El dolor de nuestros pecados

viernes, 18 de marzo de 2011
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San Ignacio dice:aqui que profundiza el pedido de Gracia, de vergüenza uy confusión de si mismo en el proceso de los pecados actuales Ignacio dice aquí hay que pedir intenso dolor y lágrimas de mi pecado. Es decir ésta conciencia de que he ofendido. Como con lo que he ofendido perdí su amistad y eso me ha hecho tanto daño. Intenso dolor, conciencia y lágrimas por mi pecado. El proceso de los pecados actuales es el tema de hoy. El primer punto es el dolor de mis pecados. En toda la semana se viene pidiendo vergüenza y confusión de mi mismo. Es caer en la cuenta de quien es Dios y quien soy yo, como estoy herido en lo más profundo de mi corazón y como solo la misericordia de Dios pueda rescatarme de ese ñugar. Ignacio nos lleva a profundizar ésta petición desde otro lugar pidiendo crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados. No es la culpabilidad, el remordimiento de conciencia, es intenso dolor y lágrimas por mis pecados porque me de cuenta a quien he ofendido. Comparada con la anterior implica un progreso de vergüenza y confusión de si mismo lo que no significa habernos apartado de la amistad con el. Por la importancia que tienen éstas lágrimas en la conversión propia de la primera semana hay que pensar así como dice en la anotación décima. No hay que hacer alguna penitencia exterior en cualquiera de sus tres maneras para haber intensa contrición de sus pecados y llorar muchos sobre ellos que es uno de los 3 defectos principales por los que se hace penitencia externa. Es una Gracia que hay que pedir ésta.,es un don que Dios da al alma éste de llorar la propias faltas que no es remorderse, autoculparse, es verdaderamente caer en la cuenta a quien he ofendido. En cuanto al tipo de diálogo que Dios quiere que tengamos con el Señor Jesús en éste coloquio que le llamamos de la misericordia tiene mucho de lo anterior frente a la cruz, lo que hizo El por mi que voy a hacer yo por El. Nace de lo que la Palabra dice un corazón contrito y humillado Sobre éste lugar nos llevan los ejercicios. Vamos a ver de que manera podemos adentrarnos en lo más hondo de nuestro ser para que allí donde Dios quiera suscitar dolor y lágrimas encuentre de parte nuestra la bienvenida para una verdadera contrición, una verdadera ruptura interior como el pecado, para librar la fuerza de la Gracia que hay en nosotros y las lágrimas dejar que Dios purifique el alma. Estamos en presencia de lo que se dice en la espiritualidad don de lágrima. Como dice el biógrafo de Ignacio de Lerreichea el Ignacio asceta, inflexcible, voluntarista hay que conjurarlo con el Ignacio místico dotado de abismales intuiciones en las cosas del cielo. La mayoría de los grandes místicos españoles demostró tener energía y espíritu indomable. En Ignacio se da éste don en lo más profundo de su corazón, es un hombre con mucha firmeza y entrega y fuertes convicciones sin embargo en el se experimenta el don de lágrimas. Es como una conmoción interior lo que identifica a ésta Gracia. En Pedro podemos encontrar esto ya que conocemos su vida. Jesús le dijo:antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces encontramos allí a Pedro llorando amargamente y la amargura del dolor de Pedro donde llora sus propias faltas es fruto de una mirada del Señor. Jesús lo miró y rompió en llanto. En ese cruce de miradas pudo Dios en la dureza del corazón que por el miedo estaba encerrado en si mismo Pedro lo niega 3 veces Jesús que lo mira y Pedro que rompe en llanto A Pedro lo sacude y conmociona la sabiduría de Dios, la profecía de Jesús,el conocimiento profundo de su corazón y por sobre todas las cosas la ternura y la misericordia de Cristo. El objetivo de éste ejercicio no es prepararnos para la confesión general que va a tener lugar en algún momento en los ejercicios ignacianos. Lo que dice en el primer punto de éste ejercicio Ignacio es para que tengamos en cuenta la multitud de los pecados y ha de hacerse por el examen general y no particular porque para el dolor de los pecados, objetivo de éste ejercicio, no alcanza a hsacer exacta disquisición de los pormenores como poner ante los ojos de modo global, la gravedad de los pecados. Es como la conciencia del pecado lo que se despierta desde éste ejercicio. Es como darme cuenta que yo soy un pecador. A veces lo decimos por arriba. No lo decimos con la conciencia en que estamos apartados del misterio. Frente al lugar donde estamos aparece Jesús que nos mira. A éste lugar se entra como toda la semana con esa actitud primera de reconocer que Dios me está mirando. Solamente desde ese lugar donde se puede entrar a la realidad del pecado. Nadie puede ver su pecado por si mismo sin espantarse sino lo mira como Dios lo mira que lo mira con mayor profundidad que nosotros y no se espanta. Al contrario permanece allí y te dice por vos entregué mi vida, por vos vine y aquí estoy para mostrarte todo mi amor

El Señor nos dice te amo, te conozco, yo se quien sos y podemos desde erse lugar orar y pedirle al Señor profundice en nosotros el conocimiento de nosotros mismos. En los días que vendrán vamos a pedir intenso conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Aquí pedimos el poder arrepentirnos profundamente con dolor y lágrimas por los pecados cometidos a partir de una nueva conciencia de pecado. Esta es la Gracia que hay que pedir. Una conciencia de pecado que nos haga no hundirnos en la culpa sino salir y traccionar hacia adelante en el arrepentimiento real, verdadero con la mordiente que Dios pone en el corazón no cuando nos picotean los sesos por el mal espíritu. Un texto que puede ayudar para la meditación es Apocalipsis 2, 1-3.22 las cartas a las 7 iglesias que Dios escribe. Fueron escritas para situaciones históricas y geográficamente definidas pero podríamos referirlas a nosotros éstas cartas donde Dios dice de si mismo, de la relación con nosotros y como nos hace falta verdaderamente convertirnos a El Dios me invita a una mirada profunda de la raíz de mi pecado. Siguiendo las enseñanzas de Ignacio en los puntos 224 y 245 Primero ponderar los pecados mirando la malicia de cada pecado mortal. Tal vez los pecados capitales, ver como se dan en mi. La envidia, la avaricia, la gula, la soberbia, la lujuria, pereza, ira como es que aparecen. Después mirar quien soy yo en mi pobreza, mirar de aparte de ver lo que soy mi corazón esta herido, mirar profundamente herido, como una llaga, dice Ignacio, donde han salido tantos pecados, tantas maldades y ponzoñas. Dejamos que Dios se acerque ahí ,que entre en lo profundo de nuestro corazón y desde ahí dejarme sacudir por su mirada, presencia, compasión, su ternura y desde ese lugar llorar amargasmente como María que va limpiarle los pies a Jesús. Con sus lagrimas se los lava y con su cabello se los seca

Cuando Jesús se acerca a nosotros nos dice como a Lázaro_ salí afuera y nosotros como Lazaro estamos vendados, malolientes como muertos. Salimos al encuentro de Jesús conmocionados sacudidos por tanta misericordia, por tanto amor y tanta grandeza, Dios amonesta llamándonos a la conversión. Cuando Jesús se acerca a nosotros huele mal lo nuestro pero El se acerca y nos dice como a Lazaro salí afuera. Nosotros como Lazaro estamos vendados, malolientes ,muertos, el pecado ha generado eso en nuestra vida. Salimos al encuentro de Jesús conmocionados, sacudidos por tanta misericordia, amor y grandeza. Dios amonesta llamando a la conversión. Este ejercicio de los pecados propios es una acusación que Dios nos hace similar a la que hacía en el Antiguo Testamento cuando quería renovar su alianza con el pueblo por lo tanto también ahora no se queda en la acusación sino también quiere renovar con nosotros su alianza Miqueas 6,1-8 dice: levantate y pleita y oigan las colinas tu voz, escucha el pleito de Yahvé, presten oidos que Yahvé tiene pleito con su pueblo.Se querrella contra Israel, pueblo mío que te he hecho Dios nos acusa para renovar la alianza,sacude nuestra interioridad para volvernos a El. Debemos caminar hacia El dejándonos amonestar por su amor. Confiar en la luz de Dios que viene a traernos Gracia de reconciliación, orar con eso. Si vamos solos sobre el lugar oscuro de nuestra parte más fea salimos corriendo y si Dios viene con nosotros nos reconcilie con la mirada negativa de nosotros mismos. Dejemos que          Dios se acerque en su infinita misericordia. El viene a conmovernos interiormente con intenso dolor de pecado y lágrimas por su amor

 

                                                                                      Padre Javier Soteras