26/04/2023 – Esta vez, la hermana Mariana Zossi eligió el texto del libro de los Hechos en el capítulo 15, versículos del 1 al 35, para explicar de qué se trató el concilio de Jerusalén en la primitiva Iglesia. “Este concilio ocurrido por el año 50 después de Cristo nos presenta un proceso de discernimiento que se caracteriza por una escucha en común del Espíritu Santo. Es un acontecimiento sinodal que ha sido interpretado como el modelo paradigmático del resto de los sínodos posteriores. Es una asamblea conjunta de las dos comunidades más influyentes de los orígenes del cristianismo y convergen las corrientes más importantes de los orígenes representadas por Pedro, Santiago, Bernabé Pablo. El episodio tiene una estructura muy equilibrada”, reflexionó la religiosa dominica.
“La comunidad en los Hechos de los Apóstoles se presenta en los primeros tiempos de su conformación, y en medio de las predicaciones de Pablo, Bernabé, Felipe y Pedro, surge la necesidad de clarificar algunos límites para no romper la comunión. En este episodio podemos encontrar informaciones útiles e incluso una inspiración para nosotros en nuestro discernimiento comunitario: la vida actual de la iglesia en el diálogo continuo con la sociedad contemporánea. En el relato aparece la transición entre el período de los apóstoles y la evangelización a los paganos protagonizados por Pablo y Bernabé. Se presenta el camino del pueblo de Dios como una realidad articulada donde cada miembro tiene un puesto y un rol específico. Todos son corresponsables de la vida y de la misión de la Iglesia. Esta reunión ha sido preparada magistralmente por Lucas. En Hechos 10 el Espíritu se ha hecho presente y ha descendido inesperadamente sobre una familia gentil. Pedro se convierte en el testigo de la apertura del evangelio a los gentiles, de lo cual tiene que dar cuentas en Jerusalén. Más adelante, Dios por medio de Pablo y Bernabé abre de forma continua la salvación para los gentiles”, dijo la presidenta de la Asociación Bíblica Argentina.
“El Evangelio destinado a los judíos, en una historia inesperada y conducida por el Espíritu, da pasos sucesivos, y comienza a ser acogido por los gentiles/los otros. Surge así otro polo cristiano, lejos de Jerusalén, la iglesia de Antioquía de Siria, en la que hay cristianos judíos y gentiles. Antioquía fue una importantísima ciudad en el Imperio Romano. Se piensa que era la tercera ciudad del imperio después de Roma y de Alejandría, una ciudad muy poblada en la cual había una población judía muy importante, se calcula en aquella época unas veinte sinagogas; por lo tanto, había muchos judíos en Antioquía en aquella época. Entre los fundadores de la comunidad antioquena hay que contar al citado Bernabé, judeocristiano helenista originario de Chipre, domiciliado en Jerusalén y provisto de bienes de fortuna, que durante bastante tiempo actuó como misionero, ya sea junto con Pablo, ya independientemente de él. Tenemos derecho a suponer que, junto con los partidarios de Esteban, tuvo que huir de Jerusalén y así llegó a ser misionero”, sostuvo Zossi.
“Pablo y Bernabé habían admitido a cientos de gentiles en la fe cristiana directamente, por medio del bautismo, sin hacerlos previamente judíos. Habían seguido en esto la praxis iniciada por la Iglesia de Antioquía. Pero un grupo de cristianos de Jerusalén no están de acuerdo. No se oponen a que los gentiles se integren en la comunidad cristiana, sino a que lo hagan directamente, sin hacerse previamente judíos y prescindiendo de la Ley de Moisés. Corre el año 48. Un grupo de ellos va a Antioquía a exigir que los nuevos cristianos se circunciden, es decir, se hagan judíos: Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: “Si no se circuncidan conforme a la costumbre mosaica, no podrán salvarse”. Pablo y Bernabé se oponen frontalmente. Que un cristiano judío se circuncide y siga cumpliendo la Ley de Moisés, pase, no es malo; al contrario, es una praxis que tiene su origen en Dios y Moisés y ha sido practicada por miles de judíos piadosos. El mismo Pablo sigue practicando algunas de sus normas por devoción. Pero no se puede imponer esto a los no judíos como necesario para la salvación. Basta la fe en Jesucristo, único salvador, que ha relativizado la Ley”, subrayó la hermana Mariana.
“¿Qué significó el concilio? Fue un proceso de escucha de cómo se estaban desarrollado los acontecimientos. Implicó un debate largo, que tuvo sus desplazamientos geográficos y existenciales, y que posibilitó una amplia participación. No fue un proceso deductivo a partir de unos principios teóricos o doctrinales, tampoco una nueva revelación para iniciados al estilo gnóstico. Hubo un discernimiento mirando a la historia, escuchando y dialogando ampliamente entre los representantes de las iglesias y con participación de sus miembros, se recurre también a releer la Escritura, y se descubre la acción del Espíritu Santo”, manifestó finalmente.