Esas cartas me resultan más difíciles contestar en estos tiempos en que hemos adquirido el correo electrónico como el habitual. Entiendo que no todos quieran o puedan contactarse virtualmente. Todas las cartas, de uno u otro formato, han sido muy generosas y las agradezco públicamente a todas. 

    Vaya aquí solamente unos pocos testimonios de algunos de los muchos oyentes del país que me escribieron:

1- Querido Eduardo:
                       
Escuché siempre tu programa. Es un don que se entrelaza con lo que tenemos dentro  formando una simbiosis que hace hablar al silencio y hace callar todo lo que hay en el interior. Me surge así una plenitud y una presencia que colma todos los vacíos.
                     
Laura Pángaro de Bahía Blanca.

2- Querido padre Eduardo:

¡Todo es Don! Tus reflexiones me calman el corazón. La manera de expresarte me ayuda a escuchar lo que yo siento y pienso. Muchas veces me quedo pensando alguna cita o una frase o respondo alguna de tus preguntas. Otras veces escribo en mi diario o copio tus reflexiones. Es como un diario. También me parecen maravillosos los temas musicales que elegís. ¡Gracias  porque me colmaste de Amor de Dios!;  ¡Gracias por estar!

Alicia Sortino de Mar del Plata

3- Eduardo:

Espiritualidad para el siglo XXI ha sido un programa hermoso, un verdadero bálsamo para mi alma. Siento  que me ha dado una nueva mirada y me abierto otro horizonte en mi relación con  Jesús, el Dios Encarnado y  también  con los demás,  sabiendo que todo viene del amor infinito de Dios. Eso me ha  llenado  de alegría. Siento que me ha ayudado. Gracias por todo eso, Eduardo. Dios te bendiga. Te mando un abrazo.

Esilda de Buenos Aires.

4- Padre Eduardo:

Hermosísimo lo tuyo: la música excelente y  tus palabras me hacen reflexionar. Dios te bendiga siempre, ¡gracias por tu hermosa sensibilidad!

Graciela de Santa fe.

4- Querido Eduardo:

¡¡¡¡Felicitaciones!! Tu programa confirma que el Espíritu siempre sopla enviándonos a lugares nuevos ¿Te imaginabas años atrás que tus palabras llegarían a tantos corazones? Es maravilloso.  Un abrazo.

Susana Figueroa de Córdoba.

5- Querido Padre:

Te acompaño cada día que haces tu programa. Le pido a Dios me de un poquito el  don de la sabiduría, la paz y la dulzura. Me has emocionado con tus palabras. Gracias, mil gracias, te abrazo con el corazón.

Romy Peralta de Córdoba.

6- Querido Eduardo:

Espiritualidad para el Siglo XXI significa para mí un alto en el camino. El encuentro con un Amigo que con paciencia y generosidad nos enseña, nos hace reflexionar, emocionarnos, nos trajo un Jesús humano, cercano, de igual a igual,  con rostro de Hermano, que nos interpela con dulzura y calidez. Golpea nuestra puerta y se sienta a nuestra mesa. Me gustan las poesías y las letras de las canciones que hilvanan y complementan el mensaje de las reflexiones. Eduardo, te vamos a extrañar, ¿es un “hasta luego”, verdad?

Liliana Alicia Ledesma de Buenos Aires.

7- Estimado Padre Eduardo Casas:

Muy bueno su programa en Radio María, el cual es verdadero mensaje de humanidad y de una vida "cristiana". Usted no ha tenido necesidad de mencionar a cada rato un versículo bíblico para apoyar el mensaje de Jesús. Esta versión del mensaje (en el contenido) y en lo formal (su voz) hace que el mismo llegue en profundidad, tanto a creyentes como a no creyentes. Usted tiene una energía especial para transmitir sus "diálogos". Quien "monologa", no sabe si es escuchado. Cada palabra suya, seguro es escuchada con atención en muchos hogares. El Espíritu lo  utiliza para que el mensaje de Dios llegue. ¡Muchas gracias Padre!

Ernesto Dassis. Tres Arroyos. Provincia de Buenos Aires

8- Querido padre Eduardo:

Con “Espiritualidad del siglo XXl” crecí como persona. Tus programas me enseñaron que cada uno tiene un lugar irreemplazable. Los temas que tocaste me llegaron al corazón. Me inspiran paz y armonía. Todo fue muy humano. Gracias por pasar la música que te envié ejecutada por mi sobrino Dardo. ¡Fue como un milagro de Dios escucharla en tu programa!; ¡Vos sos y dejás ser!  Toda mi familia te bendice. Un abrazo por siempre.

David del Pian de Mar del Plata.

Co-conductor:

Hasta aquí hemos escuchado sólo algunos –de los muchos mails de distintas partes del país- que a lo largo de estos cuatro ciclos han escrito. ¡Agradecemos a todos sinceramente!   

Conductor:

Gracias a todos los fieles y queridos oyentes que escucharon los programas y a todos los que se tomaron el tiempo de escribirme para compartir su corazón a la distancia. Nada ha caído en el vacío. Todo ha llegado y ha sido respondido. No me refiero sólo a mí. Me refiero principalmente a Dios que siempre responde al corazón de los hombres.

    Gracias a todos los oyentes del país y de otros países que nos escuchan por Internet. También  a aquellos que me hicieron saber que envían al exterior las grabaciones de los programas. Hay grabaciones de “Espiritualidad para el siglo XXI” dando vueltas por España. Saludos también para ellos.

Igualmente un enorme reconocimiento a aquellos que siguieron el programa silenciosamente desde sus casas, en sus trabajos, en sus viajes y aquellos que me hicieron conocer que me seguían estando incluso privados de su libertad. Hay quienes me compartieron que desconectaban el teléfono durante el horario de transmisión del programa o avisaban a sus familiares y amigos que no llamaran. El programa se había convertido para ellos en un secreto y personal ritual de emociones, un momento contemplativo. Algunos me contaron que apagaban las luces, se ponían cómodos, buscaban el mejor audio con amplificación de sonido para escuchar todos los detalles y la música con la mejor calidad posible. Una profesora me compartió que hacía leer algunos de los textos del programa a sus jóvenes alumnos. Incluso llegué a escribirles. Un día tomé un colectivo que estaba lleno, el conductor tenía puesta a todo volumen Radio María, lo cual me sorprendió un poco porque no es tan habitual, de pronto salió un avance de “Espiritualidad para el siglo XXI” con mi voz. Fue una experiencia rara. Sentí que me ponía colorado. Me sentí expuesto ante todos. Nadie sabía que era yo el que hablaba por la radio pero yo me sentí como si lo supieran. Eso me hizo caer en la cuenta que uno puede llegar a todos lados y acompañarlos allí donde estén.

Por todo esto, ¡gracias a todos y a cada uno! Nombrarlos sería imposible. No hace falta que me hayan escrito o hablado para saber que han estado ahí. Yo siempre lo supe. Siempre lo sentí. Te percibí cerca. Sentí tu latido. Estabas ahí, quietito, callado, acurrucado en el alma, en tu mejor rinconcito, escuchando y recibiendo, dejándote llevar por este mágico viaje de palabras y emociones, navegando por inmensos mares de mareas altas y bajas en los cuales la música nos transportaba.

    ¡Simplemente gracias! Este programa siempre, siempre se hizo pensando en vos.

Texto  5.

Diálogo-entrevista entre el co-conductor y el conductor

Co-conductor invitado (C): Eduardo, ¿por qué termina “Espiritualidad para el siglo XXI”?
Eduardo (E): “Espiritualidad para el siglo XXI” termina por una decisión mía, totalmente personal. Nadie me insinuó que lo hiciera. Al contrario, las sugerencias fueron que continuara. Siempre creí que el mismo formato del programa me iría diciendo el momento de finalización y así fue, lo sentí cuando estaba redactando el cuarto ciclo, incluso antes de comenzar al aire. De mi parte, me he dejado conducir lo más dócilmente posible. La realidad te va diciendo cómo y cuándo algo tiene que continuar o terminar.

C: ¿Te costó empezar con un programa en Radio?
E: Al principio me costó empezar en Radio. Me resistía porque creía que no era lo mío y porque nunca lo había hecho radio personalmente, si bien el ambiente no me era del todo desconocido por el trabajo de mi padre como locutor. Una vez que el programa estuvo en el aire, comencé a tener la respuesta de la gente y el contacto con el mundo de la comunicación radial, me fui entusiasmando. Intenté involucrarme con seriedad y responsabilidad desde el inicio de este proyecto, cuidando el resultado que se daba como producto final al aire.

C: ¿Tenías una idea de lo que querías hacer en el programa?
E: Ciertamente tenía una idea general bastante clara que básicamente correspondía a la esencia del programa. No obstante, también el formato se fue dibujando –con su propio perfil-  en la medida en que íbamos haciéndolo. Él programa fue como una “revelación”, me fue mostrando qué temas eran los más convenientes y cuáles no. Ya que no sólo tenían que ser temas espirituales sino además susceptibles de ser tocados con el sello singular de “Espiritualidad para el siglo XXI”. Además cada ciclo ha tenido su diferencia en ciertos detalles para que cada ciclo, aunque sea el mismo programa, tuviera su particularidad.

C: En cuanto a su estética: ¿cómo podrías describir a “Espiritualidad para el siglo XXI”?
E: Ha sido fundamentalmente un programa de “climas” humanos y emocionales. Cada emisión fue concebida como un “viaje” a través de sensaciones, colores, texturas y  tonos de voz. Todo hecho a través de palabras, silencios y música. Se intentaba propiciar una atmósfera personal e íntima como quien habla entre amigos, con confianza. Hubo programas más luminosos y otros más sombríos. Algunos más leves y otros más densos. Todos concebidos para ser disfrutados de distintas maneras.

C: ¿Cómo se hizo para que el clima fuera tan personal aunque la audiencia haya sido tan vasta en todo el país siendo tan diversos públicos?
E: Yo nunca le hablé radiofónicamente a la muchedumbre. Siempre le hablé a cada uno. Personalicé el vínculo tanto en el programa –por eso cada bloque terminaba con preguntas personales para el oyente- como fuera del programa con los contactos personales y virtuales.

C: ¿Cuánto hubo tuyo en “Espiritualidad para el siglo XXI”?
E: Hay mucho de mí. Puse en el programa todas mis búsquedas espirituales e intelectuales de siempre. Ha  sido como el testimonio de mi autobiografía espiritual. Cuando uno habla de sí mismo, aunque sea indirectamente, hay muchos otros que se identifican. Después de todo, no somos tan originales en nuestra búsqueda personal; lo original o singular es la mirada de cada uno. Yo en el programa compartí mi mirada –convertida en una estética radiofónica- para que otros pudieran disfrutarla. 

C: ¿Cuántas personas han trabajado el programa?
E: En todos los ciclos, siempre hemos trabajado sólo dos personas. El operador que compagina y edita y yo que produzco y conduzco. Se puede hacer algo de calidad con poca cantidad. En algunos programas he tenido invitados para que se escuchara otra voz, aparte de la mía. En todos los ciclos he tenido distintos colaboradores en lo técnico y artístico. En este último, Federico Stucker fue un gran compañero de trabajo. Se dedicó y se involucró con el programa más de lo que estaba establecido. Ha tenido una contribución especial y decisiva para la estética del programa de este último ciclo, incorporando distintos efectos y otros detalles. Vaya para él todo mi reconocimiento y agradecimiento. Sin su aporte, el programa no fuera sonado al aire tal como salió.

C: ¿Se ha trabajado mucho para cada emisión?
E: En verdad sí. Cada programa supuso -entre semana y semana- varios días y muchas horas de trabajo, tanto solitario como compartido. El programa ha sido cuidado y repasado en cada uno de sus detalles tanto de pre-producción como en la producción misma. El guión del programa –aparte del texto- tiene muchas indicaciones técnicas de efectos, climas, tonos y  músicas, entre otras cosas.

C: ¿Con “Espiritualidad para el siglo XXI” te propusiste enseñar algo?
E: En verdad no tuve una primera pretensión directa de enseñar algo. A mi vocación docente la sigo aún desarrollando en mis clases de teología, aunque –de hecho- uno siempre es docente, casi en todas partes. Desde el formato radiofónico, con este programa sólo quise compartir.

C: ¿Y a vos Federico qué te significó y qué te deja “Espiritualidad para el siglo XXI”?
F: Me significó mucho compromiso especialmente por la trayectoria del padre Casas, por su dedicación y búsqueda estética.
C: ¿Qué es lo que te llevás del trabajo con Eduardo?
F: Especialmente me llevo su amistad.

C: ¿Eduardo, vos cómo sentís que termina “Espiritualidad para el siglo XXI”?   
E: Creo que este “Espiritualidad para el siglo XXI” cierra en su momento más pleno y  maduro tanto en la transmisión de los contenidos de reflexión como en la propuesta de arte del programa. A mi parecer concluye muy dignamente, finalizando así sus cuatro ciclos al aire, los cuales ya quedan en la memoria y en la antología de Radio María Argentina como uno de sus clásicos.

C: ¿”Espiritualidad para el siglo XXI” fue más que un programa como algunos dicen?
E: En alguna medida sí porque -aparte del programa radial- se hicieron otras actividades generadas a pedido de los mismos oyentes. Por ejemplo, el primer ciclo se cerró con una audiencia general con el público transmitida al aire desde el auditorio Diego de Torres de la Universidad Católica de Córdoba. Estamos viendo la posibilidad de hacer otro evento para celebrar este cierre definitivo del ciclo. Además se hicieron dos talleres de espiritualidad, abiertos al público, uno el año pasado y otro este año donde participaron incluso oyentes de Buenos Aires y Bahía Blanca. Se hará este año otro taller más. También se abrió un blog para el intercambio con los oyentes.

C: ¿qué dirección virtual tiene la página?
E: www.eduardocasas.blogspot.com Aquellos que se anotan como “seguidores” se comunican e intercambian opiniones y comentarios conmigo. También participo como consultor espiritual para los jóvenes en la página de la “oleada joven” de Radio María Argentina.

C: ¿Ahora que termina “Espiritualidad para el siglo XXI” qué vas hacer?
E: Ciertamente voy a extrañar este programa. Igual que los ciclos anteriores, se volverá a repetir el ciclo completo para tener una segunda escucha al aire. También sigo trabajando en Radio María Argentina como asesor editorial y además tengo en carpeta -ya hace varios años- nuevos proyectos y formatos de programas que igualmente me gustaría realizar. Es por eso que quiero terminar bien uno y comenzar otro, si Dios quiere.

C: ¿Podés darnos algún adelanto del nuevo proyecto?
E: Quiero hacer algo con el mismo cuidado y dedicación que este programa. Me he propuesto incluso el estudio de algunas cuestiones técnicas para incursionar también desde ese lugar, en el próximo programa.  Deseo hacer otra cosa distinta de “Espiritualidad para el siglo XXI”. Otros temas, otro enfoque, otra estética. Iré discerniendo -con el padre Javier Soteras y la producción de la Radio- nuevos formatos. Aprovecho también la oportunidad para agradecer al padre Javier por haberme invitado a Radio María Argentina. Siempre sentí su apoyo y su cariño. Él, en el cierre del primer ciclo de “Espiritualidad para el siglo XXI”, en el encuentro en vivo con los oyentes, dijo unas palabras que todavía agradezco profundamente.

C: Agradecemos al padre Javier Soteras por sus palabras de reconocimiento y apoyo para con Eduardo y su programa.

Texto 6.

Co-conductor:

Especial para esta ocasión son las palabras del poeta chileno, Pablo Neruda que dice:

“Adiós.
Resbalan tantos adioses como las palomas en el cielo,
hacia el sur,
hacia el silencio…

Adiós, hasta más tarde,
hasta más pronto,
hasta que todo sea
y sea canto”…

Conductor:

    En este programa final quiero dar gracias a Dios y a la Virgen de Guadalupe que me trajeron providencialmente hasta aquí y me permitieron que -abriendo el corazón, encontrando las palabras más oportunas y eligiendo la música más adecuada- transitáramos juntos el lenguaje del alma y los paisajes del corazón.

Un agradecimiento especial a las autoridades de Radio María Argentina que me invitaron todos los años a proseguir el ciclo. Gracias a todos mis compañeros de trabajos especialmente los que se involucraron técnicamente en la preparación del programa a lo largo de estos años y a quienes han trabajado en la página Web de la radio para que este programa tuviera un lugar con todos sus textos y contenidos. Un agradecimiento sincero a todos los invitados que pasaron por el programa prestando su presencia y su voz. Todos fueron muy generosos. Un “gracias” enorme a todos los oyentes, los que escribieron y me escucharon, alentándome. Un abrazo especial a toda mi familia y mis amigos que me sostuvieron. He disfrutado mucho -todos estos años- del programa. Me complací en diseñarlo, hacerlo y escucharlo. Fue un trabajo exigente y -a la vez- un regalo inmenso para mí, un don que compartí con todos los que quisieron tomarlo.

No quiero despedirme de “Espiritualidad para el siglo XXI” sin darle gracias a quien es la “Dueña” de esta Casa. Ella me invitó, me esperó, me trajo, me abrió los micrófonos de todo el país y me acompañó siempre, en la Radio y en la vida: la Virgen de Guadalupe.

    La Virgen María –bajo la hermosa advocación de la Guadalupana- ha estado en mi vida desde el día mi ordenación sacerdotal, celebrada en su solemnidad. Además, en repetidas oportunidades, después, especialmente en momentos muy difíciles personales y familiares, ella me ha acompañado y sostenido.

    Cuando por primera vez ingresé a la sala principal de reuniones de Radio María Argentina, me encontré con un gran cuadro de la Virgen de Guadalupe que preside el lugar, supe así -sin duda- que estaba en casa. A ella estuvo consagrado todo este ciclo final. Es ella la que recoge los frutos y los prodiga. Es ella la que entona su Cántico perenne conmigo. A ella vaya mi oración y mi acción de gracias perpetuo. Todos los días me  pongo bajo el amparo de su manto milagroso, cubierto de estrellas.

A uno le cuesta llegar a este momento, sobre todo cuando se ha disfrutado tanto de hacer un programa como éste, sin embargo, ya vamos llegando al cierre.

Co-conductor:

Todos los textos y las reflexiones de los cuatro ciclos del programa estarán en la página Web de Radio María por si querés consultarlos: www.radiomaria.org.ar. Además podés volver a escuchar completo esta última emisión, si entrás al historial de la misma página. También podés entrar al blog: www.eduardocasas.blogspot.com. Allí te inscribís como seguidor y podés hacer tus comentarios y estar en contacto con los textos, las actividades y los talleres del padre Eduardo Casas.

Conductor:

No queda mucho por compartir. Se ha dado todo. Todo ha sido compartido. Agradezco la participación de mi invitado especial de hoy: mi querido amigo de tantos años, Fabián Gudiño.

    Sólo me queda un “gracias totales”, un permanente reconocimiento a quienes han hecho posible esta labor. Así vamos terminado “Espiritualidad para el siglo XXI”. Tal vez en alguna ocasión vuelvan a reponerse en el aire la repetición de los cuatro ciclos completos para volverlos a disfrutar.

    Me despido con el corazón agradecido y el alma colmada. Me queda lo mejor: me queda la música, las palabras, las emociones, los paisajes de la vida y del alma, la búsqueda y el deseo continuo del camino, todo lo compartido y lo soñado, lo festejado y lo vivido, lo celebrado y lo gozado. Todo ha sido un hermoso don y un inmerecido regalo.

    Gracias por haber sido protagonista de este espacio. Hasta siempre. Hasta cualquier otro momento en que nos volvamos a encontrar en el recorrido del camino. Te doy mi bendición. Te guardo en mi corazón por siempre.

    ¡Gracias!, “Espiritualidad para el siglo XXI”, fuiste un regalo de Radio María Argentina para todos. Fuiste una hermosa sorpresa. Hasta siempre…

    ¡Gracias, Madre de Guadalupe!; ¡Gracias “Pequeña Reina”!

Texto 7.

    El agua puede pasar por un vaso, por un canal o por una fuente. Sigue siempre siendo la misma agua. No obstante, su recipiente es diverso. El vaso retiene y no da nada. El canal da y no retiene. La fuente crea, retiene y da.

    He comprendido que hay seres  humanos que son como vasos, retienen y no dan nada, su  única ocupación es acopiar, ya sea cosas materiales, afectos o virtudes, ciencia y sabiduría. Son aquellos que creen saber todo lo que hay que saber; tener todo lo que hay que tener y consideran su tarea terminada cuando concluyen con su almacenamiento. No comparten su alegría, ni ponen al servicio de los demás sus talentos. Terminan siendo estériles, servidores de sí mismos, carceleros de su propio potencial humano.

    Por otro lado, hay almas que son como un canal porque dan todo y no retienen nada. Se pasan la vida haciendo cosas. Continuamente producen. No están felices sino realizan muchas actividades, todas de prisa y a la vez. Creen estar al servicio de los demás cuando -en realidad- su activismo es el único modo que tienen de sofocar sus carencias. Dan y dan, sin retener. Dan aunque siempre se sienten vacíos.

    Por último, están los corazones que son como una fuente que crea, retiene en su propia profundidad y luego da generosamente, todo en su justa y abundante medida. Se convierten así en verdaderos manantiales de vida. Son  capaces de dar sin vaciarse, de nutrir sin decrecer, de ofrecer todo, sin quedarse secos. Nos dan de su transparencia y frescura, de su hondura y magnanimidad. Son aquellos que nos inundan y nos iluminan con el reflejo interior de su propia luz.

    Ojalá que -en el desierto de nuestro camino- encontremos, aunque sea de tanto en tanto, algún corazón que sea  “fuente”…

Texto 8.

Espiritualidad para el siglo XXI,
caricias para el alma.
Ecos de las voces interiores.

Espejo de las preguntas más humanas, más mías, más de cada uno.
Gritos de esperanza.
Señales en las búsquedas profundas
junto al consuelo y el ánimo para seguir buscando.
Tristezas compartidas.
Sueños que vuelan.
Horizontes bien abiertos, bien profundos, bien humanos, bien divinos.

Esperanza, mucha esperanza para un tiempo y un espacio comprimidos.

Una espiritualidad posible para todo lo posible.

Miradas con perspectiva.
Escucha que busca descifrar.
Palabras que buscan sentido.
Latidos de corazón para un siglo en busca de su propia interioridad.

Melchor  López.
 

Espiritualidad para el siglo XXI.
Un viaje y un sueño,
un horizonte y un camino,
un encuentro y una voz.

Palabras del espíritu y emociones del alma,
distancia sin lejanías y presencia sin ausencias.

Búsquedas sin brújulas, ni mapas.
Belleza serena y mansa que no pasa.
Lenguaje interior que ilumina y calma.

Espiritualidad para el siglo XXI,
Dios hecho humano.
Idioma de lo cotidiano.
Esperanza de pie
en el laberinto dramático de la historia.

Sabiduría que renace
 para  un mundo que se transforma
 y una época que cambia.
 
Todo final es también un nuevo comienzo.
Todo ha sido dado y compartido.
Todo se ha cumplido.
Todo volverá a resucitar -alguna vez-
en la continua música del tiempo.

En este siglo XXI que busca su propia interioridad,
tu luz, Jesús, se expande y permanece.
Amén.

Despedida:

Como dice María Elena Walsh (1930) en su hermosa canción “Serenata para la tierra de uno”: “Porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy”.

¡Gracias, “Espiritualidad para el siglo XXI”. Hasta siempre. Hasta cualquier otro momento del camino en que nos re-encontremos. Fue un gusto total y un gran placer compartido. ¡Gracias por habernos encontrado!

Gracias a todos. Esto fue para Radio María Argentina “Espiritualidad para el siglo XXI”, un siglo que busca su propia interioridad.