El don de orar en lenguas, y el don de interpretación

viernes, 22 de agosto de 2008
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Así, ya que ustedes ambicionan tanto los dones espirituales, procuren abundar en aquellos que sirven para la edificación de la comunidad.

Por esta razón el que habla un lenguaje incomprensible debe orar pidiendo el don de interpretarlo.  Porque si oro en un lenguaje incomprensible , mi espíritu ora, pero mi inteligencia no saca ningún provecho.  ¿Que debo hacer entonces?.  Orar con el espíritu y también con la inteligencia, cantar himnos con el espíritu y también con la inteligencia.

1º Corintios 14, 12-14

 

Este lenguaje incomprensible del que habla Pablo, es el don de lenguas.

Venimos desarrollando dentro de nuestra catequesis, desde hace una semana aproximadamente, los distintos carismas con los que Pablo dice el cuerpo de cristo, esta la comunidad de los corintios habitado para desarrollar su ministerio, su servicio a favor de la redención de los hombres en Corinto.

El cuerpo de Cristo tiene muchos carismas, a dicho Pablo, muchas partes constituyen un solo cuerpo, entre estos dones y carismas hay diversos, que se van articulando y la importancia que tienen uno y otro, depende cuanto están al servicio de la comunidad. Hay algunos que mas claramente están al servicio que otros. Este, el don de lenguas, el don de hablar una lengua extraña, tiene un valor relativo, dice Pablo.

El carisma tiene un particular espacio dentro de lo que Pablo plantea como dones en la comunidad de Corinto. Solamente trata este tema aquí, en la primera carta de los corintios. Estamos hablando hoy de la Primera de Corintios 14 12-14. Que es un fenómeno particular de esta iglesia, de esta comunidad y pablo sale al cruce de ella, de este fenómeno y posiblemente venga o devenga en la comunidad del tiempo de los paganos, antes de aceptar el cristianismo que ahora quisieran implantarlo en la iglesia, dándole una valoración un tanto exagerada. Los miembros de esta comunidad que ambicionan tener carisma, como dice 14-12, tendrían una ambición desmedida por este carisma, por este don de hablar lenguas, que parece un tanto misterioso en realidad.

Pablo les dice que mas bien ambicionen los que sirven para la edificación, en el verso 12, que aspiren al carisma de la profecía en todo caso y que lo hagan como lo va a desarrollar en el capítulo 13, en el camino donde todos los carismas encuentran su razón de ser, la caridad.

Este carisma, el del don de lenguas, hay que diferenciarlo del que aparece en la narración de la venida del espíritu santo en Pentecostés, así como se encuentra relatado en el libro de los Hechos de los Apóstoles en 2 1-11, allí se dice, “de repente los discípulos que parecían estar como borrachos, hablaban y lo que hablaban, a pesar de venir gente de distintos lugares, todos entendían de que hablaban, es la narración de Lucas allí, donde los apóstoles hablan en hebreo, arameo y los presentes a pesar de que pertenecen a distintos pueblos, lo oyen cada uno de ellos, a pesar de manejar distintos idiomas, en su propio idioma, ellos hablan una sola lengua, los apóstoles hablan arameo o hebreo y la gente que esta allí de todos los lugares escuchan en su propio lenguaje.

El milagro esta entonces en la forma de oír y de escuchar, es un fenómeno de comprensión de lenguas extrañas, podríamos decir nosotros.

Pablo en Primera de Corintios 12,10 y 14 1-25 habla de un don distinto en el de lenguas, habla de los inspirados que hablan una lengua inteligible que requiere de un interprete, lo milagroso estará en la forma en que se habla no en que escucha, pero atención porque si este hablar, dice Pablo no va acompañado de una clarísima interpretación, este no esta hablando lo que tiene que hablar, es como decir así, para que se de verdaderamente el don de lenguas, tiene que estar acompañado del don de la interpretación de la lengua ininteligible, en la que se habla, si esto no ocurre el que está hablando lenguas está hablando cualquier cosa digamos, está pronunciando vocablos ininteligibles pero no terminan por edificar un mensaje concreto a la comunidad, por eso junto al don de lenguas tiene que estar presente, dice Pablo, el don de quién la interpreta, sino es muy claro el apóstol, el que dice estar hablando lenguas, sino hay quién lo interprete, que se calle.

Pero mas va a decir, es mas importante otros carismas, lo que edifican que este don de lenguas, sino hay quién lo interprete, mucho menos. Mas aún, para la misma oración es mejor tener una oración, dice Pablo, que se inteligible para si mismo. El que habla lenguas, habla, no podría yo explicarlo ahora como es porque sería un poquito complicado digamos no, yo he participado en alguna oración, donde se habla lenguas y también donde ha habido interpretación y realmente es sumamente edificante, pero el que habla lenguas, mas allá de interpretación o no, pronuncia una serie de palabras que no se entienden cuando se suelta la lengua y entonces al no entenderse dice Pablo, como de hecho ocurre y al ser ininteligible, conviene mas bien para si mismo, hablar un lenguaje inteligible para sacar mayor provecho en el espíritu de lo que se está orando.

Por eso decía al principio, Pablo clarísimamente relativiza este don, cuando decimos relativiza no es que no le de importancia, lo hace relativo a, lo relaciona con, en este caso la inteligencia de lo que se está orando y por otra parte la edificación de la comunidad, son como las dos grandes referencias que Pablo pone respecto de este don, al que verdaderamente lo hace relativo.

Es claro Pablo en su apreciación frente a este don, sobre el que nos detenemos particularmente por el fenómeno carismático con el que se ha expresado de manera renovada en este tiempo, tanto en comunidades cristianas católicas como cristianas no católicas, en comunidades cristianas en general, con sello pentecostal en un sentido y en otro. Nosotros nos detenemos particularmente por lo que ocurre en estos tiempos frente a este don, en algunas comunidades cristianas con sesgo pentecostal, pero Pablo se detiene porque parece ser que hay una sobre valoración de la misma en la comunidad de los corintos, entonces conviene verdaderamente por una y por otro motivo detenernos en particular sobre este don de lenguas.

Pablo se detiene a examinarlo, no tanto en su origen, como decíamos recién sino en el sentido y en la valoración que tiene dentro de la comunidad. Prefiere como encararlo, por así decirlo, desde un punto de vista de su valor relativo, su valor en relación a los parámetros que le dan cauce a este don.

Pablo constata que el que habla en lenguas no está hablando a la comunidad sino a Dios, esta es una primera apreciación clarísima, es distinto que la profecía, en la profecía el que habla, habla como boca de Dios a la comunidad. En el don de lenguas, el que habla, habla a Dios desde la comunidad o desde sí mismo, reza, canta, da gracias, pero sus palabras no contienen, dice Pablo en el verso 6, ni revelación, ni ciencia, ni profecía, ni enseñanza y por lo tanto no sirve para edificar la comunidad, a no ser que en aquel hablar en lenguas, haya junto con este don, dentro de la comunidad una persona que está interpretando aquel decir ininteligible.

Por no ser ininteligible y porque a veces aparece sin estar de lado una persona que lo interprete, Pablo prefiere el don de la profecía, porque el que profetiza, habla a los hombres para edificarlos, para exhortarlos, para reconfortarlos, para construir la comunidad.

Pablo dice que el posee este don, este carisma de hablar en lenguas y dice que lo posee en mayor medida en que lo poseen los corintos, pero prefiere decir pocas palabras que se entiendan y no largos discursos que no se entiendan, esto aparece en el verso 18 y 19, donde en el capítulo 14, Pablo hace una clarísima referencia a este fenómeno. Yo doy gracias a Dios porque tengo el don de lenguas, mas que todos ustedes, dice Pablo. Sin embargo, cuando estoy en la asamblea, prefiero decir cinco palabras inteligibles para instruir a los demás que diez mil en un lenguaje incomprensible. Corrige, no desde quien es un mero espectador externo, sino como quién posee el don y lo tiene claramente ubicado dentro de su estructura orante. Yo poseo el don de lenguas dice Pablo, pero prefiero cuando estoy en la comunidad en asamblea, hablar palabras que se entiendan.

Como conclusión Pablo les recomienda a los corintios que aspiren a tener los carismas que sirven para edificar a la comunidad, lo hace a partir del verso 12. La oración en lenguas, es valorada en cuanto es comunicación con Dios y solo digamos que en este sentido, a no ser, claramente dice Pablo, que junto al que está hablando en lenguas, el Señor dentro de la comunidad da la gracia que haya uno que la interprete y este diciendo lo que resulta ininteligible al oído de todos, inteligible al oído de alguno que puede traducir lo que se esta diciendo. Uno puede decir pero verdaderamente el que esta traduciendo traduce lo que se está diciendo y hay que ponerlo a consideración del discernimiento siempre. Vamos sobre un ejemplo concreto, esta reunida la comunidad orante en el espíritu, a uno se le suelta la lengua y comienza a hablar este lenguaje ininteligible, de repente aparece otro que está entendiendo que está diciendo y dice: lo que esta diciendo, lo que está orando, dice esto. Veamos si esto es inteligible y si es inteligible habrá que ver en el contexto de la vida comunitaria si aquello que se está orando o que se traduce en un mensaje corresponde a la realidad, es decir si es constatable, como debemos hacer en todo acontecimiento del espíritu, todo sentir en el espíritu para que verdaderamente sea un sentir en Dios y no solamente una fantasía, una proyección del propio deseo, hay que verlo en la realidad.

Yo puedo decir a mi Dios me dijo tal o cual cosa y entonces como sabemos si lo que vos decís en verdad o no es verdad, vayamos sobre lo concreto, porque cuando Dios habla lo que dice, lo hace, cuando Dios se expresa su palabra se hace creadora, por lo tanto el decir de Dios se traduce en cosa concreta que puede estar antes o después, que puede ocurrir inmediatamente o lleva un tiempo que se manifieste, por eso el discernimiento supone una prudencia concreta respecto a si aquello que se dice es realidad.

Cuando se dice que la iglesia se toma su tiempo para discernir sobre determinados acontecimientos se está diciendo esto, habrán escuchado ustedes cuando hay una nueva aparición, cuando hay una manifestación mística del espíritu en la vida de una persona, en la comunidad, en una parroquia, la iglesia que dice, veamos, porque por los frutos se conoce el árbol, entonces hay que distinguir entre la experiencia de la persona, lo que la persona dice que Dios le dijo y los hechos concretos en los que Dios se manifiesta, todo eso son cosas distintas, es en el hecho mismo, en el acontecimiento de gracia, donde el hecho concreto donde se define claramente si fue Dios el que se expresó o fue todo un artilugio proyectivo, fantasioso, deseoso por parte de la persona o de la comunidad. Como se dice por aquí, vayamos a los bifes, vamos a lo concreto.

A veces ir a lo concreto supone un tiempo, es el tiempo en que a veces Dios se toma para que las cosas maduren, para que las cosas puedan cuajar. Los tiempos de Dios, a veces son prolongados, a veces son inmediatos, por ejemplo cuando ahora estamos celebrando el 150º. Aniversario de la aparición de Lourdes, Bernardita sabía que en su interior, que había recibido la manifestación de una señora que le hablaba con la cual oraba el rosario y que le pidió que fuera allí por varios días para encontrarse con ella, cuando ella expresa que fue en aquel lugar donde se encontró, algunas amigas fueron con ella, para orar con ella, su hermana y una amiga mas, un grupo de jóvenes también fue después, pero la verdad que el cura no le creía y la gente del pueblo tampoco, hasta que un niño muy enfermo ya a punto de morirse recibe la gracia de la sanidad, de aquella agua que la virgen le pidió que buscara porque estaba allí el signo que estaban todos esperando, un agua que se hace agua curativa, agua que cura, que sana, que transforma. Por eso es que en lo concreto se vio, mas allá del decir de Bernardita, que aquel acontecimiento, aquel hecho, hablaba de lo que verdaderamente Dios haría e hizo.

Es en lo concreto, de allí que todo discernimiento supone un tiempo de espera en Dios y sus promesas para nosotros.

Tanto en Primera de Corintios 12-10, como en Primera de Corintios 12 28-30 aparece en la lista de los dones y carisma, el don de las lenguas en el último lugar, tiene que ver no con el aprecio que Pablo tiene por este don en términos efectivos en cuanto al orden que ocupa este en la comunidad, volvemos a decir, el orden que Pablo da de los carismas, es un orden de construcción, tenemos que tener en cuenta el capítulo 12 de primera de corintios, al principio cuando Pablo habla de la comunidad como un cuerpo y todos los miembros como parte de ese cuerpo, a favor y al servicio de los que Dios quiere llegar con su mensaje, sobre todo Cristo la cabeza y cada uno de sus miembros, el que se hace presencia evangelizadora en la comunidad en la que está y entonces el orden de los carismas esta en función de este servicio y de este don de ser todos uno en Cristo.

Al finalizar la exposición sobre el cuerpo de Cristo, Pablo vuelve a presentar una lista de funciones que Dios a puesto en la iglesia, esto aparece en el verso 28 de primera de corintios 12. Esta lista coincide en parte con lo que se encuentra en el verso 8 y 10 de este mismo capítulo, pero aquí no habla Pablo de carismas, sino de lo que Dios ha puesto en la iglesia y claramente como servicio, Pablo esta hablando acá de funciones, de servicios.

Ustedes son cuerpo de Cristo, resume el desarrollo precedente sobre este tema y señala ahora el aspecto esencial en el asunto, los cristianos no pertenecen a la sociedad nacida por una iniciativa nuestra, sino por un querer de Dios, esto me parece que es la clave de interpretación eclesiológica de la teología paulina. Vuelvo a repetir, esto que acabo de afirmar es la clave de interpretación eclesiológica de todo el pensar de Pablo en términos teológicos. El cuerpo, la sociedad nueva que se ha fundado en Cristo, que se llama iglesia, no es una sociedad humana, es decir, no es un vínculo que surja, que nazca, que tenga su origen en un acuerdo estrictamente humano, si las personas se han asociado para estar juntas, constituyéndose en un mismo sentido, para un mismo servicio, pero esto no corresponde a una iniciativa de las personas, sino en todo caso a una respuesta, la asociativa que las personas expresan a partir de una inspiración que Dios a puesto en el corazón. Es un fenómeno divino, es una gracia, es un don. En este don cada uno, armónicamente se articula y hay personas que prestan servicios distintos a favor del don divino y por eso atención a nuestro modo de estar parados en la vida comunitaria, hay que entrar con mucho respeto, mas que con respeto, con temor de Dios en la vida de la comunidad, que no es lo mismo que el miedo, sino con temblor digamos, que tampoco es porque tengamos miedo, sino porque estamos frente a una realidad que nos supera y cuando nosotros nos creemos capaces de entender y administrar lo que nos supera, tenemos problemas, tenemos problemas en la comunidad. En la comunidad empiezan los problemas cuando hemos socializado los vínculos y no los hemos establecidos en clave de misterio y particularmente de misterio de alianza, cuando hemos convencionalizado los vínculos en el ámbito de la vida comunitaria eclesial, nosotros hemos hecho de la sociedad eclesial una sociedad humana mas que una inspiración divina que hace que nos asociemos cuando intentamos dar respuesta con otros al misterio de Dios en medio nuestro.

A veces lleva tiempo entender esto, pero solamente cuando lo entendemos la comunidad se libera para su misión, sino implota en sus intestinales luchas por intentar entender de que se trata su ser, cuando no por posicionarse cada uno de sus miembros en un lugar de privilegio o de poder.

Cuando la comunidad se entiende a si misma como nacida de Dios, entonces la comunidad se articula, cada uno de sus miembros se constituye dentro de su misterio, ser Cristo para los demás, según el lugar que le toca, dándole a Cristo el lugar que le toca, el del centro. Los problemas que la iglesia tiene para auto entenderse, para mejor comprenderse y articularse son los problemas que tiene después para evangelizar, para desarrollar su tarea y su misión.

Cuando la comunidad eclesial no se entiende a si misma, cuando no sabe quién es, no sabe que hace. En este sentido el Concilio Vaticano 2º, ha sido sumamente claro, el espíritu en el, a la hora de constituir dos grandes pilares dentro de su doctrina dogmática y pastoral, como se ha definido el concilio. En ella primero la comunidad se piensa a si misma quién es Lumen Gentium, iglesia di quién eres, piénsate a ti misma y defínete, y en Gaudio Et Spes, iglesia que haces, cual es tu misión, cual es tu presencia en el mundo. Por eso se dice que Lumen Gentium y Gaudio Et Spes son las dos grandes columnas del concilio. Es el lugar doctrinal donde mas claridad la iglesia tiene para pensarse a si misma y para desarrollar su misión en este tiempo, Lumen Gentium y Gaudio Et Spes .