El catequista joven que evangeliza a otros jóvenes

viernes, 10 de mayo de 2019
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10/05/2019 – El profesor Cristian Saint Germain abordó el tema del catequista joven que evangeliza a otros jóvenes. “Cada vez más, a partir de la metodología del Concilio Vaticano II que busca leer la voz de Dios no sólo en su Palabra sino también en los signos de los tiempos, la teología pastoral discierne los desafíos que la realidad nos propone a la evangelización mirando en particular ciertos lugares teológicos. Así hemos pensado la teología desde el lugar del pobre, lo que ha enriquecido y dinamizando el accionar de la evangelización desde la década del 70 y también podemos ver, en ese sentido, al joven como lugar teológico. ¿Qué queremos decir con ello? ¿Por qué es el joven un lugar teológíco? Podemos reconocer que cada bautizado es un lugar teológico, especialmente los pequeños, los pobres y los jóvenes. Queremos decir que en el joven, en sus búsquedas, en sus palabras, en sus sentimientos, Dios nos está hablando y llamando a la conversión. Tenemos que discernir estas voces. Los jóvenes son un sacramento del rostro de Dios. Salir a su encuentro, acogerlos, comprenderlos y compartir sus alegrías y esperanzas, su proyectos y sus desilusiones. No es una opción de astucia pedagógica sino una exigencia de la fidelidad al misterio de Dios que queremos servir y comunicar”, dijo.

El profesor del Instituto Superior de Catequesis Argentino también destacó que “ya en 2007, al presentar un riquísimo documento, los obispos brasileños decían: ´Considerar al joven como lugar teológico es acoger la voz de Dios que habla por él. La novedad que la cultura juvenil nos presenta en este momento,por tanto, es su teología, es decir, el discurso que Dios nos hace a través de la juventud. De hecho, Dios nos habla por el joven. El joven, en esta perspectiva,es una realidad teológica, que necesitamos aprender a leer y desvelar. No se trata de sacralizar al joven, imaginándolo como alguien que no se equivoca;  se trata de ver lo sagrado que se manifiesta de muchas formas, también en la realidad juvenil. Se trata de hacer una lectura teológica de lo que, de forma amplia, llamamos culturas juveniles. En una época en que se habla tanto de inculturación o de encarnarse en la realidad, de aceptar lo nuevo, lo plural y lo diferente; en la evangelización de la juventud, estamos ante dos características muy concretas e imprevisibles. Decir que, para la Iglesia, la juventud es una prioridad en su misión evangelizadora, es afirmar que si se quiere r una Iglesia abierta a lo nuevo, es afirmar que amamos al joven no sólo porque representa la revitalización de cualquier sociedad,sino también porque amamos, en él, una realidad teológica en su dimensión de misterio inagotable y de perenne novedad`”.

Saint Germain también habló del protagonismo ineludible que debe tener el joven. “Un gran pastoralista colombiano, Alejandro Londoño, tiene la impresión de se está dando un retroceso en la pastoral de juventud. Algunos siguen sosteniendo que a los jóvenes hay que enseñarles las verdades.Y piensan que, recalcando las verdades, el joven se las aprende y comienza a practicarlas al día siguiente. Esta es una pastoral de adoctrinamiento que ya daba señales de inadecuación y agotamiento en los 80. Hay algunos modelos restauracionistas, nostálgicos de una cristiandad que transmitía su fe por socialización religiosa, que creen que la conversión pastoral que se necesita tiene que ver con más doctrina y rigor moral. Creer en los jóvenes implica realmente una conversíón profunda. Es encarnar de una vez el diálogo con el hombre y su tiempo que recuperó el valor salvífico de la historia cotidiana en Gaudium et Spes y en Ecclesiam Suam de San Pablo VI. La pastoral puede ser muy ortodoxa e incluso ortopráctica pero no rescata a los jóvenes casi muertos que están en el camino. Por eso nos invita a una pastoral samaritana que pueda devolver la dignidad a los jóvenes, su lugar en la Iglesia y en la sociedad. De ahí que la pastoral de juventud, más que caracterizarse por la organización de actividades religiosas, está llamada a reconstituir el entorno social donde los jóvenes son deshumanizados dejándonos afectar por su dolor que nos invite a salir de mandatos y tradiciones que parecen sólo apuntar a sostener supuestos mandatos institucionales”, indicó.

Finalmente, el docente del Isca manifestó que “hay que tener una acogida crítica del joven. Acoger es misericordia hecha acción. La que no juzga, no reclama, no exige requisitos de admisión y permanencia. Acoger es una de las actitudes más nobles del ser humano, el primer paso para un encuentro verdadero que nace de la misericordia. Todos lo buscamos y deseamos aunque no siempre sepamos darlo. Cuando nos acogen surge la confianza y florece la vida. Cuando no existe nos sentimos tristes, rechazados, marginados, excluidos. Los obstáculos para acoger son los apuros, los malos humores, los prejuicios o las etiquetas. La acogida es un rasgo de los seres humanos grandes, los de gran talla. Para acercarnos a las personas grandes no necesitamos subir, basta dejarnos acoger. Estamos llamados a hacer el aguante a cada joven que no quiere decir canonizar sus debilidades pero tampoco empezar por señalarlas o juzgarlas desde nuestra normativa moral. Ya habrá tiempo, luego del abrazo y la fiesta del reencuentro para la charla, las confidencias, el abrir los corazones en sus maravillas, sus contradicciones y sus incoherencias”.