08/11/18 –
Lc 15,1-10
Dios, padre de todos, no margina a nadie, sino que se alegra de recuperar y salvar al hombre perdido en la soledad de su pecado, restaurándolo a su dignidad propia.
Dios es amor tal y ese amor se manifiesta concretamente en forma de misericordia ¡inagotable misericordia en su relación con la criatura humana!. Hoy es el tiempo propicio para emprender con renovado ardor nuestra peregrinación hacia la casa del Padre, quien con los brazos abiertos nos espera para colmar nuestros anhelos más profundos de amor y plenitud.
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