El amor va siempre por mas

viernes, 14 de noviembre de 2008
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Un sábado Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos.  Ellos le observaban atentamente.  Frente a Él había un hombre enfermo de hidropesía.  Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos:  “¿Está permitido curar en sábado o no?”.  Pero ellos guardaron silencio.  Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió.  Y volviéndose hacia ellos les dijo:  “Si a algunos de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, acaso no lo saca enseguida, aunque sea sábado?”.  Y a esto, no pudieron responder nada.

Lucas 14, 1 – 6

PRIMER PUNTO: EL AMOR NOS LLEVA MÁS ALLÁ DE LO IMAGINABLE

Te invito a que pongamos la mirada sobre los fariseos. Éstos se ocupaban y se preocupaban mucho de la obediencia de la Ley, pero se olvidaban de lo esencial: el amor y la misericordia. Jesús les recuerda, una y otra vez, que el amor de Dios no llega al mundo por la fidelidad estricta a la Ley y a los ritos (en este caso, a la observancia sabática), sino que el amor de Dios llega por la persona y por la misericordia del hermano y al hermano. Estos valores -misericordia, amor, vínculo fraterno- están por encima de todos los demás, incluida también la ley del sábado que Jesús transgrede. Por eso decimos que, viendo el accionar de Jesús, nosotros también somos capaces de ir más allá de lo imaginable cuando somos conducidos por estos valores, y particularmente guiados por la fuerza del amor.

Dios es amor y el amor crea vida, sostiene la vida y alienta la vida. Por eso, donde hay verdadero amor que ayuda y libera al hombre, está presente -aunque sea inicialmente- el Reino de Dios. El Reino de Dios es eso, presencia de amor.

El amor es capaz de hacerle hacer a Jesús cosas que no están dentro de los márgenes esperados. Y a nosotros también, si nos fijamos bien en nuestra vida, el amor nos capacita para hacer cosas que, si no fuera por el amor, no las haríamos. En ese sentido, el amor saca a la luz lo mejor que hay dentro de nosotros mismos. Por eso hablamos de la libertad que genera el amor genuino y la liberación que produce cuando el amor nos gana el corazón. Cuando el amor está ubicado en el centro mismo de nuestra existencia, el amor libera lo mejor de nosotros. El amor nos hace hacer cosas que nosotros, por nuestra propia naturaleza o disposición, o por nuestro modo de estar parados en la vida, no haríamos si no fuera por amor.

¡Cuántas historias de amor que nos hacen sacar lo mejor de nosotros mismos transgrediendo lo pensado, yendo más allá de lo que hubiéramos hecho si no hubiese sido por amor! Vamos más allá de lo esperado, de lo que nos permitiríamos, cuando amamos. Si buscás en tu propia historia, estoy seguro de que por amor, como Jesús, sos capaz de ir mucho más allá de lo imaginable. Pensá… en cuando no te animabas con la/el que hoy es tu esposa/o, en lo que te animaste… cuando sentiste que valía la pena jugarte porque algo te movía por dentro.

El amor nos lleva más allá de los límites razonables por donde nosotros entendemos que se mueve nuestra vida. Y, en este sentido, el amor se hace irracional, no entra dentro de la categoría de lo racional.

SEGUNDO PUNTO: EN LA LÓGICA CRISTIANA, EL AMOR QUE LIBERA VA SIEMPRE POR MÁS

Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: “¿Est