El amor como camino de plenitud

jueves, 7 de junio de 2018
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07/06/2018 – Hoy Jesús es cuestionado por un maestro de la ley acerca de cual es el mandamiento más grande, Jesús va al alma y responde “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.”

Catequesis en un minuto

 

Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?”.Jesús respondió: “El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos”.El escriba le dijo:”Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”.Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Marcos 12,28-34

 

De un Olimpo de dioses al Dios único por el amor

 

Dios es el interés más incondicionado, lo que es absoluto, lo que se pone por encima de todo: familia, dinero, poder… Dice C.G. Jung (1874-1961) en su libro Psicología y religión: “Rara vez se encuentran personas que no estén amplia y preponderantemente dominadas por sus inclinaciones, hábitos, impulsos, prejuicios, resentimientos y toda clase de complejos. La suma de estos hechos naturales funciona exactamente a la manera de un Olimpo poblado de dioses que reclaman ser propiciados, servidos, temidos y venerados, no sólo por el propietario particular de esa compañía de dioses, sino también por quienes les rodean. Falta de libertad y posesión son sinónimos”.

Al Dios verdadero adorado por Israel se le contraponen los «ídolos» de otros pueblos. La idolatría es una tentación de toda la humanidad en todo lugar y en todo tiempo. El ídolo es algo inanimado, nacido de las manos del hombre, que proyecta sobre una criatura su necesidad de Dios.

Como lo describe el salmo 113:
Tienen boca, y no hablan
Tienen ojos, y no ven
Tienen orejas, y no oyen;
Tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos, y no tocan
Tienen pies, y no andan;
No tiene voz su garganta:
Que sean igual los que los hacen,
Cuantos confían en ellos.

El salmista lo describe irónicamente en sus siete miembros totalmente inútiles: boca muda, ojos ciegos, oídos sordos, narices insensibles a los olores, manos inertes, pies paralizados, garganta que no emite sonidos (Cf. versículos 5-7).
Después de esta despiadada crítica de los ídolos, el salmista expresa un augurio sarcástico: «que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos» (versículo 8). Es un augurio expresado de manera sin duda eficaz para producir un efecto de radical disuasión ante la idolatría. Quien adora los ídolos de la riqueza, del poder, del éxito, pierde su dignidad de persona humana. Decía el profeta Isaías: « ¡Escultores de ídolos! Todos ellos son vacuidad; de nada sirven sus obras más estimadas; sus testigos nada ven y nada saben, y por eso quedarán abochornados» (Isaías 44, 9).

Conociendo la naturaleza humana su necesidad de Dios y su inclinación a confundir el camino, Jesús invita desde la pregunta del fariseo a la conversión al Dios verdadero. En el judaísmo el encuentro y conversión al Dios vivo que experimento Moisés en el Sinaí se da por el camino de la ley. La tradición judía tiene 613 leyes positivas, 365 prohibiciones y 248 prescripciones; en total, 1226. Jesús ha venido a poner en el centro el contenido de la ley referenciando a un único mandamiento con dos dimensiones: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

La necesidad más profunda del corazón humano se resuelve en el amor como camino que ordena y libera. Por el camino del amor vamos desde un Olimpo de dioses al encuentro con el Dios verdadero. Dios es amor.

 

Catequesis completa