El joven rico

jueves, 20 de enero de 2011
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“Se acercó a Jesús un hombre y le preguntó, “Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?. Jesús le dijo: “¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno?, uno sólo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los mandamientos”. “¿Cuáles?”,  preguntó el hombre. Jesús le respondió: “No mataras, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honraras a tu padre y a tu madre y amaras a tu prójimo como a ti mismo”. El hombre dijo: “todo esto lo he cumplido, ¿que me queda por hacer?”. “Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo. Después ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se retiro entristecido,  porque poseía muchos bienes.
 Jesús dijo entonces a sus discípulos: “Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos”. Sí, les repito,  es mas fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos. Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: “Entonces, ¿Quién podrá salvarse?” Jesús fijando en ellos su mirada les dijo: “Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible”
       

                                                                                   Mateo 19, 16-26

La madurez en la vida espiritual y el seguimiento de Jesús no podemos conseguirlo de un momento a otro, todo tiene su tiempo, hay un tiempo para cada cosa bajo el sol, así lo dice la escritura hay un tiempo para cada cosa bajo el sol  y también hay un tiempo para cada cosa en este proceso, hoy Jesús nos mostrará y ayudará a recorrer con paciencia cada etapa, a no desesperarse, quizás a veces queremos quemar etapas y en la vida espiritual tenemos que hacer ese caminito como Santa Teresita muchas veces nos lo enseña y ese camino lleva su tiempo.
En esta mañana vamos a proponernos distintas etapas, distintos momentos, distintas características y también actitudes que nos ayuden a recorrer este camino con paciencia. Quizás cada uno de nosotros estemos en distintos momentos de este camino de la vida espiritual, de la madurez de la vida cristiana, lo importante será reconocernos en cada etapa y dejar que el Señor nos siga guiando. Por eso a no desesperarse. “Hay un tiempo para cada cosa bajo el sol”. Hay un tiempo y hay que disfrutar de cada tiempo.
Que buena la actitud de aquel joven que se le presenta a Jesús. Busca. Le preguntó al Señor, quería saber. En nuestra vida espiritual hay algo importantísimo que debemos pedir siempre al Espíritu, que suscite en nuestras almas el deseo de buscar a Dios, deseo que nos llevará adentrarnos a los misterios de Dios, a su corazón y deseos que nos hará poner en obras aquello que vivimos en el alma. Deseo de encontrar a Dios, deseo de hacer lo que le agrade, quizás podemos en este primera parte, intensificar nuestra atención en este aspecto de la vida espiritual, deseo que promueve el Espíritu Santo, sin Él nada alcanzaremos ni viviremos como verdadero, en relación a Dios. Qué bueno poder descubrir a través de los distintos Personajes de las escenas bíblicas, las distintas actitudes que nos pueden ayudar en nuestra vida cotidiana. Hoy a través de este joven podemos redescubrir ese buscar, ese tener actitud inquieta interior para poder buscar y conocer cada día más a Dios. Qué bueno saber que los deseos no caducan, o que también esos deseos son aquellos a lo que no debemos, ni tenemos porqué renunciar, cuando son de esos deseos que agradan a Dios, deseo de Vida Eterna.  Ese es el deseo que tiene este joven. Por eso se acerca a Jesús y le pregunta, Que debo hacer para conseguir la vida eterna. Vivimos en la verdad, cuando vivimos de estos deseos que son sublimes. No estoy deseando tener un auto, comer un helado, o recibirme de contador; que pueden ser deseos legítimos en nuestra vida. Pero deseo de la vida eterna, deseo de lo supremo. Estamos hablando de otro tipo de deseo. En los deseos también hay escalafones. Hay deseos sublimes, sagrados, como los de este joven. Poder conseguir la vida eterna ¿Qué hacer?, la deseo ¿Qué puedo hacer Señor entonces para conseguirla?. La respuesta de Jesús es rotunda. Jesús que no anda nunca con vueltas, que es concreto, que es claro, no le refiere a ninguna obra buena, no le dice que es lo que tiene que hacer en una obra concreta, como el joven le preguntó, sino, que inmediatamente redirecciona la pregunta del joven hacia Él, y le da la respuesta también en relación a Dios. Uno sólo es el bueno. Pero el joven le había preguntado que podía hacer, sin embargo Jesús pare estar en otra sintonía, pero en realidad le está redireccinando la pregunta y le está dando la respuesta concreta. Lo que tiene que verdaderamente vivir para que pueda conseguir esa vida eterna, tener bien claro eso, uno solo es el bueno, traducido seria, lo primero ante todo, cuando quieras ser bueno y salvar tu vida, es seguir a aquel que es el bueno, que es el supremo bien y no solo seguirlo cuan discípulo obsecuente, sino activamente, llevando en el corazón la ley grabada a fuego, la ley del amor, y entre manos en obra ser consecuente con nuestros deseos, estos deseos sublimes y sagrados, estos deseos primordiales de los que hablábamos recién y ser consecuente también con lo que nuestro corazón, en el que habita la ley del amor,   nos dictamine para poder hacer. Así refiere Jesús al joven y lo invita a vivir según su ley, los mandamientos, Jesús nos refiere al corazón, tener en el corazón grabada a fuego la ley de Dios y poder vivir, dejar latir su corazón al ritmo de la ley del amor de Dios, no bajo un mero legalismo, sino un verdadero vivir desde el espíritu de lo que la ley nos muestra, nos enseña y nos invita a vivir. Por eso lo refiere a vivir según su ley, la ley de Dios, los mandamientos, todo tiene su tiempo en este proceso, lo primero para el joven el deseo, aprendemos que lo primero en la vida espiritual es el deseo, lo segundo regir nuestra vida integra por la ley de Dios, dejarnos regir por esta ley. Pero hasta aquí vamos viendo algunos pasos, que el Señor en este día nos quiere proponer, tiene más todavía para mostrarnos. Si quieres salvar tu vida síguelo ante todo y primero que nada seguí los pasos del Maestro, esos pasos que seguramente nos harán llegar a buen puerto.
  La consigna para el día de hoy: ¿Cuáles son en tu vida los deseos mas sagrados que gurdas en tu corazón, en tus pensamientos? ¿Has podido ser consecuente con ellos? ¿Cuáles has podido realizar o el Señor te esta ayudando a concretar?
  Seguimos compartiendo este evangelio que viene a traernos muchas enseñanzas, recién hablamos del deseo, de la búsqueda de Dios como puntapié, como inicio de este camino espiritual, también hablamos y compartimos de poder tener grabada a fuego la ley de Dios en nuestro corazón para vivir de ella, como dependen nuestra vida y nuestro cuerpo del corazón para poder continuar con esa vida, en este mundo, también que podamos depender de esa ley para vivir. Y mas adelante en el evangelio, encontramos una actitud a evitar en nuestra vida cristiana, así como aprendimos del joven la actitud de la búsqueda y del deseo tenemos también alguna actitud para evitar, si es que queremos ser sinceros ante Dios, no creer que ya todo hemos hecho, es importante que no pensemos y que no caigamos en la tentación de creer que hemos hecho todo o que hemos aprendido todo, que no me queda nada por hacer o aprender, que Dios nos libre de esta tentación en el camino espiritual, es un riesgo peligroso el de la soberbia propia de creerse en la meta en la vida religiosa, siempre hay algo de novedad en el Señor, a veces cuando estoy predicando en la misa y les propongo pequeños ejercicios a los fieles, de poder pensar, reflexionar a cerca de quizás que caracter, que aspecto de mi vida esta flojo, que pequeño compromiso puedo tomar con el Señor, quizás de acrecentar la oración, quizás de estar un poco mas comprometido en la caridad, distintos ejemplos, a veces parecen como cuestiones repetidas, pero creo que así como en la misa siempre repetimos el mismo ritual, siempre hay algo de nuevo y hay algo de novedad en el Señor, a veces me pregunto: quizás la gente piensa que siempre les digo lo mismo, pero en realidad primero me lo digo a mi, poder ver en que aspecto quizás en este momento he aflojado, estoy un poco mas débil y quizás tengo que reforzar. Lo mismo nos sucede cuando escuchamos la palabra de Dios en la misa, en el ciclo litúrgico, tenemos tres ciclos de lecturas que se van repitiendo cada tres años, el ciclo A, el ciclo B y el ciclo C y podríamos decir que a lo largo de toda nuestra vida, cuando nos hemos vuelto asiduos de la eucaristía de la misa, vamos a comenzar a ver que a veces nos suenan conocidos o ya escuchamos varias veces, mas si a veces vamos a la misa diaria, distintos textos de la Biblia quizás de distintos evangelistas o quizás a veces repetidos y que podemos correr la tentación de decir esto ya lo escuché o este evangelio ya lo escuché, ya escuché sus predicaciones en otro momento, y cuando caemos en esta tentación de decir, bueno esto ya lo escuché, ya lo conozco, también me estoy poniendo una barrera y no dejo que la novedad de Dios me sorprenda, por eso, poder evitar esta actitud del joven de creer que todo estaba hecho, así como dijimos vivir del deseo de Dios también decimos evitemos el creernos en la cima, que bueno es saberse siempre escalador, eternos escaladores, que buscan subir y subir para llegar a la cima, pero siempre falta un poco, allí reconoceremos nuestra capacidad de aprendizaje, de admiración, de superación y maduración en la vida cristiana, allí donde, cuando nos reconocemos eternos peregrinos, eternos escaladores hacia la cima, tiene asegurada la cima aquel que no pierde y lucha por no perder la capacidad de asombro y la capacidad de aprender de todo y de todos, en la iglesia corremos muchas veces el riesgo de creer que por la permanencia en años de las personas en un templo o en una actividad religiosa, es por donde se mide su madurez espiritual y no siempre sucede que los años son similitud o son resultado de la madurez. La sabiduría para vivir nos hace saber de esta madurez espiritual, solo el ser consecuente con nuestros deseos, como lo decíamos hoy, y con la ley de Dios nos ayudará a medirnos en el canon de la santidad, cuan santificados estamos y cuanto mas nos queda por recorrer, por eso pensar en cuanto somos y cuanto usamos de esa sabiduría de Dios para vivir y también pensar en si somos consecuentes con los deseos que Dios pone es nuestra alma, en nuestro corazón y si somos consecuentes con esa ley de Dios nos ayudara a medirnos en el canon de nuestra santidad, el Señor hoy tiene aún un poco mas para nosotros.
  En la ultima parte del evangelio el Señor habla sobre quien es, quien es el que se salva y Dios habla y pone el ejemplo de los ricos y a veces corremos el riesgo de malinterpretar las palabras de Jesús, quien es el rico para Jesús, que quiere decir entonces, que si uno tiene bienes, que si ha conseguido a lo largo de su vida bienes materiales o también bienes que no son materiales y que tienen que ver con la riqueza de cada uno, en talentos, en capacidades. Jesús nos esta hablando de aquel  rico, de aquel que cree que tiene mucho, pero que ese mucho es su fortaleza, ese rico con ese mucho tener se hace una fortaleza y pone toda su seguridad en esos bienes, en esos talentos, en esas capacidades y allí cuando armamos esa muralla de bienes, esa muralla de riquezas, allí es donde perdemos de vista al Señor, no dejamos que entre, estamos construyendo muros a través de estas riquezas, a través de estos bienes y de esa manera el Señor nos invita a recapacitar, porque por eso el rico que no se salva es aquel que tiene puesta toda su seguridad en lo que tiene y no solamente en lo que tiene materialmente, a veces estamos demasiados afincados, asegurados en nuestras capacidades, todo lo que tengo, todo lo que consigo, todo lo que vivo es gracias a mi, es gracias a que soy capaz, gracias a que lo hago todo bien y quizás esto también es un modo de asegurarme sobre mis riquezas, seguramente se salvará aquel que se sabe pobre y que se sabe en las manos del Señor,Dios nos capacita, nos da talentos, pero siempre para saber que deben ser puesto al servicio y que deben ser agradecidos a Él que es el que nos da todo, por eso quedarnos un poco con esta reflexión y con esta oración en el corazón y con esta certeza, si me sé pobre aunque tenga mucho, si me sé pobre, si me sé solamente con la seguridad puesta en el Señor, Él es solamente mi refugio, entonces salvaré mi vida. 
Oración: Señor, de algo debo despojarme hoy, para poder servirte y seguirte mejor. Ayúdame, muéstrame el camino de mi despojo para que mi vida esté fundamentada sólo en tus cimientos y desde allí Señor, todo lo que tenga, mis talentos, mis tiempos, mis bienes, mi dinero, toda mi vida, lo ponga al servicio de tu plan y de aquellos deseos sagrados que has suscitado en mi alma. Amén

                                                                           Padre  Matías Pérez